
OPINIÓN
TOCONPET
Las instituciones y la clase política aguantan apenitas las embestidas del gobierno indecente.
Si, sí. Todos contra Petro. Las razones sobran. Nunca antes la política se ha degradado tanto. Nunca antes la democracia ha arriesgado tanto. Nunca antes alguien ha gozado de tanta impunidad política, moral o judicial como este Gobierno. Hacen y harán lo que les venga en gana. Nunca, ni Samper, tuvo tantos aliados bandidos, ni los favoreció tanto.
Las instituciones y la clase política aguantan apenitas las embestidas del gobierno indecente. En la derrota de la consulta popular pasamos raspando. Reflejo del peso de la mermelada y la demagogia. Reflejo de la indignidad de las izquierdas que prefieren adular frenéticamente la obsesión presidencial por permanecer por el poder que defender la poca democracia que tenemos. Las izquierdas son fieles a su bolsillo, oyen codiciosas las constantes noticias del enriquecimiento de los áulicos del presidente y añoran estar allí. Quieren su parte del pastel. Y los politiqueros siguen jugando en el filo de la navaja. Conscientes de que nunca han ganado tanto, ni tenido tanto, como cuando arriman a la candela del déspota marxista, ese que nos gobierna y que, como ellos, no tiene ninguna sombra de ética o moral.
Y desde ya se oirán las voces de los moderados, aquellos que viven frustrados por el fracaso de la izquierda a la que pertenecen in pectore o por facilidad y acomodo. Aquellos que, en su falta de carácter y codicia, prefieren lucir políticamente correctos y recoger mieles electorales o palmadas en la espalda de los censores del neo marxismo. Dirán: ¡no se unan que le dan una disculpa! Esos mismos que decían que era mejor aprobarle la consulta para salir pronto de eso y que no se “pegara” con las elecciones de 2026. Esos que creen que Petro es un genio y no un demonio inmoral, corrupto y manipulador.
O también estarán los que a todo le tienen pero, que todo lo igualan. Cuando es su voz la que clama, se le oye ponderada, amilanada y sus programas y discursos reflejan el centro acomodado, ese que teme represalias y no quiere posturas que resten votos u oyentes o lo hagan ver mal ante la turba progresista. Quieren la validación progresista pero se acuestan en pánico por la degradación innegable del país y el riesgo real de que la siniestra mezcla de propaganda estatal, auxilios económicos y propuestas populistas termine venciendo en las urnas a un establecimiento catatónico al que pertenecen y que, en gran medida, habilitó la llegada del presidente demoniaco en el gran plan santista de la paz. Esos que, en sus podcasts y comentarios, fingen sorpresa cuando las izquierdas latinoamericanas que idolatran imponen dictaduras con las manos teñidas de sangre y corrupción. Se preguntan ¿Por qué será que nuestra izquierda adorada termina siempre en dictadura? Mientras tanto pasan hojas de vida para encontrar chanfa en Estados Unidos, la cuna del capitalismo que tanto odian y tanto les conviene. Los mismos que ahora tratan de “convencer” racionalmente al petrismo y al congreso de lo inconveniente para el empleo que es su reforma laboral cuando los fieles de ese debate son el populismo o la mermelada.
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Resulta más sincero y realista el llamado a simplificar la acción política y remitirse a lo esencial. Al instinto que se encuentra en el clamor de gran parte de la ciudadanía que sufre las consecuencias del mal gobierno en la inseguridad y la destrucción de la salud. El clamor de quienes vibran de indignación ante la degradación infinita de las iniciativas del gobierno y la pasividad o inutilidad de las instituciones que garantiza la impunidad en cada nuevo desafuero, mentira o manipulación del gobierno.
Ese instinto de supervivencia debe traducirse en un voto útil contundente en las parlamentarias y en la presidencial. Hay que barrer en todas las instancias no solo al Pacto Histórico y a la centro izquierda complaciente, como la de Alianza Verde que se aleja del hedor de Petro mientras se regodea en la burocracia que le entrega y le vota sus reformas.
Hay que buscar, como se logró en las elecciones territoriales de 2023, que la izquierda pierda espacio en el congreso y que la politiquería que la habilitó también. Rechazar al liderazgo cínico y corrupto de la izquierda y cobrarle a los barones políticos su codicia y apoyo interesado al despelote petrista para que se reduzcan en su poder parlamentario y se puedan aprobar las medidas de choque que con urgencia requerirá el país incendiado y en cenizas que nos entregará la izquierda.
Y hay que concentrar las opciones presidenciales antes de la consulta interpartidista para que un voto útil e instintivo permita un triunfo en primera vuelta de quien no represente un populismo tan cerrero como el de la izquierda que debemos derrotar.
Un triunfo nítido del TOCONPET en primera vuelta traerá además diversos beneficios para el futuro. Anulará a Petro como un opositor viable; eliminará la posibilidad de los arbitrajes de los caudillos del pasado, esos que con sus mediocridades, codicias e incoherencias nos pusieron a Petro en el poder; hará imposible que los grupos económicos se apropien de la próxima presidencia; permitirá, en fin, eliminar la posibilidad de que la política tradicional comprometa, con su intervención en segunda vuelta, nuestro futuro como en medida no despreciable sucedió en 2022.
No es un sueño. Es un objetivo necesario. No es hora de sutilezas o elucubraciones. Es hora de mantener la oposición plena y constante al mal gobierno y la corrupción. No es momento de dudas, óptimos, componendas o recelos. Es el momento de seguir en la lucha.