POLÍTICA
Miguel Uribe Turbay, la trágica historia de su vida: su hijo, como él, quedó huérfano por la violencia en Colombia
Le dispararon como a su madre, Diana Turbay. Y su sueño de ser presidente se frustró a sus 39 años. La violencia se lo arrebató.

No logró ser presidente. Quiso serlo desde que tenía cinco años y soñaba con transformar el país, pero dos balazos le cambiaron su vida después de que un joven de 14 años disparara sin piedad contra su cuerpo, mientras presidía un acto público en el barrio Modelia, en la localidad de Fontibón.
Miguel Uribe Turbay, de 39 años, murió este lunes 11 de agosto, pese a las centenares de oraciones a su favor, los múltiples rezos a San Charbel, las peticiones al Papa Francisco, al Niño Jesús de Praga y otro rosario de santos cuyas imágenes se agolparon durante días a las afueras de la Fundación Santa Fe, en el norte de Bogotá, donde él permaneció internado.

En esa cama de la unidad de cuidados intensivos, hasta donde solo tuvo acceso el anillo más cercano de su familia, quedaron sus sueños, sus anhelos, el interés que tenía de convertirse en el candidato único a la presidencia por el Centro Democrático, su partido político.
Un sueño que, inicialmente, no fue esquivo porque las encuestas le sonreían.
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Por un escaso margen, siempre estuvo arriba de María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín y Andrés Guerra, sus competidores iniciales con quienes recorrió al comienzo de 2025 el país.
Como si fuera poco, contaba con un as bajo la manga: tenía el apellido Uribe, el mismo del expresidente y jefe del Centro Democrático, quien lo llamó en 2021 para que encabezara la lista al Senado.
En el uribismo lo llamaron “paracaidista” porque llegó a última hora, después de ocupar la secretaría de gobierno en la Alcaldía de Enrique Peñalosa. Y la imposición de su nombre no cayó bien en algunas figuras de la derecha que hacían mérito desde hace varios años.
No obstante, pesó el apellido Uribe —no es familiar de Álvaro Uribe—, su juventud, su claridad y contundencia en las ideas y una energía arrolladora que le permitía conectar fácilmente con las comunidades. Tocaba piano, acordeón, guitarra, y estas habilidades musicales le permitía estar cercano entre quienes tenía al frente.

Por eso, su poder de convocatoria —coinciden quienes lo conocieron— era incalculable.
Miguel Uribe Turbay estaba hecho para grandes cosas. Y Álvaro Uribe, su más reciente mentor político, lo tenía claro. No había pregunta que no resolviera. El expresidente lo ponía a prueba en sus recorridos por el país y le lanzaba a quemarropa preguntas serias buscando soluciones urgentes a problemas del país. Miguel, sin pensarlo, respondía con una agilidad sorprendente. Hablaba de seguridad, cifras, reformas, paz total, economía, deportes y música. No había tema vedado en él. No había temática que desconociera.
Por eso, en el 2026, el nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala pretendía ser una ficha clave en el Centro Democrático porque, a diferencia de María Fernanda Cabal, la segunda competidora firme del uribismo en las presidenciales, su nombre no polarizaba. Incluso, podía, eventualmente, unir al uribismo con el santismo en la próxima contienda presidencial.
Martín Santos, el hijo mayor de Juan Manuel Santos, reconoció impresionado el nivel de preparación del precandidato en el evento de Asobancaria, en Cartagena. “Varios comentamos en los pasillos del Centro de Convenciones, lo bien que lo había hecho”, narró Santos.
Esa capacidad de unir al uribismo con el santismo y, posiblemente, con Cambio Radical, le generó molestia al interior del Centro Democrático, pero a él no le importó. Como gran jugador de ajedrez siguió su chico sin importarle un jaque mate.
Miguel Uribe soportó a su corta edad la tragedia del conflicto armado en Colombia. Por eso, insistía en la paz, pero con resultados y demostraciones palpables por parte de los grupos armados.

Su madre, Diana Turbay Quintero, murió el 25 de enero de 1991 en una operación de rescate tras permanecer secuestrada a manos de Pablo Escobar.
Como si fuera poco, el excongresista Rodrigo Turbay Cote murió a manos de las Farc en medio de su secuestro en 1997. Y Diego Turbay Cote, su hermano, fue asesinado junto con su madre en 2000 por las Farc en Caquetá. Su primo lejano, Jorge Eduardo Géchem, duró más de seis años secuestrado.
Y este lunes 11 de agosto le tocó el turno a Miguel Uribe Turbay, el nieto del expresidente Julio César Turbay Ayala y doña Nydia Quintero, la fundadora de la Fundación Solidaridad por Colombia y quien presintió el atentado contra su nieto.

SEMANA reveló un conmovedor testimonio de Julio César, Claudia y María Victoria, las tías de Miguel Uribe Turbay, quienes revelaron que el sábado 7 de junio, horas antes del atentado, doña Nydia, de 95 años, quien llevaba semanas sin hablar por su edad, rompió su silencio y les pidió a las enfermeras que le ayudaran a rezar el Santo Rosario. Posteriormente, les recomendó que le colocaran un pañuelo blanco sobre la cabeza de Miguel.
Horas después, la noticia del atentado contra Uribe Turbay sorprendió en la casa de su familia. Era como si, lamentablemente, doña Nydia se hubiera anticipado.
Y mientras que Miguel Uribe Turbay estaba en la UCI, la mujer de 95 años murió.
Miguel Uribe Turbay murió a sus 39 años, una víctima más del conflicto en Colombia y quien, como le ocurrió a él, dejará a su hijo de cuatro años huérfano. La historia, lamentablemente, se repitió.