Salud
Paciente operada para tratar la depresión y la ansiedad habló con SEMANA, “no tengan miedo de la cirugía, sigo siendo yo, no me operaron el alma”
SEMANA conversó con Lorena Rodríguez sobre su operación de estimulación cerebral profunda para tratar su trastorno mixto ansioso-depresivo.


El 9 de abril de 2025 se cumplió un hito médico en Colombia. Ese día, el neurocirujano funcional William Omar Contreras López operó a Lorena Rodríguez Moreno, de 34 años, diagnosticada con trastorno mixto ansioso-depresivo mediante la intervención de estimulación cerebral profunda (DBS, por su sigla en inglés).
Lo innovador en el caso de Lorena, según le contó el doctor Contreras a SEMANA, fue que, a diferencia del procedimiento convencional que utiliza dos electrodos, la cirugía de la joven combinó cuatro electrodos.

De acuerdo con el experto, la cirugía de estimulación cerebral profunda se realiza desde hace más de dos décadas en Colombia, inicialmente para el tratamiento de trastornos del movimiento como la enfermedad de Parkinson, temblor esencial y distonías. “Con el tiempo, la técnica se ha expandido a indicaciones psiquiátricas complejas como la depresión resistente, el trastorno obsesivo-compulsivo y la agresividad patológica, apoyada por avances en neuroimagen, conectómica y programación inteligente”, aseguró Contreras.
En el caso de Lorena, se utilizó tecnología de última generación con un marcapaso cerebral de cuatro puertos y diseños combinados de chips con control independiente de corriente por contacto. “Esto permitió modular redes distintas, pero interconectadas, que intervienen en la tristeza, la culpa, la rumiación y la ansiedad, algo imposible con un solo electrodo por hemisferio”.
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La intervención realizada a la joven proveniente de Garagoa, Boyacá, representa una cirugía única en Colombia por su enfoque innovador y marca un gran avance en la neurocirugía funcional en Colombia, posicionando al país en la vanguardia en técnicas neuroquirúrgicas para trastornos mentales complejos, y ofrece esperanza a pacientes que luchan contra condiciones que afectan profundamente su calidad de vida. “Este tipo de cirugía combina neurociencia avanzada, tecnología de última generación y una planificación individualizada, ofreciendo esperanza a personas que hasta ahora tenían opciones muy limitadas”, afirma.
Vivir con ansiedad y depresión

A poco más de cuatro meses desde su intervención quirúrgica, SEMANA conversó con Lorena Rodríguez, administradora de empresas con máster en Dirección de Marketing y Gestión Comercial, quien reside desde hace varios años en España y que lucha contra la ansiedad y la depresión desde su adolescencia. Lorena comenzó a notar que su salud mental estaba en riesgo alrededor de sus 14 años, cuando empezaron a aparecer los primeros signos. “La punta del iceberg fue el trastorno mixto ansioso-depresivo, que fue un diagnóstico que llegó más o menos entre los 17 y los 18 años. Pero los rasgos que lo fueron alimentando comenzaron con un trastorno de alimentación. Estaba buscando la perfección y terminé dejándome llevar por demandas sociales y estereotipos que no son saludables”.
Lorena ha buscado múltiples caminos y herramientas a lo largo de 17 años para dejar de transitar por el mundo en modo de supervivencia y poder volver a sentir felicidad y plenitud. Comenta que ha probado “muchos caminos”. Desde terapias psicológicas con diferentes enfoques, cognitivo-conductual, aceptación y compromiso, integrativa, hasta terapia psiquiátrica con medicamentos. También hipnosis, acupuntura, reiki, flores de Bach, aromaterapia y homeopatía.

Sobre el proceso de terapia psiquiátrica con medicamentos, Lorena asegura que ha sido un camino difícil de recorrer. “Mi cuerpo es tan sensible a los antidepresivos, que con dosis bajas me daban todos los efectos secundarios, menos el que buscábamos. Probé cerca de cinco o seis medicamentos diferentes y en la mayoría tenía náuseas extremas, temblores involuntarios en las manos, corazón agitado, rigidez muscular, sensación de estar desconectada de mí misma, como si me estuviera viendo desde afuera”.
El punto de inflexión en la vida de Lorena, quien trabaja como consultora académica en España, llegó en diciembre de 2024. “Se unieron factores laborales: tuve un cambio de jefe que me causó mucha ansiedad y que hacía comentarios despectivos hacia los latinos. A eso se sumó una recaída grave en la salud de mi papá. Me fui a un retiro en Madrid y le pedí a Dios que me diera una señal o un cambio porque ya no podía seguir sobreviviendo, quería vivir plenamente. Y no me refiero a tener cosas materiales, sino a vivir en paz, que para quienes tenemos ansiedad y depresión es un bien inmenso”, comenta a SEMANA.

