Opinión
“No seas neutral”
Ser completamente uno en los medios y ante el escritorio diario es más fácil decirlo que hacerlo. Muchas veces y ante la presión de las redes, no necesariamente las cosas salen bien.
Esta semana en la radio, tuve la oportunidad de entrevistar a alguien a quien admiro enormemente y quien me inspiró a tomar la determinación de ser periodista. Aunque siempre había deseado dedicarme a esto, en algún momento de mi vida tuve dudas y me dediqué al sector financiero.
Una tarde de domingo en la playa de Galveston, Texas, hace ya más de 24 años, un amigo me regaló un libro que recientemente desempolvé para que su autor me regalara su firma. Su título: Atravesando fronteras, la autobiografía de un periodista en busca de su lugar en el mundo. Su autor: Jorge Ramos, el icónico periodista mexicano que lleva décadas frente al noticiero Univisión, el informativo en español más visto en Estados Unidos. El libro fue toda una experiencia de vida para mí, una serie de momentos que tocaron mi corazón y confirmaron un derrotero profesional. Las coincidencias eran obvias: un migrante en Estados Unidos buscando un norte, una gran nostalgia por su país de origen y un apetito infinito por contar historias y enfrentar a los poderosos. Sus palabras confirmaron que mi destino era regresar a Colombia y volver a comenzar en el periodismo. Así lo hice gracias a las palabras de Jorge.
Luego, hace unos cinco años, en medio de otro momento de definición laboral, ya trabajando en la radio, me encontré con otro de sus escritos, una columna titulada ‘No seas neutral’. El texto, una vez más, tenía frases que marcaron nuevamente un rumbo profesional: “Creo en los principios básicos del periodismo. No tengo nada en contra de la objetividad y el equilibrio. Eso debe ser como un reflejo: ser obsesivo con los datos y presentar todos los puntos de vista. Sin embargo, eso no es suficiente para contar toda la verdad. Frente a los poderosos, siempre debemos tomar partido. Si tenemos que escoger entre ser amigo o enemigo del presidente, del político, del general o del dictador, la decisión es muy sencilla: soy reportero, no quiero ser tu amigo”.
Sus palabras cayeron como un rayo. Debo confesar que antes me preocupaba mucho ser “querido” por los demás y buscar tener una carrera profesional sin sobresaltos. Ya no. Me importa muy poco lo que piensen las mayorías o si les parece o no lo que diga, siempre y cuando yo esté tranquilo con los principios que rigen lo que hago: buscar la verdad, ponderar los puntos de vista y defender la democracia, a los más vulnerables y la libertad.
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Por esa misma época tuve una conversación con mi padre durante un almuerzo. Los ratings de radio no eran los mejores, él notó que no estaba bien de ánimo y me dijo: “Creo que uno de los problemas es que no estás diciendo del todo lo que sientes, y en la radio hay que ser uno, sin importar lo que piensen los demás”. Totalmente cierto.
Ser completamente uno en los medios y ante el escritorio diario es más fácil decirlo que hacerlo. Muchas veces y ante la presión de las redes, no necesariamente las cosas salen bien. Confieso que muchas veces el reflejo en el espejo personal no fue de mi total agrado, pero con el paso del tiempo he llegado a un momento en el que me siento completamente cómodo en mi propia piel. Finalmente, me calza lo que hago y mucho tiene que ver el haber dejado de lado intentar formar parte del statu quo de pensamiento, pseudointelectualidad y superioridad moral que prevalece en el universo garciamarquiano periodístico nacional. Y, segundo, con sentirme plenamente tranquilo al ser transparente con lo que pienso, siento y comulgo. Es algo que además las audiencias sienten, respaldan y premian.
En la conversación de radio con Jorge Ramos acerca de su nuevo libro, Así veo las cosas. Lo que nunca te conté, dijo: “Hay varias cosas por las que se debe perder la objetividad: la democracia, la libertad, el racismo, la discriminación, las dictaduras, la corrupción, las mentiras públicas y la destrucción del medioambiente”. Adhiero. En su libro, Ramos dice: “No soy menos periodista por tomar una posición. Al contrario. Hay veces en que la única manera honesta de hacer periodismo es dejando de ser neutral y confrontando a los poderosos. El silencio es el peor pecado en el periodismo. No seas neutral”. Definitivamente, eso aprendí y me liberó: yo no soy neutral, ni tampoco pretendo pasar por serlo.