Opinión
¿Qué se busca nombrando gestores de paz a los asesinos de las AUC?
Presidente Gustavo Petro, usted les está tendiendo la mano a los más grandes asesinos de Colombia. Nada bueno puede salir de esto.
Nada parece sorprender con el actual Gobierno. Cada decisión del presidente Petro es más desafiante y transgresora de los límites de la legalidad que la anterior.
La última de estas decisiones es la de nombrar “gestores de paz” a 18 exlíderes paramilitares. En su obsesivo deseo de firmar la “paz total”, el presidente Gustavo Petro ha decidido sumar a esta lista a quienes lideraron las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), algunos de ellos aún tras las rejas.
Lo que empezó con la libertad de jóvenes de la llamada primera línea al comienzo del Gobierno Petro, bajo la figura de ser voceros de paz y avanzar en los procesos de reintegración de jóvenes pertenecientes a bandas criminales, mutó muy pronto en la decisión de nombrar gestores de paz a los cabecillas de los grupos armados, muchos condenados por los más atroces crímenes, y así suspender sus órdenes de captura.
Petro ha nombrado gestores de paz a los miembros de las disidencias de las Farc Édgar de Jesús Orrego Arango (alias Firú), Wenser Yosony Sabana Duque, María Alejandra Ojeda Londoño y Diego Armando Vargas, quienes hoy gozan de plena libertad. También este Gobierno le dio la libertad a Alexánder Farfán Suárez, alias Gafas, secuestrador de Ingrid Betancourt, quien había sido expulsado de la Jurisdicción Especial para la Paz por incumplir los acuerdos de paz con las Farc. Petro lo nombró gestor de paz, lo sacó de la cárcel y, ya libre, Gafas se internó en Cauca y hoy es el líder del bloque occidental Jacobo Arenas, al mando de Iván Mordisco.
Hoy son igualmente “gestores de paz” Orozman Orlando Osten Blanco, alias Rodrigo Flechas; Elkin Casarrubia, alias el Cura, y Luis Armando Pérez Castañeda, alias Bruno, líderes del Clan del Ejército Gaitanista (Clan del Golfo), así como Carmen Evelio Castillo, alias Muñeca; César Becerra, alias Camilo, y Norberto Quiroga, alias Beto, cabecillas de los Pachenca. Con todos se ha pedido que se suspendan sus órdenes de captura.
Y ahora a la lista se suman los líderes de las extintas AUC.
El nombramiento de gestores de paz de los líderes de los grupos armados con los que se adelantan acercamientos de paz se justifica en que estos cabecillas ejercen su liderazgo sobre grupos activos, que tienen un dominio en distintas regiones, que es el que se pretende desmontar. Pero nombrar gestores de paz a quienes hace más de 20 años se supone que entregaron las armas, hoy no tienen hombres a cargo ni dominio territorial, ¿para qué? ¿A quiénes van a representar estos señores? ¿En qué mesa? ¿Para qué, entonces, han sido estos 20 años de existencia de los tribunales de Justicia y Paz y los cientos de procesos que se adelantaron ante ellos? ¿Por qué creer ahora que unos delincuentes que faltaron a la verdad hace 20 años, algunos hoy en la cárcel al incumplir sus compromisos, van a hablar ahora con la verdad y a reparar? ¿A cambio de qué?
La Corte Suprema fue tajante al revocar la libertad que se le había entregado a Salvatore Mancuso: la designación de un gestor de paz no puede concebirse de manera ilimitada, descontrolada o irrestricta, más si se compromete el derecho de las víctimas.
Pero el Gobierno quiere que estos paramilitares, autores de masacres, torturas, violaciones, desplazamiento forzado, tráfico de cocaína, desapariciones, reclutamiento y todos los delitos que puedan caber en una historia plagada de los más sanguinarios crímenes, finiquiten “el proceso de paz hecho por el expresidente Uribe. Solo hemos dado una condición a algunas personas que han sido determinantes del paramilitarismo y pueden ayudar a cerrar el proceso iniciado en el periodo del Gobierno Uribe”, insiste el presidente Petro. “Ser gestor de paz es una condición del ser humano, no un regalo; quien acepta esta condición está dispuesto a resarcir a las víctimas y a las garantías de no repetición”, aseguró.
De manera que, según el presidente, Diego Fernando Murillo, alias Don Berna; Ramiro ‘Cuco’ Vanoy; Arnubio Triana Mahecha, alias Botalón; Ramón Isaza; Hebert Veloza García, alias HH; Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40; Hernán Giraldo Serna, alias el Señor de la Sierra; Juan Francisco Prada Márquez, alias Juancho Prada; José Baldomero Linares Moreno, alias Guillermo Torres; Rodrigo Pérez Alzate, alias Julián Bolívar; Fredy Rendón Herrera, alias el Alemán; Edwar Cobos Téllez, alias Diego Vecino; Héctor José Buitrago Rodríguez, alias el Patrón; Luis Eduardo Cifuentes Galindo, alias el Águila; Manuel de Jesús Pirabán, alias Pirata; Héctor Germán Buitrago Parada, alias Martín Llanos, y Carlos Mario Jiménez Naranjo, alias Macaco, ahora sí van a contar la verdad, a reparar a sus víctimas y a mostrar el arrepentimiento que jamás han mostrado. Así, sin ningún beneficio a cambio.
¿Qué busca el presidente abriendo de nuevo este proceso? ¿No será que Petro está haciendo hasta lo imposible para lograr la única verdad que lo obsesiona: que alguno de estos paramilitares diga que el expresidente Álvaro Uribe consintió el actuar de las AUC en Colombia? Eso es lo que en el fondo pareciera buscar Petro, corroborar unos señalamientos que se repiten, pero que jamás se han comprobado. ¿Es a cambio de esto que el presidente está dispuesto ahora a tener de su lado a los exparamilitares?
Hasta hoy no se conoce una sola gestión efectiva de ninguno de estos gestores de paz. ¿Qué harán ahora los exlíderes paramilitares? ¿Quién controla que esta designación de gestores de paz no sea un pase de regreso a la delincuencia, como sucedió con Gafas? ¿Por qué creer en este repentino ataque de bondad y verdad?
Presidente Gustavo Petro, usted les está tendiendo la mano a los más grandes asesinos de Colombia. Nada bueno puede salir de esto.