
Opinión
Miguel, el gran líder que conocí
No es tan común que un actor político pueda desempeñarse con destreza en la rama ejecutiva y en la legislativa. Miguel lo hizo sin problema.
Conocí a Miguel Uribe Turbay en noviembre del año 2015. Yo había participado en la campaña del alcalde Peñalosa y hacía parte de los equipos de empalme de la nueva administración, cuando escuché en los corrillos de la política bogotana que, probablemente, él sería el secretario de Gobierno. Yo había escrito un documento diagnóstico sobre lo que estaba pasando con las alcaldías locales y lo que creía que debía hacerse en los primeros meses de la nueva administración en la Secretaría. Por eso, y gracias a una amiga en común, conseguí rápidamente una cita con Miguel, quien me atendió en la plazoleta del Concejo de Bogotá. Él estaba terminando su periodo en el Concejo, donde había liderado una fuerte oposición a la alcaldía de Petro y había sido presidente de la corporación.
Hablamos por casi una hora. Me escuchó con mucha atención, y en nuestra conversación me di cuenta de que muchos de los temas que estaban en mi diagnóstico, también habían sido estudiados por él desde su ejercicio como concejal. Al despedirnos, le entregué el documento y cruzamos teléfonos. Por supuesto que por la astucia política que lo caracterizaba, nunca me confirmó que sería el secretario, pero tampoco lo negó, lo que para mí fue suficiente para entender, tras conversar con él, que sin duda estaría en el cargo.
Después de eso, tuvimos varias reuniones con los equipos que habían acompañado el empalme y, tras un mes de conocerme, Miguel me invitó a acompañarlo en su equipo de trabajo. Además, él y el alcalde Peñalosa resolvieron que yo sería el Subsecretario de Asuntos locales, es decir, que tuvieron la confianza de encargarme el liderazgo de las 20 alcaldías locales de Bogotá, que sumadas, ejecutan un presupuesto superior a un billón de pesos, con el compromiso de que este presupuesto se ejecutara con total transparencia y eficiencia. Para ese momento yo tenía apenas 31 años, pero eso para Miguel no fue ningún inconveniente, no solo porque él era menor que yo, sino porque realmente creía, al igual que Peñalosa, en el mérito y las capacidades de las personas, independientemente de su edad.
Recuerdo como si fuera ayer que, ya como secretario, tomó la decisión de que llegáramos a la entidad a las 5:00 de la mañana en nuestro primer día de trabajo, el 5 de enero de 2016, para conocer desde temprano a todos los funcionarios y poder saludarlos personalmente uno a uno. Desde ese mismo día, empezamos a tomar decisiones sobre los equipos al interior de la entidad, e iniciamos la difícil tarea de elegir a los nuevos 20 alcaldes locales de la ciudad, la mayoría de los cuales fueron también personas muy jóvenes, y todos sin excepción, personas capaces y comprometidas con el reto que teníamos por delante.
Miguel nombró además un equipo directivo de lujo para la entidad, que siempre estuvo a la altura de su velocidad de trabajo, y reconoció siempre los aportes y capacidades de los funcionarios de carrera administrativa, muchos de los cuales estuvieron también encargados de distintas dependencias y alcaldías locales.
Debo decir que el carisma y personalidad de Miguel le permitió integrarse muy bien desde el primer día con el maravilloso equipo de trabajo que tuvo esa administración, con quienes construyó una gran amistad. Creo que sus compañeros del gabinete distrital siempre encontraron en él un excelente compañero, pero también un soporte fundamental, especialmente en lo relacionado con el relacionamiento con los actores políticos de la ciudad y el país, campo en el que Miguel siempre se movió como pez en el agua.
Vinieron entonces muchos meses con jornadas de trabajo interminables, en el día y en la noche.
Miguel tenía muy claro que recuperar la seguridad era una prioridad, por lo que llevamos al Concejo el proyecto de creación de la Secretaría de Seguridad, y muchos otros proyectos importantes. Miguel lideró un ejercicio de diálogo valioso con el Concejo, que le permitió al alcalde Peñalosa y a la administración aprobar más de 30 acuerdos de la ciudad, incluido un Plan de Desarrollo sin precedentes en materia de inversión. Gracias a eso, logramos impulsar la construcción de colegios, jardines, parques, Centros de Felicidad, CADES, bibliotecas, centros culturales, estaciones de policía, vías, puentes, nuevas avenidas y muchos otros proyectos. Miguel también impulsó la aprobación del presupuesto para la construcción de la primera línea del Metro y un nuevo paquete de obras por valorización.