La señal llegó pocos días después. Su hermana Adriana le habló sobre el trabajo del neurocirujano William Omar Contreras, y a partir de allí comenzó un nuevo camino, más esperanzador y digno para tratar su diagnóstico.
Un camino lleno de esperanza

“La cirugía fue el 9 de abril, yo llegué a las 4:30 de la madrugada al Hospital Internacional de Colombia, en Bucaramanga. La cirugía la programaron para las siete de la mañana. El equipo médico fue hermoso, fueron alrededor de diez personas. Me raparon toda la cabeza, después pasé a camilla y empezó lo que yo llamo ‘la obra maestra’. Estuve totalmente despierta y el doctor Contreras estaba detrás de mí”.
Sobre el procedimiento, Lorena asegura que estuvo consciente alrededor de seis horas, que fue la instalación de electrodos. “Después me sedaron para colocar el modulador en el pecho, como un marcapasos. En total, la cirugía duró entre diez y 12 horas. Salí a mi habitación casi a las nueve o 9:30 de la noche”.
Sobre la innovación en su procedimiento, asegura que “hasta ahora es el único caso documentado con cuatro electrodos en Colombia y posiblemente en el mundo. Independientemente de ser o no la primera, se trata de una innovación científica y humana. El doctor vino con ese enfoque científico de innovar en el procedimiento para estimular más áreas y mejorar el efecto terapéutico para quienes sufrimos de depresión y ansiedad”.

A poco más de cuatro meses de la cirugía, Lorena comparte cómo se siente: “Siempre me preguntan qué cambios he notado en la depresión y ansiedad, y digo que aún es pronto para hablar de cambios definitivos. Hoy me siento con mucha nostalgia porque dejé mi vida en Madrid. Pero me di cuenta de que para este proceso necesitaba priorizarme, yo estaba vulnerable.
Fue una decisión difícil renunciar a todo lo que tenía, sobre todo a la estabilidad laboral. Estoy en duelo por esa vida que tuve en Madrid. Actualmente, estoy en Villavicencio con mi hermana, pero mi pueblo, Garagoa, en Boyacá, es mi zona segura. Sí, hay nostalgia, pero también siento que prioricé mi salud y mi vida, y aposté por mí”.
Sobre cambios concretos, afirma: “He notado que soy más valiente, más segura, más fuerte. Pero la cirugía no es una varita mágica que cura inmediatamente. Para mí es una alternativa a los fármacos y no tiene un efecto inmediato. Desde la cirugía he vivido momentos de mayor genuinidad en mis emociones, cuando siento felicidad o plenitud, lo siento de verdad. He podido tener más conciencia y menor rumiación de pensamientos, algo típico en la ansiedad”.

Sobre el avance de los resultados, Lorena asegura que el camino es largo y falta que su cerebro se adapte. “Hay días en que creo que sí funcionará perfecto y otros días en que dudo, pero veo avances pequeños. Uno de los más claros fue a la semana siguiente a la cirugía, cuando estaba superdeprimida y aun así quise arreglarme y salir a un centro comercial.
Hoy me siento preparada para afrontar muchas cosas, me replanteo metas y han nacido nuevos sueños”. Finalmente, Lorena envía un mensaje esperanzador a aquellas personas y pacientes como ella: “No tengan miedo de la cirugía. Sigo siendo yo, no me operaron el alma, ni mi esencia, ni mi espíritu. Yo sigo siendo yo, pero sin la tormenta mental constante, hay más silencio, más tranquilidad y más serenidad. A quienes luchan con esto en silencio, quiero decirles que no son flojos ni están rotos, lo que sienten es real”.
“Hoy soy una voz que dice que la depresión y la ansiedad no son falta de fe, ganas o carácter, sino condiciones reales. Lo que necesitamos es empatía activa, apoyo, respeto y que se nos trate con el mismo respeto y compasión como se trata a quien tiene una enfermedad tan grave como el cáncer”, finaliza.