POLÍTICA

Gustavo Petro vuelve a provocar a Donald Trump: estas serían las consecuencias para Colombia si la pelea crece

El llamado a consultas de los embajadores, por parte de Colombia y Estados Unidos, podría ser apenas el inicio de un nuevo periodo de tensión y crisis diplomática. Las consecuencias pueden ser devastadoras.

5 de julio de 2025, 7:45 a. m.
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Gustavo Petro y Donald Trump. | Foto: SEMANA

En medio del maremágnum de noticias funestas para el Gobierno Petro del pasado jueves, hubo una que puso otra vez al país con los pelos de punta y que deja a los colombianos en medio de una enorme incertidumbre y riesgo.

No había pasado sino un par de horas desde que la canciller Laura Sarabia había anunciado su renuncia, en medio del enredo de los pasaportes, cuando el Gobierno de Estados Unidos hizo público que había llamado a “consultas urgentes” a su encargado de Negocios en Bogotá, John T. McNamara.

La comunicación del Departamento de Estado no narraba razones específicas, pero sí dejaba saber que las cosas no iban bien. La portavoz Tammy Bruce aseguró que el Gobierno Trump “está adoptando otras medidas para dejar clara nuestra profunda preocupación por el estado actual de nuestra relación bilateral”.

“El presidente Petro calcula que pelearse con Trump y Rubio puede darle beneficios políticos”.
“El presidente Petro calcula que pelearse con Trump y Rubio puede darle beneficios políticos”. | Foto: ANDREA PUENTES-presidencia

Como es su estilo, el presidente Petro respondió con la misma ferocidad y casi de inmediato también llamó a consultas al embajador de Colombia en Estados Unidos, Daniel García-Peña.

En un trino extraño, en el que aseguró que “todas mis cartas y comunicaciones al presidente Trump, las he escrito personalmente y este comunicado igualmente”, el primer mandatario respondió con la misma moneda.

Y así, el fantasma del domingo 26 de enero, cuando Petro decidió devolver los aviones con los migrantes deportados y generar un tsunami nunca antes visto en 200 años de relaciones con ese país, regresó. El llamado a consultas de los embajadores no es el culmen de una crisis, sino el inicio. Así lo explicó a SEMANA el exembajador Juan Carlos Pinzón.

“Lo que eso refleja es una molestia del Gobierno que llama a su embajador a consultas… No necesariamente se está en el punto culminante, es una etapa en la que seguramente Estados Unidos enviará mensajes de administración al Gobierno de Colombia”, sostiene.

Y por esa razón, la respuesta beligerante de Colombia preocupa, pues es la puerta a que la crisis escale. Una de las prioridades para evaluar las posibles consecuencias de lo que pueda suceder es determinar las razones de la crisis. En el comunicado, el Gobierno norteamericano menciona “las declaraciones infundadas y reprobables de los más altos niveles del Gobierno de Colombia”. Y aunque no están claras explícitamente, se intuyen.

Marco Rubio
Marco Rubio. | Foto: ap

El exembajador de Estados Unidos en Colombia, Kevin Whitaker, enumera algunas: “La actitud de Colombia acerca de la política de migración, la actitud de Colombia sobre lo que está pasando en Gaza, en Irán, en Venezuela, todo eso es irritante, son desacuerdos que afectan mucho la relación. Encima de eso, la situación de coca y la verdad es que hay más coca ahora que nunca”.

El excanciller Julio Londoño Paredes asegura que “la situación que se presenta con Estados Unidos es efecto de varios factores: la preocupación de Washington con la proliferación de grupos armados de diferentes denominaciones (clanes, trenes, etc.) que a sangre y fuego se disputan las rutas del narcotráfico en diferentes partes del país; el incremento en la producción de cocaína, no obstante los esfuerzos que se hacen por reprimirla, y los rumores sobre la supuesta intervención de congresistas e importantes personajes republicanos, sobre un posible golpe de Estado”.

Las acusaciones del Gobierno a los parlamentarios norteamericanos son especialmente graves. “Esas posturas agresivas contra los congresistas son inaceptables para ellos”, explica Pinzón. En la noche del jueves, en la posesión del magistrado de la Corte Constitucional Héctor Carvajal, el presidente volvió a despacharse contra ellos.

“A los funcionarios de origen cubano en Estados Unidos, les digo: escojan enemigo, nosotros no somos… Yo no me arrodillo ni me dejo presionar. Ni me asusta un congresista diciéndome narco o terrorista, ni una cosa ni la otra he sido, pero sí sé lo que está pasando”. Petro, sin mencionarlo, se refería al representante republicano Carlos Giménez, quien en un trino lo había llamado “matón narcoterrorista socialista que vive en la Casa de Nariño”.

