Política

¿Por qué renunció Laura Sarabia? La ‘guerra’ en el Gobierno Petro que generó la salida de la canciller

Un sinnúmero de polémicas y diferencias en el Gobierno Petro alimentaron la salida de la ministra de Relaciones Exteriores, considerada la mano derecha del presidente.

3 de julio de 2025, 1:47 p. m.
Laura Sarabia Gustavo  Petro, Armando Benedetti y Alfredo Saade
De izquierda a derecha: Alfredo Saade, Gustavo Petro, Laura Sarabia y Armando Benedetti. | Foto: SEMANA

Laura Sarabia, considerada hasta hace poco como la mujer más poderosa del Gobierno Petro, presentó su carta de renuncia este 3 de julio al cargo de ministra de Relaciones Exteriores.

De acuerdo con la comunicación que le envió al presidente, la salida obedeció a una serie de decisiones que tomó la Casa de Nariño sobre la dependencia que lideraba y con las que no estaba de acuerdo, pero detrás de ello hay grandes polémicas, faltas de confianza y molestias internas.

La primera controversia tuvo lugar cuando Gustavo Petro devolvió a Armando Benedetti al seno Ejecutivo, tras su paso por la embajada ante la FAO y su problemática gestión como embajador ante Venezuela, y le asignó tareas para relacionarse con el Congreso, luego pasó a la jefatura de despacho de la Presidencia y más tarde fue nombrado como el titular del Ministerio del Interior, desde donde ha empujado las reformas clave del petrismo. El exsenador se convirtió en un problema para Sarabia por las viejas rencillas y las denuncias que cursan entre ellos. La opinión pública calificó este hecho como un ‘portazo’ de Petro hacia Sarabia.

En los consejos de ministros televisados se evidenciaron las molestias. Ella ya no estaba al lado de Petro y una parte de su poder fue ocupado por Angie Rodríguez, exasesora del ministro Guillermo Alfonso Jaramillo, quien tomó las riendas del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre). En esos mismos espacios, el bloque más cercano al presidente expresó en público molestias por ella, la acusaron de que sus acciones no estaban enfiladas con los objetivos del Ejecutivo y recordaron los ‘tropiezos’ que hubo durante su gestión en el Dapre, incluidos problemas con la vicepresidenta Francia Márquez.

El jefe de Estado no ocultó sus diferencias con la canciller y las mostró ante la opinión pública: la desautorizó cuando reconoció el triunfo de Daniel Noboa como presidente de Ecuador a través de redes sociales; le reprochó por haber citado a la comisión asesora de relaciones exteriores por el ingreso de Colombia a la Ruta de la Seda; cuestionó el discurso que se emitiría en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas; y, aparentemente, hubo un problema entre ambos por el documento que oficializó el ingreso del país a la ruta comercial de China, entre otros casos que generaron traumatismos.

 Laura Sarabia, directora del Dapre.
Laura Sarabia, exministra de Relaciones Exteriores. | Foto: Guillermo Torres Reina

En la Casa de Nariño también causó ruido la estrecha relación que sostienen Laura Sarabia y el abogado Mauricio Pava, conjuez de la Corte Suprema de Justicia. Él fue defensor del jefe de Estado en la Comisión de Investigación y Acusación de la Cámara de Representantes, también de Verónica Alcocer, y en el pasado trabajó con Armando Benedetti.

Sin embargo, el hecho que generó la ruptura total entre Petro y Sarabia fue el contrato para la producción de pasaportes. Ella propuso que, ante los tiempos, la mejor opción era que se firmara una prórroga con Thomas Greg & Sons, pero quitándole algunas responsabilidades, como el manejo de los datos; no obstante, al jefe de Estado no le gustó esta idea porque una empresa extranjera tendría información sensible de los colombianos y la desautorizó a través del nuevo jefe de despacho, Alfredo Saade. Él quería, y así se piensa materializar, que la Imprenta Nacional produzca las libretas, pese a que no estaría preparada; Sarabia no compartió la idea.

Así lo dejó claro en su carta de renuncia: “En los últimos días, se han tomado decisiones que no comparto y que, por coherencia personal y respeto institucional, no puedo acompañar. No se trata de diferencias menores ni de quién tiene la razón. Se trata de un rumbo que, con todo el afecto y respeto que le tengo, ya no me es posible ejecutar”.

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