Opinión
Tentáculos de la zurda internacional
Es increíble el poder de los tentáculos internacionales de la zurda, que, apoyándose en el odio y la revancha, no perdona a quienes han sido sus adversarios e impedido sus maquiavélicos logros.
Respetando la soberanía de los estados y sus decisiones judiciales, nunca creí que podría presentarse una afrenta a la democracia como la que registran los medios de comunicación, donde los buenos son considerados malos y los malos se vuelven buenos. Es el caso del señor general (r) Jesús Armando Arias Cabrales, brillante y ejemplar oficial de nuestro Ejército Nacional, quien ha sido sancionado por el gobierno de Estados Unidos.
La superpotencia del norte, aduciendo violación a los derechos humanos, ha sancionado al general (r) Jesús Armando Arias Cabrales por su participación en la recuperación del Palacio de Justicia, el cual fue asaltado por los terroristas del M-19 el 6 de noviembre de 1985. Asesinaron a varios magistrados, vil acto financiado por los narcotraficantes que temían ser extraditados, cuando este sobresaliente general solo cumplió con su función de defender a la sociedad y restablecer el orden constitucional perturbado por delincuentes.
Parece que a las autoridades norteamericanas se les ha olvidado que esa organización terrorista, además de asesinar, secuestrar, extorsionar y cometer un sinfín de crímenes, también afectó a ciudadanos de su nación. Ese fue el caso del recordado embajador Diego Asencio, quien permaneció secuestrado y ultrajado por estos bandidos durante 61 días, cuando en otro acto violento, el M-19 efectuó la denominada Toma de la Embajada de República Dominicana en Bogotá, el 27 de febrero de 1980, cuando secuestró a 15 embajadores. ¿Será que esto no es un acto de violación a los derechos humanos? Les recomiendo leer Terror en la embajada, escrito por Diego y Nancy Asencio.
Lo paradójico y digno de ser mencionado en Ripley es que hoy, quien ha sido elegido como jefe de Estado en Colombia y parte de sus colaboradores, que ocupan cargos muy sensibles dentro del Estado, como son el jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia, el Alto Comisionado de Paz y el Director de la Unidad Nacional de Protección, han sido miembros de esa misma organización terrorista y no han sido afectados por decisiones similares a la que hoy menoscaba la dignidad del general Arias Cabrales y su familia, donde con su loable desempeño buscó acabar la amenaza de unos bandidos.
La historia nos muestra que, lamentablemente, en el país, ser pillo paga; en el caso del M-19, que en solo el asalto al Palacio de Justicia fue causante de cerca de un centenar de personas muertas, el gobierno de Virgilio Barco lo indultó y amnistió por medio de la Ley 77 del 22 de diciembre de 1989. Posteriormente, en el gobierno de César Gaviria, con la Ley 7 del 3 de julio de 1992, se fortaleció el impedimento para que los cabecillas del M-19 fueran procesados por crímenes de lesa humanidad.
Con las Farc ocurrió algo similar cuando Santos y el Congreso, con el aberrante fast track, aprobaron la amnistía para los crímenes de lesa humanidad y hoy tenemos a 10 personajes de esa organización narcoterrorista sentados en el Congreso, legislando para 50 millones de colombianos. Pero duele aún más cuando el país amigo del norte dice que felicita a Colombia por el séptimo aniversario del Acuerdo de Paz, cuando este fue una aberración impuesta por el régimen de Santos al desconocer los resultados democráticos en los cuales el ‘no’ se rechazó el acuerdo de paz con estos terroristas.
Es increíble el poder de los tentáculos internacionales de la zurda, que, apoyándose en el odio y la revancha, no perdona a quienes han sido sus adversarios y ha impedido sus maquiavélicos logros; este parece ser el caso del señor general Arias Cabrales: después de 37 años de su operación legítima y constitucional, sigue siendo afectado sin causa justa.
En el momento de la recuperación de la seguridad frente al asalto de los facinerosos, seguramente hubo muchas felicitaciones, elogios y alabanzas, pero de cara a las decisiones antijurídicas todos callan. Colombia no puede abandonar a sus grandes hombres.