Elecciones 2026: 37 aspirantes a la Presidencia se han inscrito para recoger firmas. La mayoría son desconocidos, pero quieren estar en la contienda

El 2026 será un año de elecciones. Se elegirá el nuevo Congreso y al próximo presidente que reemplazará a Gustavo Petro. Como es costumbre, varios aspirantes presidenciales decidieron apartarse de los partidos tradicionales y apostarle al respaldo ciudadano mediante la recolección de firmas.

Seguramente se llegará a una cifra récord de comités promotores, porque en menos de un mes (el 31 de mayo comenzaron las inscripciones) se han presentado 37 precandidatos presidenciales, la mayoría de ellos desconocidos para los colombianos. El número, sin duda, aumentará y podría llegar a 50 en las próximas dos semanas.

Según el calendario electoral, los comités promotores tendrán hasta el 17 de diciembre de 2025 para presentar sus firmas, aunque puede hacerse de manera anticipada sin ningún problema. Cada uno de los aspirantes tiene que reunir, mínimo, el 3 por ciento del número de votos válidos en las elecciones presidenciales de 2022, es decir, unas 680.000 firmas. Sin embargo, nadie se puede confiar y se deberán reunir muchas más rúbricas para evitar dolores de cabeza en la verificación que hace la Registraduría y que puede tardar hasta el 21 de enero de 2026 para expedir las certificaciones de cumplimiento para definir si existe el respaldo ciudadano para la inscripción de las candidaturas.

El 31 de enero del próximo año se abrirá el periodo formal de inscripciones y estará vigente hasta el 13 de marzo. Pero como en Colombia la participación democrática es amplia, el menú de aspirantes por firmas para 2026 es bastante extenso, aunque muchos de los nombres que se han presentado no están en el radar.

El grupo de los 37 aspirantes está divido en tres: el primero está conformado por algunas personas que han tenido actividades en el sector público o trabajo político, pero sin reconocimiento nacional como Leonardo Huerta (exfuncionario de la Defensoría del Pueblo), Jaime Araújo Rentería (exmagistrado), Santiago Botero (empresario), Pierre Onzaga Ramírez (activista) y la abogada Sondra Macollins.

El segundo está conformado por personas que han hecho trabajo local o regional, pero que definitivamente no son conocidas en la contienda que empezó para definir quién será el nuevo inquilino de la Casa de Nariño. Allí están Ricardo Pérez, Álvaro León Pardo, Jhon Jairo Segura, Martha Viviana Bernal, Juan Pablo Gómez, José Gamba, Fabio Forero, Juan Carlos Torres, Danny Sequeda, Alberto Lizarazo, Claudia Fernández, César Pinzón, Jorge Iván Rojas, Ernesto Sánchez, Neys Sarmiento, Edison Mosquera, Dagoberto Santoya, Jackson Peña, José de Jesús Vargas, Miguel Pretel, Armando Villegas, Pedro Díaz, Josué Martínez, Hilmar Moreno y Mihaly Flandorffer.

Y finalmente, el tercer grupo está compuesto por nuevas figuras políticas o líderes que se desmarcaron de los partidos para irse por el camino de las firmas. Aquí, por ejemplo, están Vicky Dávila, Mauricio Lizcano, Claudia López, Juan Daniel Oviedo, David Luna, Mauricio Cárdenas y Daniel Palacios. Esta lista podría ampliarse con nombres de políticos reconocidos en el país, pero aún no toman decisión sobre cuál camino tomar.

La historia electoral de Colombia ha mostrado que por firmas únicamente quedan máximo 11 aspirantes y los demás quedan colgados por falta de respaldos o porque sencillamente renunciaron a la labor a mitad de camino. Sin embargo, este ejercicio resulta ser una precampaña electoral, ya que al tener exposición en las calles y medios locales y regionales, se logra un pequeño reconocimiento que podría servirles a los desconocidos, por ejemplo, para estar en una lista al Congreso o en el futuro para Concejos o Asambleas departamentales, o para aspirar a alcaldías y gobernaciones. A fin de cuentas, poner en la hoja de vida “excandidato presidencial” podría funcionar para llegar a la ciudadanía.

Lo cierto de las firmas es que se trata de un proceso un poco extraño, aún porque no está reglamentado propiamente y se supone que los candidatos no pueden hacer campaña, entre otras razones, porque no están inscritos formalmente. No obstante, el poder dar a conocer algunas propuestas y posturas sobre diferentes temas permite que exista esa ventaja electoral, ya que reunir firmas es una plataforma útil para darse a conocer en los territorios.

Pero en todo este proceso muchos de los aspirantes también se quedan atrás por desconocer las disposiciones para la recolección de firmas, por ejemplo, que el ciudadano que decida entregar su respaldo debe diligenciar con su puño y letra todas las casillas de la planilla para evitar que se invalide la rúbrica. En algún momento, los colombianos han podido constatar que quien recolecta las firmas llena todos los datos del ciudadano y pasaba la planilla para la firma, pero este paso ya no será válido al considerar que hay dos tipos de letra y se invalidará ese respaldo.

Alfonso Portela, exregistrador para lo electoral, explica que el gran número de aspirantes por firmas se da porque, ante la falta de regulación, algunos de los aspirantes aprovechan que no hay que reportar las cuentas y únicamente buscan una exposición. “Lo que pasa es que es muy cómodo por varias razones. Los gastos de campaña no están regulados por la ley, la gente se relaja y aprovecha la recolección para adelantar la campaña. Pero al final del ejercicio solo quedan las personas reconocidas y con trayectoria”, dijo.

A pesar de que Portela tiene razón, la democracia participativa permite que personas “desconocidas” hagan el ejercicio político y que puedan recorrer todo el camino electoral sin problema alguno. Pero para algunos no tiene sentido que una persona sin recorrido nacional esté en una recolección de firmas para desgastar a la Registraduría.

Como para iniciar el camino presidencial por firmas no se exige la póliza de seriedad y cumplimiento, requerida para otros cargos de elección popular, ese factor incide para que el número de precandidatos sea tan amplio y sencillamente se viva la experiencia de estar en una contienda, sobre todo la de 2026, que seguramente tendrá bastantes particularidades por la situación política que se vive en Colombia y con el Gobierno Petro.

En medio de todos los “miedos” por la posibilidad de una constituyente, el registrador nacional, Hernán Penagos, fue enfático en que el próximo año habrá elecciones y el país tendrá un nuevo Congreso y un nuevo presidente que reemplazará a Gustavo Petro. “Así lo dice nuestra Constitución Política. En eso tenemos que trabajar todos y no generar duda alguna a la sociedad colombiana”, afirmó Penagos.