Carlos GimÉnez
Carlos Giménez. | Foto: afp

El ministro del Interior, Armando Benedetti, quien contó que a él Estados Unidos le quitó la entrada dos veces y se autoproclamó “víctima del juego de las visas”, también se metió en la pelea.

En respuesta a Giménez, dijo: “Para un latino no hay peor ataque que el de otro latino que cree que su raza es superior por tener ciudadanía estadounidense cuando ni su papá ni su abuelo la tenían. Este señor no respeta ideologías diferentes a la de su ultraderecha, cree en razas superiores e imperios, invasiones. Con ese lenguaje y esos pensamientos uno puede creer que si habría un golpe de Estado a él le gustaría” (sic).

Giménez no es el único al que el Gobierno ha señalado. A Mario Díaz-Balart, Petro lo acusó de participar en las conspiraciones de golpe de Estado en las que estaba el excanciller Álvaro Leyva, según el diario El País de España.

“Me tengo que reír por tantos inventos, tonterías e hipocresía”, respondió el congresista a la polémica y aseguró que en su vida política se reúne constantemente con diversas personas.

La congresista María Elvira Salazar, también de origen cubano, por su parte, aseguró: “Levantar la voz no es injerencia, es deber moral. Como representante de miles de colombianos-americanos, no me quedaré callada ante un Gobierno que destruye la economía, alimenta la violencia política y deja que el narcotráfico se dispare” (sic).

María Elvira Salazar
María Elvira Salazar. | Foto: afp

Según ha trascendido, de todos esos señalamientos el que más molesto tenía al Gobierno de Estados Unidos eran las referencias explícitas a un posible papel del secretario de Estado en el supuesto golpe. “Dice un presidente vecino que Marco Rubio está organizando un golpe de Estado contra mí”, aseguró Petro desde Cali hace unas semanas.

“No creo que Marco Rubio esté en un golpe de Estado contra Petro, porque los señores de la extrema derecha que estaban en eso no llegaron a su oficina (…) no creo que un Gobierno que tiene como enemigo a Irán y unas bombas nucleares apuntando, un problema en Gaza y un problema en Ucrania y Rusia, se ponga a pendejear con un golpe de Estado en la Gran Colombia”.

Otro de los temas que seguro pesó fue el anuncio que hizo el ministro de Justicia, Eduardo Montealegre, de suspender la extradición de guerrilleros o jefes de bandas delincuenciales que negocien la paz con el Gobierno Petro. “HH”, comandante de una facción disidente de la guerrilla del ELN y el “Mocho Olmedo”, un temible jefe de las disidencias de las Farc, fueron los receptores de esa palomita.

Las consecuencias, por ahora, son imprevistas, pero hay una certeza y es que sí vendrán. Lo primero que ya se sabe es que Estados Unidos les retiró la visa a varios funcionarios del Gobierno Petro. Fuentes del Departamento de Estado así se lo confirmaron a SEMANA.

Mario DÍaz-Balart
Mario DÍaz-Balart | Foto: afp

“Estados Unidos está tomando otras medidas para dejar clara su profunda preocupación por el estado actual de nuestra relación bilateral”, advertía, además, el comunicado. Mientras muchos colombianos están atentos a consecuencias que pueden ser muy gravosas en materia de visas, aranceles y otras medidas, paradójicamente quien sí puede estar muy feliz es Petro.

“El presidente Petro calcula que pelearse con Trump y Rubio puede darle beneficios políticos. En la medida que se acerca la decisión sobre certificación y la campaña en Colombia se intensifique, es difícil imaginar que las tensiones van a bajar”, advierte Michael Shifter, el expresidente de Diálogo Interamericano y una de las personas que mejor conoce la relación de ambos países.

“Es la continuación de una actitud que hizo crisis el 26 de enero y así continuará. Y otra invitación a la descertificación en septiembre”, explica el exembajador Fernando Cepeda. Para él, Petro y Trump chocan porque están buscando lo mismo. Para el mandatario colombiano, agrega, lo mejor que le puede pasar es la descertificación porque “es una bandera electoral, un bocado de cardenal”, a solo un año de las elecciones de 2026.

Shifter asegura que “es crucial que cabezas frías en Washington y Bogotá prevalezcan. Hay que prepararse para algunos meses difíciles en la relación bilateral. Espero que pronto pase la tormenta”. Y Cepeda agrega que “solo el nombramiento de un canciller apropiado podría cambiar el curso”.

Adriana Mejía, exembajadora y vicecanciller en dos periodos, asegura que solo hay una salida: la diplomacia empresarial, parlamentaria, cultural, de organizaciones de la sociedad civil y de oficiales retirados de la fuerza pública, entre muchos otros sectores.

“Solo de esa manera será posible mantener la fortaleza de los vínculos que unen a los dos países, alejados del talante personalista, provocador y radical que caracteriza a quien ostenta la jefatura de Estado”.