Política
Marchas a favor de Álvaro Uribe: miles de colombianos se solidarizan con el expresidente y muestran fuerza en las calles. ¿Qué viene ahora?
Para los analistas, las movilizaciones acentúan la polarización en el país y dejan menos espacio al centro político.

Ni siquiera la lluvia que cayó sobre Bogotá este jueves, 7 de agosto, impidió que miles de colombianos salieran a las calles para expresar su respaldo al expresidente Álvaro Uribe, tras ser condenado a 12 años de prisión domiciliaria por fraude procesal y soborno. Según los organizadores, la movilización logró convocar a manifestantes en 21 departamentos del país y estimaron que la asistencia pudo superar el medio millón de personas.
Esos ríos de gente no solo evidenciaron el carisma y poder de convocatoria que tiene el exmandatario y sus ideas, sino que también dan señales de lo que vendrá en materia electoral el año entrante, cuando el país deberá elegir al reemplazo de Gustavo Petro en la presidencia de la República.
Analistas como Víctor Muñoz, que fue fundador de la encuestadora Guarumo, señalan que la asistencia masiva a la manifestación pro-Uribe en diferentes ciudades del país evidencia que hay un inconformismo nacional y que el uribismo, más que el Centro Democrático, está más vivo que nunca.
“La gente que salió a marchar está indignada con el hecho de que el expresidente Uribe no se pueda defender en libertad. El fallo de la juez, que tomó esa decisión, para mí, borra el centro y genera más polarización. Es decir, vamos a tener, de nuevo, unas elecciones de cara al Congreso y a la presidencia divididas entre el petrismo y uribismo”, precisa Muñoz.
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Una idea similar tiene el también analista Rodrigo Pombo, quien destaca que Álvaro Uribe, después de más de 20 años de vigencia desde su primer mandato, sigue siendo un gran barón electoral y un gran barón de movilización popular, mientras que el presidente Petro ha venido perdiendo su capacidad de convocatoria tras el desgaste de tres años de gobierno.

Para Pombo, Colombia ya no tiene cómo polarizarse más, pues el tema es que hay dos visiones de país claras y antagónicas. “Por un lado, está el conservatismo liberal de Álvaro Uribe Vélez y el Centro Democrático, con los pilares de seguridad, Estado de derecho, libertades, democracia, globalización, tecnología y, por el otro, el Pacto Histórico, con una visión estatista, intervencionista y ambientalista. Paralelamente, el centro no tiene capacidad de movilización, le faltan líderes y un planteamiento de país claro”, puntualiza.
Desde el sector privado, Bruce Mac Master, presidente de la Andi, considera que las marchas en apoyo al expresidente Uribe representan una muy relevante manifestación democrática de un grupo importante de la sociedad colombiana, que mediante mecanismos pacíficos y colectivos ha expresado su opinión sobre un tema de trascendencia nacional. “Deben ser entendidas, no solamente como la demostración de una sociedad diversa en la cual no hay partidos hegemónicos, ni posiciones dominantes, sino también como la expresión de apoyo de miles de personas a uno de los líderes más importantes de la política nacional incluyendo expresiones de agradecimiento, y reconocimiento, y para quien se solicita justicia objetiva sin matices políticos”, enfatizó.

El concejal de Bogotá, Andrés Barrios, piensa que las marchas dejan un mensaje claro al Gobierno con respecto a la preocupación de miles de ciudadanos por la forma en que se está tratando a la oposición, en particular al expresidente Uribe, por quien sienten una gratitud profunda. A eso se suma que están profundamente dolidos con lo sucedido al senador Miguel Uribe Turbay. Por eso, afirma que Colombia es un país que está preocupado y un país doblemente uribista.
De las calles a las urnas
Muñoz y Pombo creen que la concurrida marcha del 7 de agosto, que también incluyó a algunas ciudades del exterior, como Miami, tendrá impacto en el proceso electoral venidero, dado que sus asistentes fueron voluntariamente y por convicción, cosa distinta a lo que se ha visto en las marchas pro-Gobierno, sobre las cuales se dice que se paga por asistir, se proveen buses y refrigerios.

“La derecha ya entendió que no puede ceder la calle y que es necesario salir a marchar. Además, quien se moviliza es más propenso a ir a votar”, afirma Muñoz, y agrega que ese respaldo, desde el inicio, equivale casi a un endoso electoral completo. Por eso considera que en 2026 el que diga Uribe va a tener un peso muy importante, así como el que diga Petro.
Pombo agrega que las manifestaciones del uribismo tienen dos características: son genuinas y cívicas, es decir, son proestablecimiento, proinstituciones, pro-Uribe, propolíticas, prolibertades y prodemocracia. “Esas dos condiciones las convierten en una cuota inicial para el voto. La gente va y vota por convicción. En cambio, la movilización de la izquierda es antisistema y necesita llamar la atención a través de vías de hecho. Eso hace que su impacto en votos sea menos potente porque está mucho más amarrado a un sindicato, a una ONG, al servicio público o a una causa partidista", subraya.