
OPINIÓN
Petro se quiere robar la democracia con su consulta
Con una estrategia diseñada a largo plazo, Petro está haciendo todo lo posible para colocar sus fichas en los lugares clave.
La consulta popular que planea Gustavo Petro no es otra cosa que un intento descarado de atornillarse en el poder. No estamos ante un proceso democrático genuino ni ante una iniciativa que busque verdaderamente escuchar al pueblo. Lo que Petro está orquestando es una jugada maestra para perpetuarse en el poder, utilizando como excusa la “voluntad del pueblo” mientras manipula las instituciones del país. En un encuentro reservado con líderes sociales dentro de la cumbre de gobernadores, Armando Benedetti no tuvo reparos en asegurar lo que muchos ya sabíamos: el 1 de mayo, durante la marcha y la consulta que pretenden llevar a cabo, no se está buscando una participación ciudadana genuina, sino lo que él mismo llamó una “minireelección” de Petro.
Este movimiento, lejos de ser un ejercicio de democracia, es simplemente una maniobra que busca asegurar la permanencia de Petro en el poder. Con el pretexto de la “consulta”, Petro y su ministro del Interior no solo están engañando al país con el falso argumento de que la voluntad popular lo respalda, sino que está utilizando el proceso como una forma de consolidar su control sobre la nación. Y si alguien tiene dudas sobre la dirección que está tomando todo esto, basta con mirar el panorama más amplio: Petro no solo quiere ganar legitimidad en las calles con la consulta y la marcha del 1 de mayo. Está preparando el terreno para lo que se viene en los próximos 12 meses, un periodo en el que su principal objetivo será asegurarse de que nada ni nadie pueda desafiar su poder.
Con una estrategia diseñada a largo plazo, Petro está haciendo todo lo posible para colocar sus fichas en los lugares clave. Y uno de esos lugares es la Corte Constitucional. A través de su maniobra de tomarse la Corte con sus aliados, lo que busca es revivir la reelección y garantizarse que, más allá de la consulta popular o de las movilizaciones en las calles, no habrá freno a sus ambiciones. No cabe duda de que su verdadero interés no es escuchar al pueblo, sino aferrarse al poder a cualquier costo, utilizando la democracia como fachada para lo que, en realidad, es una acumulación de poder personal. Estamos ante un tirano.
Lo más cínico de todo esto es la justificación que Petro está usando. ¿La “voluntad del pueblo”? ¿Acaso el pueblo lo ha elegido para que se perpetúe en el poder? No, Petro se ampara en el discurso de la democracia, pero lo que está haciendo es una manipulación descarada. A lo largo de su mandato, ha demostrado que su objetivo principal no es el bienestar del país, sino asegurar su permanencia en el poder. Habla de “democracia participativa”, pero en realidad está buscando un camino sin retorno para consolidar una dictadura disfrazada, donde las instituciones estarán bajo su control y donde cualquier oposición será neutralizada. La justicia es clave en este objetivo.
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Lo que viene en los próximos meses es una amenaza directa a la democracia colombiana. Petro y su Gobierno están manipulando las reglas del juego para asegurarse de que no haya salida para aquellos que desean un cambio o que simplemente no comparten su visión autoritaria. La consulta, la marcha del 1 de mayo y todo lo que Petro está impulsando no son más que piezas de un rompecabezas bien armado, con un solo objetivo: aferrarse al poder. No importa lo que se diga o lo que se haga, la democracia está siendo secuestrada bajo el falso pretexto de “la voluntad popular”. Y lo peor es que muchos, incluso algunos que se dicen defensores de la democracia, están permitiendo este proceso, sin cuestionar sus verdaderas intenciones.
El futuro del país está en juego. Un futuro en el que Petro no será el presidente elegido democráticamente, sino un líder que se atornillará en el poder a través de estrategias manipulativas, utilizando las instituciones del Estado para fortalecer su dominio. La consulta popular y la reelección son solo una parte de un plan mucho mayor, un plan para seguir gobernando sin importar lo que diga la Constitución o lo que piensen los ciudadanos.
Este es un golpe directo a la democracia y el pueblo colombiano debe estar alerta. No solo está en juego el futuro inmediato del país, sino la propia naturaleza de nuestra democracia. La pregunta es, ¿estaremos dispuestos a permitir que un megalómano con ínfulas de caudillo use la democracia como un simple trampolín para consolidar un régimen autoritario? La consulta popular de Petro no es una acción en favor del pueblo, sino un paso más hacia su control absoluto sobre el poder, con todo lo que ello implica.
Ñapa: Gracias a Juan Manuel Santos, el país está en manos de unos drogadictos. No lo digo yo, lo dijo su gran amigo, el excanciller Álvaro Leyva, en su carta sobre Petro. Benedetti no tuvo reparos en confesar en una entrevista con la Revista Cambio que es un alcohólico y drogadicto.
Santos y Petro son el peor cáncer que ha parido este país, y lo que pretenden hacer en 2026 es aún más aterrador. Están dispuestos a arruinar todo lo que queda de nuestra democracia para seguir aferrados al poder.