Luis Carlos Vélez Columna Semana

Opinión

Oferta y demanda

Para los petristas, así sea mentira, Petro significa pensión para los viejos, salud para todos, perdón para los criminales y revancha social. ¿Y la derecha? Un racimo de quejas. 

Luis Carlos Vélez
9 de agosto de 2025

En economía, cuando la oferta es pobre y la demanda no tiene opciones, el resultado es predecible: el consumidor se queda con lo que hay aunque no le guste. En política pasa lo mismo. Colombia está por ir en ese camino. Me explico.

La derecha colombiana parece atrapada en ese error. Ha convertido su estrategia en un inventario de críticas: que si el presidente Petro improvisa, que si sus ministros son ineptos, que si su carácter lo traiciona, que si sus salidas en redes sociales son un despropósito, que si se desaparece y es incumplido. Todo cierto. Pero nada de eso ha movido la aguja lo suficiente. ¿Por qué? Porque Petro tiene algo que sus opositores no: una base que lo adora, le perdona todo y lo sigue pase lo que pase. Un teflón político que, sumado a la maquinaria del Estado y a las prácticas nada santas de sus aliados en la política tradicional, le da una plataforma difícil de derribar.

Esa combinación es letal en un escenario donde la derecha llega dividida, sin propuestas seductoras y sin un relato que enamore. El centro, que en un país tan polarizado debería ser el árbitro, termina inclinándose hacia la izquierda. Es lo que hemos visto en otras latitudes: en Perú, donde el antifujimorismo une a sectores opuestos con tal de cerrarle el paso a la derecha; en Argentina, donde el kirchnerismo se alimentó por años de rivales fragmentados; y en Venezuela, donde la oposición fue incapaz de ofrecer un proyecto alternativo creíble mientras Chávez y luego Maduro consolidaban su narrativa. ¿Cuántos candidatos tiene la derecha y cuántos le faltan?

La pregunta es simple: ¿qué está ofreciendo la derecha colombiana? La gente no vota solo contra algo, también vota por algo. El ciudadano de a pie quiere seguridad, empleo, un sistema de salud que funcione, oportunidades para sus hijos, un transporte digno. No quiere escuchar únicamente lo mal que lo hace el presidente; quiere escuchar cómo va a estar mejor si elige a otro, quiere tener argumentos para dar su voto y para, oigan esto bien, defender su elección.

Para los petristas, así sea mentira, Petro significa pensión para los viejos, salud para todos, perdón para los criminales y revancha social. ¿Y la derecha? Un racimo de quejas.

Criticar al Gobierno es fácil. Proponer soluciones viables, que ilusionen y que aterricen en la vida diaria de los colombianos, es el verdadero reto. La política, como la economía, funciona con la ley de la oferta y la demanda. Si la oferta es pobre, la demanda se resigna. Y, en este momento, la derecha está ofreciendo muy poco.

Aparte, si no se han dado cuenta, nunca antes el Centro Democrático, la supuesta derecha del país, ha estado tan vulnerable: tiene a su candidato más fuerte en una uci y a su líder natural con una sentencia en primera instancia en su contra. ¿Qué van a hacer?

La semana pasada, el Pacto Histórico se reunió, aceptó a Quintero, un advenedizo en la izquierda, para luchar por las banderas del partido, y por ahí se las queda garantizando acceso más allá de los límites de la izquierda radical; no sorprendería que hasta sumara a Claudia López. ¿Del otro lado? Grillos.

Mientras no haya un proyecto sólido, coherente y capaz de enamorar, Petro y su teflón seguirán intactos. El problema no es que él tenga un piso alto: es que sus opositores no han construido un techo de ideas, conceptos y propuestas para guarecerse. Para la primera vuelta ya faltan menos de 300 días.

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