
Gestión cultural
Julieth Peraza: “La cultura es una inversión en el ser humano”
Lidera la Fundación Cocha Molina, transformando el vallenato en una herramienta terapéutica y educativa, mientras demuestra que la pasión puede ser un motor de negocio.
Cuando el decano de Bellas Artes de la Universidad Popular del Cesar la invitó a dar clases sobre gestión cultural, ella aceptó y se puso a preparar su cátedra. Quince días después, recibió otra llamada del decano porque no había pasado la cuenta de cobro. “Yo pensé que era gratis”, respondió.
Esta anécdota muestra su compromiso con la cultura: “Es una inversión en el ser humano y en ella encontré mi propósito de vida”. En la cultura también encontró el amor, pues su esposo es el acordeonero Gonzalo ‘El Cocha’ Molina, rey de reyes del Festival de la Leyenda Vallenata, que ha trabajado de la mano de leyendas como Diomedes Díaz, Poncho Zuleta y Jorge Oñate e internacionalmente con Gloria Estefan y Joan Manuel Serrat.
Se conocieron cuando ella trabajaba en un banco, en la época en que no se permitían celulares. Él estaba en una llamada y Peraza le pidió que colgara. “Tú no sabes ni con quién estoy hablando para que me mandes apagar el teléfono”, contestó el músico. No fue un buen comienzo, pero le dio un vuelco a su vida. Junto con su esposo creó la Fundación Cocha Molina que nació durante la pandemia en 2020. Ese tiempo de reclusión les permitió darse cuenta del potencial terapéutico y pedagógico del vallenato. “Creamos un simulador virtual para tocar acordeón. Vimos que los teclados del computador y los del acordeón tenían similitudes ergonómicas; además, que tocar el acordeón sirve para disminuir el estrés y la ansiedad”.
En enero de ese año, dejó atrás su trayectoria en el sector financiero y empezó a gerenciar la Fundación Cocha Molina, que ayudó a crear.
Lo más leído
Parte de la adaptación a su nuevo medio profesional consistió en poner su vocación comercial al servicio del vallenato. Es una artista de las ventas. No solo por su formación, que incluye un título en Comercio Internacional, dos maestrías y una especialización en Mercadeo y Contratación Estatal, sino porque además aprendió a tocar el acordeón para promocionar mejor su ‘producto’.
Lo primero que sacó adelante fue la escuela de música, que ya tiene 3.000 estudiantes y la aprobación del Gobierno.
Ahora está terminando el museo y acaba de producir un cortometraje sobre el trabajo de su esposo. De manera paralela dirige su empresa de logística y suministros, JP Soluciones Colombia. “No puedo descuidarla, porque si no vendo no puedo mantener la fundación”.
Su labor como empresaria y gestora cultural no le impide atender a su familia. Para conciliar todas sus responsabilidades, se somete a una disciplina casi espartana.
A las 3 de la madrugada ya está lista para meditar, orar y alistar a sus hijos. Para ella, estas primeras horas del día le permiten algo fundamental: controlar las emociones.