
OPINIÓN
Respuesta de un negro a un presidente racista
Será que este señor no se ha dado cuenta de que los negros sí tenemos derechos, será que no se ha dado cuenta de que hemos sido constructores de esta sociedad.
Dice la Biblia que de la abundancia del corazón, habla la boca. También en un pasaje se nos narra cómo Jesús hablándole a la multitud, les dijo: “No es lo que entre en la boca de un hombre lo que lo hace impuro, sino lo que sale de la boca lo que lo contamina”.
Lo anterior tiene como objetivo ambientar el contenido de esta columna. Una columna que escribo como hombre negro, y en nombre de todos los negros de este país; aquellos que seguramente estarán de acuerdo con este escrito, pero también aquellos que —lo más probable— no lo estarán.
Gustavo Petro, en un intento desesperado, siempre busca demostrar qué tan inteligente es; su megalomanía lo lleva a pensar y hacer creer que es un hombre con una inteligencia superior, y muchos de los que lo siguen defienden su inexistente brillantez.
Anoche, en el consejo de ministros televisado, por segunda vez dejó ver lo que realmente piensa sobre los negros. La primera vez lo hizo al referirse al presidente de la Corte Suprema, el chocoano Gerson Chaverra. En esa ocasión el presidente dijo: “No se entiende cómo un negro puede ser conservador”, para muchos que son negros y otro tanto que no lo son, esta frase solo fue una reflexión; para mí no lo fue.
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Esta frase lo que denota es la concepción interna y profunda que Gustavo Petro tiene sobre los negros, denota la negación de lo libres que somos los negros para pensar, lo libres que somos para escoger, lo libres que somos para ser. Se le olvida al presidente que ya no le pertenecemos a nadie, que nunca le hemos pertenecido realmente a nadie y que lo que vivimos, por medio de la esclavitud, solo puede ser comparado con la barbarie del nazismo.
Somos libres, Gustavo Petro. Somos libres para pertenecer al partido que se nos pegue la gana, somos libres incluso para oponernos a usted, somos libres para pensar diferente a usted y somos libres para expresar dichas diferencias.
Nos ganamos la libertad, incluso les enseñamos a blancos como usted, con todo y su sangre italiana, cómo hacerlo. No se olvide que desde que nuestros ancestros zarpaban desde Cádiz en condición de esclavitud, el único pensamiento que tenían era cómo lograr su libertad por la vía de la fuga. Piense, Gustavo Petro, en que cualquier semilla de libertad que germinó en estos suelos de América, fue sembrada por el ímpetu y la decisión de preferir morir libres que vivir siendo esclavos.
Pero anoche, Gustavo Petro desenfundó nuevamente sus pensamientos más íntimos, demostrando la incoherencia existente entre lo que dice cuando todos lo ven y lo oyen, y lo que realmente la raza negra le inspira: “Ningún Negro me viene a decir…” esta frase, mucho más que la anterior deja ver sus ínfulas de superioridad.
Lo que Gustavo Petro quiere decir es: ningún negro inferior a mí, que no solo soy presidente, sino que sobre todo soy blanco y soy blanco con sangre italiana, características que me hacen superior; tan superior, que no acepto que ningún negro inferior a mí, inferior por su raza, inferior por su color de piel, inferior porque yo soy su jefe, su amo. Y por ser inferior no tienen derecho a pensar contrario a mí.
Será que este señor no se ha dado cuenta de que los negros sí tenemos derechos, será que no se ha dado cuenta de que hemos sido constructores de esta sociedad, será que nunca se enteró de toda la sangre que derramamos por la independencia de este país, será que no se ha enterado de los rondones, de los negros primeros, de los pétion o los infantes.
Se nota que no sabe nada de los que incitaron la Independencia de México, gracias a los sucesos en Michoacán; o de aquellos que hicieron posible la Independencia de Argentina y de todos los pueblos cercanos al Río de la Plata, o qué decir de aquellos que acompañaron al general Sullivan mientras aguardaban la llegada de los refuerzos franceses.
No, no sabe nada de eso, pero si quiere, Sr. Petro, aquí esta este negro que se lo puede contar y relatar, si es que entiende la diferencia entre lo uno y lo otro.
Señor Petro, sepa y entienda que no estamos por debajo de usted; que no somos inferiores a uste, que no le debemos nada, que no somos menos que usted y que los negros sí tenemos la capacidad de pensar diferente a usted; que sí le podemos decir que muchos de nosotros tenemos una visión de país que no es la suya, que tenemos una visión económica opuesta a la suya, que concebimos la sociedad de una manera diametralmente opuesta y que estamos convencidos de que es mejor que la suya.
Existimos, somos y no le pertenecemos a nadie, habitamos este país porque lo hemos luchado, porque la sangre de nuestros ancestros fue derramada por la libertad de esta tierra. Y no, no aceptamos humillaciones suyas por más blanco que usted sea y por más sangre italiana que usted tenga.
Usted no ha hecho nada por los negros de este país, designó a una negra como su vicepresidenta a la fuerza y una vez posesionado, la humilló, la desplazó, la anuló, como una demostración más de su poderío racial, sobre una raza que usted equivocadamente ve como inferior.
Usted no tiene moral suficiente para minimizarnos por nuestro color de piel, ni usted ni nadie. Caminamos con la frente en alto, orgullosos de nuestro pasado, orgullosos de nuestro color de piel, orgullosos de ser diferentes, orgullosos de ser negros.
No se equivoque, Sr. Petro, somos pobres, si lo somos, entre otras cosas porque su Gobierno nos ha hecho más pobres, pero no se le olvide que es usted el que le debe al pueblo negro; fue usted el que fue a buscar los votos, fue usted el que se debió sacrificar para dormir en una casa de un negro y al otro día se bañó con una totuma para que le tomaran la foto.
Nos llamaron los nadies, como si esa frase existiera. Su campaña lo hizo, pero se equivocan, somos un pueblo con una identidad de la cual nos sentimos orgullosos, somos más de cuatro millones de personas que miramos al cielo y anhelamos un mejor vivir, creemos en las palabras del que murió en la cruz, y sabemos que “la resignación de nuestro corazón se agotará y el día llegará de la redención, se agotará y el día llegará que vivamos mejor”.