
Opinión
Polarización y anarquía
El absolutismo que nos atropella, ni siquiera se sonroja.
Estamos frente al líder de la polarización y la anarquía, quien con su discurso y retorica ‘progre’ divide a la sociedad e incendia los espíritus; por mandato de la Constitución, el jefe de gobierno debe ser no solo el centro integrador, sino el principal eslabón de la cadena que debe unir a todo un país, pero lamentablemente es el punto de discordia que debido a incongruencias ideológicas intenta implantar al más puro estilo dictatorial desafortunadas reformas que solo buscan afectar a los colombianos, posiblemente para generar el caos distractivo que requiere ante los escándalos y corrupción que carcomen sus huestes y por consiguiente a las bases de nuestra maltrecha democracia.
Cuando un gobernante manifiesta púbicamente que no requiere del Congreso para implementar sus reformas, suplantando al Poder Legislativo, o cuando indica que no acatará órdenes emanadas del Consejo de Estado, violentando de esta forma al Poder Judicial, al igual que cuando invita a la población a rebelarse contra las instituciones o cuando estimula la violencia con su discurso incendiario, está afectando la gobernabilidad y promoviendo la anarquía, elemento generador del caos, así como confirma que realmente estamos viviendo lo que sé siempre se ha rechazado, un sistema totalitario que nos convertirá en títeres de la izquierda internacional.
Estamos siendo afectados por las decisiones de una izquierda que parece aún no se ha dado cuenta de que su decadente ideología se encuentra desprestigiada y fuera de foco en el planeta tierra, pero que posiblemente esta si puede tener aplicación en el espacio sideral mencionado frecuentemente por el líder ‘progre’; con tristeza se observa que los ejecutores del gobierno cumplen al pie de la letra el libreto que busca generar las condiciones negativas en la sociedad para implantar a como dé lugar un gobierno socialista que perdure en el tiempo, al igual que ha sucedido en Cuba, Nicaragua y Venezuela, donde la población ha sido afectada en su desarrollo y libertades.
Ya han transcurrido más de dos años y medio del actual mandato y lo único que se percibe ha sido la incapacidad del gobierno para gobernar, pero si ha sido eficiente en lograr la polarización de la población; tampoco ha logrado imponer la seguridad en todo el territorio, pero si hay claridad en que el estado no tiene control total del país, cediendo de esta forma espacio a los narcoterroristas que asesinando e instrumentalizando a la población campesina están empeñados en una guerra de carteles para asegurar los corredores de movilidad y proteger los cultivos de coca, pero tampoco ha ejecutado las mega obras con que sedujo a muchos incautos durante la campaña que lo llevó al poder.
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Frecuentemente, se escucha en las tertulias sociales que la izquierda ha perdido su cuarto de hora, pues si hubieran tenido un verdadero liderazgo político, habrían hecho lo imposible por alcanzar todas las metas del programa de campaña para demostrar que los gobiernos precedentes fueron un fracaso y que la izquierda si podía lograr el cambio que prometieron, para llevar al país a una posición envidiable en el entorno vecinal, regional y por qué no, en el escenario mundial. Pero ha sido totalmente lo opuesto; las decisiones absurdas que ha tomado el Ejecutivo responden a impulsos ideológicos emocionales y no al complemento de los intereses nacionales.
Son numerosos los yerros del gobierno, como el apoyo a quienes se encuentran fuera de la ley, en lugar de hacerlo con los que la están cumpliendo; las demostraciones de desafecto con la fuerza pública, donde hombres y mujeres entregan hasta su propia vida en beneficio de los colombianos; la incitación a la violencia para tratar de coaccionar a la población o a las Instituciones; las permanentes amenazas a los ciudadanos, a funcionarios públicos y a miembros del Congreso porque muestran desacuerdo frente a decisiones totalitarias, así como el cambio permanente de sus inmediatos colaboradores, lo que no permite el desarrollo juicioso de ningún proyecto, y el nombramiento de exmiembros del M 19 en cargos que requieren conocimiento y gran experiencia profesional, no solo adhesión ideológica.
Ya vienen en camino las elecciones del 2026 y seguramente siguiendo las recomendaciones de Guanumen, correrán sin piedad las líneas éticas para mantenerse en el poder. La izquierda tiene muy bien aceitada la maquinaria política y ha colocado en los lugares estratégicos a personajes, posiblemente conocidos por ser de dudosa ortografía, para asegurar el ‘triunfo’.
La democracia no es perfecta, pero ofrece la oportunidad para cambiar la dirección hacia donde nos está conduciendo el actual gobierno. Los colombianos tenemos la obligación moral de luchar por el futuro de los hijos y del país.