Política
El último adiós a Francisco, el papa de todos
SEMANA desde el Vaticano. Salud Hernández-Mora describió cómo se vive desde Roma, la despedida de uno de los sumos pontífices más queridos de los últimos tiempos.

Hoy comienza la verdadera despedida del papa de los fieles cristianos, y de los no creyentes, a quienes también hablara y dejara una huella imborrable. Su cuerpo estará expuesto durante tres días en la Basílica de San Pedro. Lo hará en un sencillo cajón de madera desprovisto de adornos, sin el tradicional catafalco que ensalzaba el ataúd de sus antecesores, de la manera humilde que dejó escrito en su testamento.
Aunque será imposible evitar que la capilla ardiente tenga un aire de grandeza, porque los cristianos regalaron a Dios a lo largo de los siglos el magnífico templo que pensaban merecía el Creador. Bajo la cúpula de Miguel Ángel, las majestuosas columnas del baldaquino de Bernini, esculturas como la Piedad o la estatua de bronce de San Pedro y ricos mosaicos y frescos, harán que el último adiós al Santo Padre que hizo de los pobres el eje de su papado, parezcan las honras fúnebres del poderoso que nunca quiso ser ni parecer Bergoglio.

Desde las 11 de la mañana, hora en Italia, y hasta la medianoche de Roma, podrán desfilar los peregrinos ante su cadáver, que reposa ante el ciborio y estará custodiado por su fiel Guardia Suiza, cuerpo militar histórico que hace juramento de defenderle con la vida. El santo padre descansa en el féretro forrado de terciopelo rojo, vistiendo la casilla púrpura que rememora los primeros pontífices mártires y una mitra blanca por su magisterio de la fe católica. Y en las manos, un rosario.
“Para los jóvenes, Francisco fue un maestro espiritual y humano, siempre les habló, ya fueran creyentes o no lo fuesen, y eso es lo que lo hace grande y hacer historia en la Iglesia católica y universal”, dice una joven argentina que aguarda ver a su papa. Comprende que Francisco nunca hubiese visitado su país natal: “Uno tiene que comprender que es un papa del mundo”.

Y buena parte de ese mundo al que viajó, sobre todo a la periferia del planeta, a lugares como Guinea Papúa o Timor, estarán presentes en la Ciudad del Vaticano. Roma es siempre una torre de Babel de turistas y peregrinos, máxime este año del Jubileo de la Esperanza. Francisco quería que el hombre de hoy mantuviese la fe en el mañana, y en Cristo como el que puede guiar al ser humano por entre el proceloso mar de los tiempos actuales.

Las medidas de seguridad, todavía relajadas, comenzarán a estrecharse a partir del jueves. Porque se espera la llegada de unos 70 jefes de Estado y de gobierno. Donald Trump, los reyes de España, Macron o Zelensky, asistirán a las honras fúnebres y lo acompañarán el sábado a su última morada, en la Basílica de Santa María la Mayor.
A Roma llegará, junto a los cardenales colombianos, Verónica Alcocer. La primera dama, cargo que no ejerce, no solo tiene en la capital romana a la embajadora que nombró el presidente por ser su amiga íntima, sino que contó con el raro privilegio de ser recibida en dos ocasiones por el santo padre.
También acudirá a las honras fúnebres la canciller Laura Sarabia y, por supuesto, Gustavo Petro, que consideraba al papa un buen amigo.
Los restos del papa salieron a las 9 de la mañana, hora local, en procesión desde Santa Marta hacia la Basílica de San Pedro. El camarlengo de la Santa Iglesia romana, cardenal Kevin Joseph Farrell, ofició la Liturgia de la Palabra y dio inicio a la capilla ardiente. Pero no será el que quedó a cargo del Vaticano hasta la elección del nuevo Papa quien organice el funeral. En su testamento Francisco delegó esa función en el arzobispo Diego Ravelli. “Será el de un pastor, no el de un poderoso”, explicó Ravelli.
El papa, el domingo, desde el balcón de San Pedro “deseó que este mundo tenga la paz anhelada, mensaje hasta el último momento de una fuerza impresionante”, nos manifiesta el obispo español de León, don Luis Ángel de las Heras. “Nosotros queremos y agradecemos al papa Francisco lo que ha hecho por la Iglesia, por el mundo, al servicio de Dios”, concluyó.