
Opinión
Un acierto del Espíritu Santo
La humildad del nuevo papa nos ayudará a sobrellevar el año que falta para librarnos de Petro y los cuatro años que durará el mandato de Trump.
Sigo siempre la elección de los pontífices porque, por pura casualidad, yo estaba con mi papá en el Vaticano el 21 de junio de 1963 cuando se anunció el humo blanco que marcó la escogencia del papa Paulo VI, sucesor del papa Juan XXIII. Habíamos visitado los Museos Vaticanos y nos dirigíamos a la Pinacoteca Vaticana cuando se regó la noticia de la fumata bianca. Corrimos hacia la plaza de San Pedro. Conozco la algarabía y la emoción que describen los que estaban en San Pedro el 8 de mayocuando vieron el humo blanco que señaló la elección de León XIV. Es una escena como no hay otra. Hablan de las superpotencias nucleares, hablaron del Imperio británico, ensalzan a empresas cuya valorización de mercado asciende a trillones de dólares, como Apple, Google y Microsoft, pero la única organización, institución o entidad que opera ininterrumpidamente desde hace 2.000 años es la Iglesia de Roma. Los demás son sencillamente aparecidos.
Mi papá era italiano, nacido en el sur, en Calabria. Fue seminarista en Cassano Ionio y aprendió a decir misa en latín. Debió ser cura en Italia, pero terminó en Colombia, donde se casó, tuvo ocho hijos y aprendió a comer cura. Nunca usaba la palabra aguacate, era siempre cura. A todos los hijos los llevó a Italia para conocer su tierra y la familia. Yo fui el primero por ser el mayor. En 1963 tenía 10 años. El itinerario del viaje por la península fue fundamentalmente eclesiástico. En Turín, el Santuario de María Auxiliadora, donde reposan los restos de san Juan Bosco y de Santo Domingo Savio; en Loreto, peregrinación al Santuario de la Santa Casa, donde se encuentra la casa de la Virgen María, que los ángeles transportaron desde el otro lado del Adriático; en Padua, parada en la Basílica de San Antonio; en Asís, en la Basílica de San Francisco, patrono de Italia, llegada a la abadía benedictina de Monte Cassino; y en Paola, visita a la basílica del otro san Francisco, san Francisco de Paola, patrono de Calabria.
Ese día en la plaza de San Pedro pasamos por la tienda de souvenirs. Mi papá compró no sé cuántos lápices que tenían un enorme borrador esférico con la efigie de Juan XXIII. Al volver a Medellín los regaló a todos los niños de mi clase y a todos los padres y profesores del Colegio Calasanz. De esa manera no perdí el año, aunque falté a clase seis meses.
En los cónclaves, el Espíritu Santo comunica el don de la gracia a los cardenales. Para los católicos, es el Espíritu Santo el que elige al nuevo papa. Con la elección del papa americano-peruano Robert Francis Prevost, el Espíritu Santo desbancó a Donald Trump como el norteamericano más importante del mundo. Solo uno de los representantes más autorizados de la razón social más antigua del mundo podía prodigarnos un antídoto contra Donald Trump y Gustavo Petro.
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León XIV es un ciudadano norteamericano que se graduó de la universidad en 1977. Llegó a la edad adulta, pues, en el periodo de la oposición a la guerra de Vietnam y de rechazo a la presidencia imperial de Richard Nixon. Vivió ese ambiente de insurgencia ciudadana contra la autoridad. Hace medio siglo, la mayoría de norteamericanos se escandalizaron con las mentiras y arbitrariedades reveladas por el caso Watergate. Las mentiras de Nixon fueron su fin. Negó haber dado órdenes para encubrir el robo a las oficinas del Partido Demócrata en el edificio Watergate. Un caso menor en sí mismo le costó la presidencia por haber mentido. Hoy, en cambio, la mitad del país vota por un presidente más dañino que Nixon y defiende a una figura cuyas falsedades son más perniciosas, como la del supuesto robo de las elecciones de 2020. Antes de su primera candidatura, Trump lanzó su primera gran mentira al afirmar que Barack Obama no nació en Estados Unidos. A diferencia de hace 50 años, actualmente la mitad del pueblo defiende al presidente autoritario y falsario. La mitad del electorado y la totalidad del Partido Republicano se corrompieron. León XIV, como ciudadano de Estados Unidos, no pertenece a esa categoría. Representa a la mayoría de los años setenta escandalizada por las mentiras presidenciales. Por eso es el antídoto contra Trump. Se ha elogiado mucho la trayectoria de misionero del nuevo papa, pero su condición de ciudadano vigilante, no arrodillado, ante el poder civil es igualmente notable. No podía ser más contrario al actual régimen fanático. Gracias, Espíritu Santo, por los favores recibidos.