Política
El cardenal de Colombia habló con SEMANA tras muerte de Miguel Uribe y llamó a los precandidatos a una alianza de respeto y a desescalar el lenguaje
Monseñor Luis José Rueda presidirá este miércoles la eucaristía donde Colombia despedirá a Miguel Uribe Turbay.

SEMANA: Monseñor, Colombia oró por la salud de Miguel Uribe Turbay, pero finalmente perdió la batalla por salvar su vida. ¿Cómo recibió la noticia?
Luis José Rueda (L.R.): Teníamos la esperanza de que, a través de la ciencia médica, Miguel Uribe Turbay pudiera encontrar la recuperación. Pero, éramos conscientes de la gravedad de sus heridas, éramos conscientes de que el atentado había dejado unas heridas demasiado graves en su cuerpo. Acompañamos a la familia y a él en oración, en unidad con todos los colombianos. Pero llegó el momento de la muerte y la recibimos con dolor y pidiéndole al Señor que nos ayude a entender este momento tan duro para la familia y para los colombianos en general.
SEMANA: ¿Qué mensaje les deja a los colombianos este atentado?
L.R.: Primero, rechazando toda forma de violencia, rechazando la violencia verbal, la simbólica, esa violencia que no nos permite respetarnos entre nosotros, en medio de las diferencias, rechazando toda forma de acción violenta que trate de dañar las instituciones de nuestro país, la democracia y el proceso democrático, las elecciones del 2026. Además, rechazando toda forma de violencia en los territorios, en los hogares. Es la primera reacción que debemos tener. Segundo, el compromiso, hacernos la pregunta: ¿Y yo qué estoy aportando? ¿Estoy aportando por el camino de la violencia o estoy aportando con mis actitudes y mis palabras al camino de la reconciliación que necesita Colombia?
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SEMANA: Habla de la campaña electoral del 2026. ¿Cuál es el llamado de los candidatos a la presidencia tras lo ocurrido con Miguel Uribe Turbay?
L.R.: Primero, valorar a cada una de las personas que está postulando su nombre como precandidato, hombre o mujer, para asumir la primera magistratura de este país. Hay que valorarlos porque la política, el servicio al bien común, es una expresión de amor social, de amor a la comunidad y de capacidad de servicio. Segundo, invitarlos a que ellos, en medio de la diferencia, hagan una alianza de responsabilidad en sus expresiones, en su lenguaje, en sus actitudes y con todos sus seguidores. De tal manera que garanticemos desde lo que corresponde a los candidatos, pero desde lo que corresponde a las demás instituciones del Estado, que se garantice un proceso democrático en paz, que nos lleve a pasar la página de la violencia, el terrorismo y la agresión por las ideas políticas, a encontrar un proyecto común de Nación que nos lleve, realmente, a avanzar, a progresar en la unidad y en el encuentro de un desarrollo que nos dé paz y justicia en el país.

SEMANA: No se desescala el lenguaje. La Iglesia en Colombia sentó a los principales líderes políticos del país, al presidente Gustavo Petro, se habló en un almuerzo de la necesidad de bajarle el tono a las palabras, pero siguieron en lo mismo.
L.R.: La cultura del lenguaje y del lenguaje correcto, veraz y amable, es muy importante. Es una cultura en la que debemos trabajar todos, desde los distintos ambientes donde trabajamos, empezando desde la familia. Hay un escenario que son las redes sociales, los medios de comunicación, los lugares donde tenemos la oportunidad de comunicar. El lenguaje nos debe llevar a construirnos como persona, a construir historia, cultura, sociedad y nación reconciliada, justa y en paz. El hecho de que tengamos distintas visiones, no nos lleva a destruirnos, ni anularnos, ni a rechazarnos recíprocamente, sino a encontrarnos y a enriquecernos. El lenguaje es muy importante.

SEMANA: Usted presidirá la celebración eucarística de despedida a Miguel Uribe en la Catedral Primada, en Bogotá. ¿Puede adelantarnos el mensaje?
L.R.: Tomaremos la palabra de Dios, tomaremos la palabra del amor que es superior a la muerte, al pecado, a la violencia. Tomaremos la certeza y la confianza de que el Señor ha dicho: ‘Estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo’. Y tomaremos el evangelio del Señor Jesús en su primer signo en Caná, de Galilea, donde en medio de la crisis de una boda, convierte el agua en vino, pidiéndole al Señor que llene las vasijas vacías de nuestro país con el vino abundante del amor, del perdón, de la capacidad de encontrarnos como hermanos.