Sofy Casas

Opinión

Mucha fuerza, Miguel Uribe

Desde esta trinchera, rechazo con toda la fuerza este intento de asesinato.

Sofy Casas
9 de junio de 2025

El país entero amaneció estremecido por el intento de asesinato contra nuestro amigo y compañero, el senador Miguel Uribe. Un atentado vil y cobarde, que no solo amenaza su vida, sino todo lo que representa: la valentía de alzar la voz en medio de un gobierno que ha hecho del odio su forma de gobernar. Hoy escribo con el corazón encogido, con rabia, con miedo, pero también con la convicción de que no nos van a callar.

Este ataque no es un hecho aislado. Es el resultado de un clima de violencia política que se ha venido gestando desde las altas esferas del poder. Un clima alimentado por un gobierno que ha estigmatizado a la oposición, que ha premiado a los criminales con curules y cargos, que ha abrazado al narcoterrorismo mientras abandona a los ciudadanos de bien. Gustavo Petro y su nefasto gobierno son responsables —por acción u omisión— del deterioro brutal de la seguridad en Colombia.

Nos han retrocedido casi cuatro décadas. Volvimos a los años oscuros del terror, del narcotráfico, del sicariato impune. Volvimos a la época de Pablo Escobar, cuando se asesinaban candidatos presidenciales, periodistas valientes, jueces, policías, soldados. Cuando pensar distinto era una sentencia de muerte.

El senador Uribe se debate entre la vida y la muerte tras el cobarde atentado que intentó silenciar su voz. Mientras su familia y todo un país rezan por su recuperación, Colombia entera enfrenta el reflejo más crudo del retroceso institucional: nos han llevado al escenario de Venezuela y Cuba, donde desafiar al régimen se paga con sangre. Esto no es solo una agresión contra un líder político, es un intento brutal de callar la democracia.

Pero este atentado también es una advertencia, una táctica de miedo. Es una forma de amedrentar a quienes no comulgan con su proyecto político, de sembrar terror para que la oposición no haga política, mientras ellos ganan tiempo y maniobran para impedir que haya elecciones libres en 2026. Pretenden atornillarse en el poder a toda costa. Pero se equivocan: no nos dejaremos intimidar. Vamos a seguir luchando por la libertad, por la democracia, y por devolverle la esperanza a millones de colombianos que hoy se sienten huérfanos de liderazgo, pero no de dignidad.

Ayer fue el doctor Fernando Londoño. Hoy el blanco es Miguel Uribe. Mañana puede ser cualquiera que se atreva a alzar la voz. Y lo más grave: mientras los criminales caminan libres, los colombianos decentes viven con miedo, sin garantías, sin Estado. En este país al revés, los violentos son premiados como “gestores de paz” y los líderes valientes tienen que esquivar las balas por defender la democracia.

Desde esta trinchera, rechazo con toda la fuerza este intento de asesinato. Le envío mi solidaridad, mi oración y mi admiración profunda a Miguel, a su familia y a todos los que hoy sienten que nos quieren arrebatar la esperanza. No lo van a lograr. Colombia es más grande que sus verdugos. Nos quieren silenciar con balas, pero van a tener que enfrentarse a millones de voces.

Hoy, más que nunca, el país necesita unidad, coraje y claridad moral. No se puede guardar silencio cuando la democracia está en juego. Que se haga justicia. Que no haya impunidad. Y que el país entero entienda que lo que está en riesgo no es un partido, no es un senador, es Colombia.

¡Mucha fuerza, querido Miguel! Tu vida vale más que el odio.

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