ENTREVISTA
“La democracia está en declive”: SEMANA reproduce un fragmento del nuevo libro del expresidente Iván Duque y su charla con el prestigioso pensador Paul Collier
En su nuevo libro, Fuerza y verdad, el expresidente Duque conversa en la Universidad de Oxford con varias mentes brillantes sobre el futuro del humanismo. Este es un fragmento de su charla con el prestigioso pensador y profesor de economía y políticas públicas sir Paul Collier.

Iván Duque Márquez: Usted ha trabajado mucho para entender las raíces de la pobreza, la calidad de la democracia y la evolución del capitalismo. ¿Hasta qué punto cree que tenemos que recuperar el humanismo para ser más asertivos en la lucha contra la pobreza y la reconfiguración hacia un capitalismo más consciente?
Paul Collier: Lo que tenemos que redescubrir es una voluntad práctica de reunirnos en torno a problemas reales y urgentes. En lugar de partir de grandes concepciones, es mejor llegar al nivel práctico: centrarse en el problema de las emisiones de carbono y en cómo el mundo las reduce, y en la contribución que, en efecto, pueden tener en esa lucha los países de renta media, y ahora en particular África. Como usted lo plantea, África tiene un papel por desempeñar en la reducción de las emisiones mundiales de carbono. Pero también el principal problema de ese continente es la necesidad de ponerse al día con el resto de la humanidad. En los últimos 50 años, África se ha desviado mucho de la prosperidad recorrida por el resto de la humanidad. Usted hizo un trabajo espléndido en Colombia al producir una fase de crecimiento acelerado de la economía, y ese rápido crecimiento es un sine qua non conocido para la rápida reducción de la pobreza. África no ha tenido eso, con muy pocas excepciones. (...)
I.D.: Hay una palabra que usted usa mucho en sus obras, codicia, pero ha dicho que la codicia ha muerto, y esto, obviamente, ha creado una gran polémica.
P.C.: Al decir que la codicia ha muerto, me refiero a que nunca más se podrá decir que la codicia es buena. Los argumentos intelectuales que soportaban esta idea son ahora insostenibles: están destruidos. Obviamente, la codicia aún prospera, pero ya no tiene justificación. (...)
I.D.: Permítame preguntarle algo desde un punto de vista más filosófico. Usted ha escrito sobre el futuro del capitalismo. ¿Cree que hay una clara posibilidad de tener un capitalismo más humano y consciente? Si es así, ¿cómo?
P.C.: Pues solo a través de lo práctico. No creo que un gran argumento filosófico pueda triunfar, excepto a través de luchas caso por caso sobre cuestiones prácticas. Creo que lo puramente filosófico sería como verter agua en un desierto: solo se escurriría en la arena, no produciría resultados prácticos. No me parece acertado empezar por la cuestión de si podemos hacer a la gente más humana. Creo que la cuestión correcta es: ¿podemos encontrar situaciones en las cuales la corrupción alimentada por la codicia esté impidiendo formas prácticas de reducir las emisiones de carbono? África necesita desesperadamente más electricidad y, por lo tanto, sería inútil decirle: “Sacrifica tu futuro a cambio de menos emisiones de carbono”. África no sacrificará su futuro, y no debe hacerlo. Su máxima prioridad es ponerse al día.

