Enrique Gómez Martínez Columna Semana

Opinión

Otra tesis sobre Saade

El problema son los traidores a la Nación.

Enrique Gómez
18 de agosto de 2025

El país tiene una inverosímil capacidad de fijarse en lo accesorio y anecdótico y despreciar lo esencial y cardinal.

En el caso de Carlos Ramón González, sobre quien faltan días y horas para verlo asilado en Nicaragua, lo importante no es que un corrupto evada la acción de la justicia con el apoyo, omisión o connivencia de la Fiscalía o de Migración. ¿Me van a decir ustedes que les sorprendió que se volara? ¿En este gobierno? Como si Pitufo no lo hubiera logrado ya.

Era claro y predecible que un exmiembro del M-19, que además manejó el Departamento Administrativo de la Presidencia, pudiera evadir la justicia como tantos otros. La corrupción, o su encubrimiento, es una credencial que otorga ascenso dentro del Pacto Histórico.

Lo escandaloso es adonde termina templando González en su huida: Nicaragua. Nuestro más enconado rival, si no enemigo, en el contexto geopolítico caribeño. La dictadura de Ortega y la cancillería nicaragüense han jugado hábilmente sus cartas por años en todos los planos: jurídico, geopolítico y propagandístico. Frente a la determinación nicaragüense, Colombia ha sumado error tras error de la mano de tristes lagartos, tan ignorantes como bien avenidos, en una larga tradición de indiferencia e incompetencia de sucesivos gobiernos.

Ahora Nicaragua recluta al exdirector de la Dirección Nacional de Inteligencia, oscura y degenerada entidad, con la supuesta función de desarrollar actividades de inteligencia estratégica y contrainteligencia para proteger los derechos y libertades de los ciudadanos, y prevenir y contrarrestar amenazas internas o externas contra la democracia, la constitución y la seguridad nacional.

González se ha llevado bajo el brazo posiblemente un cofre de tesoros de inteligencia estratégica de la Nación, además de sus apuntes y conocimientos, que podrá usar como moneda de cambio con la dictadura enemiga de Colombia que, antes y ahora, fue amiga y patrocinadora subversiva del M-19 mediante el Frente Sandinista de Liberación Nacional que Ortega llegó a liderar. Eso es lo grave de la fuga de González: no se trata solo de un ratero, que lo es, es un traidor.

La misma deriva a lo intrascendente es la que afecta a la prensa superficial o acomodada y a la opinión pública nacional.

El problema con Saade no es que sea un falso pastor o un atrabiliario vocero de Petro. El problema con Saade no es que, con desaforo, haya querido asegurar su serrucho y el del presidente en el oloroso y oscuro contrato que gestionó el siniestro gordo Bautista en Portugal antes de su fallecimiento.

El problema con Saade, son sus doce años de residencia en Venezuela en las filas y en amistad íntima con Ramón Rodríguez Chacín, uno de los más siniestros sirvientes de Chávez y Maduro.

Rodríguez Chacín fue oficial naval y experto en contrainteligencia y contrainsurgencia. Se desempeñó como ministro del Interior y de Justicia de Chávez en 2002 y 2008, lo acompañó en el intento de golpe de noviembre de 1992 y creó un grupo élite en la lucha venezolana contra las Farc y el ELN, que con el tiempo terminó siendo su principal protector, socio y aliado.

Y si algo explica el ascenso de Saade, por demás inexplicable, al círculo íntimo de Petro es su cercanía con los operadores más oscuros y peligrosos del régimen de Maduro. Lo más probable es que Saade sea un “activo” de la inteligencia venezolana en el centro del Petrismo.

Las beligerancias de Saade, la trivialización del homicidio de Uribe Turbay, sus llamados a la inconstitucional reelección de Petro o a la designación a dedo de su sucesor, son evidencias contundentes de una sospechosa comunidad de medios, fines y discursos con la dictadura de Maduro, como sus reiteradas, recientes y no documentadas salidas terrestres hacia Venezuela.

La separación, que no caída en desgracia, de Saade no tiene que ver con el pliego de cargos contundentes de la Procuraduría por el rollo de los pasaportes.

Tiene que ver con la reciente salida de tono de Petro y la beligerante vocería de Saade en una reunión conjunta de las altas esferas del Ministerio de Defensa y la Cancillería. El encuentro fue convocado por el propio presidente para reclamarle al estamento militar por las demoras en la implementación de la amplia e indefinida cooperación prevista en el indecente, mentiroso y subrepticio memorando binacional de entendimiento suscrito a escondidas por la ministra de comercio exterior de Colombia el 17 de julio (https://x.com/enrique_gomezm/status/1948090990947963192?s=46&t=oyB-qtik6KlDJBSyn16o2w), un atentado contra la soberanía nacional, supone su entrega a la corrupta Guardia Bolivariana y a la FANB.

La enardecida reunión fue liderada por Saade en nombre de Petro, y terminó en una confrontación con la institucionalidad de Defensa y la Cancillería, que se opusieron abiertamente a la inconveniencia de la reclamada “sumisión” de nuestras Fuerzas Armadas a las de Venezuela. Esta idea había sido sugerida por Petro, de manera osada y traidora, en uno de sus recientes mensajes digitales, posteriores al anuncio del aumento a 50 millones de dólares de la recompensa ofrecida por Estados Unidos por el dictador narcotraficante.

Al parecer, el compromiso y la defensa de Saade de la implementación de la “sumisión” de nuestras Fuerzas Armadas a las del país vecino fueron tan ostensible que obligaron, por fin, a algunos servicios de inteligencia del Ministerio de Defensa a rescatar o elaborar una investigación de los nexos de Saade con los servicios de inteligencia de Miraflores y a confrontar a Petro con ella.

El petrismo es corrupto, mentiroso y populista. Pero lo importante es que el petrismo es traidor de la soberanía nacional.

Noticias relacionadas

Noticias Destacadas