I.D.: Y lograr el equilibrio.
P.C.: Sí.
I.D.: Esto me lleva a otro tema en el que usted ha trabajado mucho: la democracia. ¿Cree que está en declive?, ¿cómo podemos fortalecer nuestras democracias?
P.C.: En primer lugar, la democracia está claramente en declive. La razón es que les ha fallado a demasiados de los que se han quedado atrás, y lo vemos más claramente no en los países pobres, sino en los ricos, en Gran Bretaña y Estados Unidos. En Gran Bretaña, cada región de Inglaterra fuera de Londres y las poblaciones más cercanas, como Oxford, votaron por el Brexit. El Brexit perjudica más a las regiones de Inglaterra que dependen de Europa. Ahí está la paradoja. Londres no depende de Europa; las regiones que dependen de Londres son especialmente las del norte y, sin embargo, esas son las regiones que votaron a favor del Brexit. Los que votaron a favor del Brexit serán los más perjudicados por este. Y a las personas que votaron en contra del Brexit en realidad no las afectará mucho. Es una verdadera paradoja. ¿Qué estaba pasando? La respuesta es que las regiones de Inglaterra más alejadas de Londres habían sido descuidadas. De hecho, habían sido abandonadas por los tomadores de decisiones de la capital –como lo han sido el Atlántico, el Caribe y la región del Pacífico de Colombia–. Las dos regiones costeras colombianas se sintieron abandonadas por los responsables políticos de Bogotá, y eso ha producido motines. Se trata de gente enfadada con el Gobierno central por haberlos desatendido, y aprovechan cualquier oportunidad que tengan de votar en unas elecciones para expresar ese enfado; eso es así en toda América Latina. No sé si lo he mencionado, pero donde el futuro del capitalismo se vende mejor en el mundo es en América Latina.
I.D.: Sí, lo he visto. ¿Por qué lo considera así?
P.C.: Porque en América Latina están las sociedades más polarizadas. Soy un centrista que cree en unir a la gente, y para eso las personas exitosas y poderosas tienen que hacer los mayores sacrificios a fin de ayudar a quienes se han quedado atrás. Entonces, en retrospectiva, ¿cuáles fueron los errores cometidos en toda América Latina por los Gobiernos? Que no hicieron lo suficiente para ayudar a los lugares rezagados. El caso más claro es el de Chile: tuvo un enorme éxito en el crecimiento de la economía y, sin embargo, el Gobierno fue derrotado y perdió porque no hizo lo suficiente por la gente que se sentía rezagada, y por eso votaron como haciendo un motín. ¿Será capaz el actual presidente de hacer las cosas? No.

I.D.: Entonces, ¿cómo se puede salvar la democracia?
P.C.: La democracia se salva si los exitosos y poderosos hacen los mayores sacrificios por los débiles de sus sociedades. Hay un gran concepto, si se quiere filosófico, y es el de Michael Sandel en La tiranía del mérito. Lea ese pequeño libro. Conozco a Michael Sandel, y su libro es brillante.
I.D.: A mí me encanta su libro Justicia.
P.C.: Sí, así es. Esa es la idea de lo que se llama “justicia contributiva”, que nos dice que todos en la sociedad deben contribuir a un propósito común; que es el deber de todos contribuir, como lo dijo Zelenski al instar a todos los hombres a luchar. Y eso es lo que la gente hizo. ¿Por qué? Porque el presidente Zelenski hizo un gran sacrificio. Él salió en televisión y dijo: “Me quedo en Kiev”, cuando eso parecía una sentencia de muerte porque Putin había anunciado: “Mi máxima prioridad es matar a Zelenski”. Así que al ponerse de pie y decir que se quedaba en Kiev, evidenció el terrible error que cometió el expresidente de Afganistán al ir al aeropuerto, subirse a un avión y salir volando. Esa era la imagen que todo el mundo había visto sobre los fracasos de Afganistán: un presidente usando su poder para huir. (...)
I.D.: ¿Qué le quita el sueño al pensar sobre el futuro?
P.C.: Me preocupa mucho que el centro se derrumbe en extremismos rivales y, por lo tanto, restaurar esa capacidad de forjar un propósito común en el que la gente se una. Esa es una lucha que en este momento estamos perdiendo, y eso me preocupa mucho.
I.D.: Y pensando en una región que a usted le encanta, mi región, América Latina, ¿cuál sería el consejo que les daría a los líderes de América Latina para la próxima década?
P.C.: Que estén preparados para hacer sacrificios, que demuestren que trabajan para todos en su país, no solo para sus propios partidarios.
I.D.: Como una forma también de derrotar el extremismo, ¿no?
P.C.: Sí.
I.D.: Y una pregunta final: ¿cuáles elementos considera adecuados para derrotar la corrupción –o la corrupción codiciosa–, que ha sido el padecimiento de los países en desarrollo?
P.C.: Tenemos que mostrar dónde la corrupción codiciosa está socavando los objetivos clave de la gente corriente. Así que no prediquemos lo mala que es la corrupción; mostremos que es costosa para las cosas que la gente corriente quiere conseguir para sus hijos.