Además de su liderazgo ante el Concejo, como secretario de Gobierno trabajó con contundencia, por instrucción del alcalde, en la recuperación del espacio público de la ciudad. Recuperamos muchos sectores en donde los ciudadanos prácticamente no podían transitar, como la carrera Séptima, el Restrepo, la Av. Ciudad de Cali con Av. Suba y cientos más, en un trabajo conjunto con todas las entidades del distrito, y ofrecimos a los vendedores informales el máximo de la oferta institucional para que pudieran tener alternativas de trabajo. Miguel impulsó también la formulación de una nueva política pública para el espacio público, y lideró cientos de operativos de control, al comercio ilegal, a las ocupaciones ilegales de vivienda, a lugares antiguamente vetados por condiciones de seguridad. La regla en estos ejercicios de control fue siempre trabajar de la mano del sector privado, que quería aportar al orden y seguridad de la ciudad. La Policía Metropolitana y los funcionarios de la administración trabajaron con nosotros sin descanso, muchísimas veces noches enteras, para poder ejercer esta labor.
Con los recursos de las alcaldías locales, Miguel impulsó la construcción y mantenimiento de más de 1.200 parques vecinales y de bolsillo, y el arreglo de más de 1.000 kilómetros carril de vías en los barrios de Bogotá, inversiones complementarias al trabajo gigante que hicieron el IDU, el IDRD y las demás entidades de la administración, bajo el liderazgo de Peñalosa. Hoy puedo decir con total orgullo que la ciudad disfruta el resultado de este gran esfuerzo que hicimos como equipo.
Formuló también una nueva política pública de derechos humanos, una nueva política pública de Religión, Culto y Conciencia, y trabajó sin descanso por fortalecer las rutas de protección para líderes sociales amenazados. Gracias a este trabajo juicioso, no tuvimos en Bogotá un solo líder social asesinado en ese periodo de gobierno. Trabajó también en estrategias para el fortalecimiento de las organizaciones étnicas y afro, y en estrategias para fortalecer la cultura ciudadana para la aplicación del Código de Seguridad y Convivencia. Impulsó además una estrategia de modernización de las alcaldías locales, para hacerlas más eficientes y transparentes, a través de varios acuerdos y decretos distritales.
En 2019 tuve el enorme honor de reemplazar a Miguel como secretario de Gobierno, cuando se fijó el reto de aspirar a la alcaldía de Bogotá. Estoy seguro de que en la confianza que depositó en mí el alcalde, incidió muchísimo la confianza que también me tuvo Miguel, por lo que siempre le estaré agradecido.
Ese año, el conocimiento de Miguel sobre los temas de Bogotá, y la claridad de sus propuestas, le permitieron lograr 426.000 votos en su campaña a la alcaldía, un respaldo impresionante para un candidato tan joven.
Contó en esa campaña con el respaldo de un número muy importante de partidos políticos, lo que con seguridad también habría logrado en la campaña que adelantaba este año, si la vida le hubiera regalado más tiempo. También recorrió Bogotá barrio a barrio en esa campaña, siempre caminando las calles y hablando con la gente, como lo siguió haciendo siempre, hasta el fatídico 7 de junio de 2025.
Faltó tiempo también en esa oportunidad, para haber logrado un consenso con Galán, con quien, en mi concepto, existía una alineación en visiones de ciudad y en el profundo respeto por los recursos públicos.
Volvimos a encontrarnos con Miguel después de la pandemia, cuando me invitó a trabajar con él en su campaña al Senado de la República en el año 2021. Nuevamente, gracias a su liderazgo, consolidamos un equipo maravilloso en casi todos los departamentos del país, y recorrimos Colombia por tierra y aire.
Paradójicamente, estuvimos en lugares del país que cualquiera hubiera considerado muchísimo más peligrosos que las calles de Bogotá, y aunque no siempre nos sentimos seguros, el cariño de la gente por Miguel era un motor que no nos permitía quedarnos quietos. Miguel ganó el Senado con 223.000 votos en marzo de 2022, y viajó a Boston a terminar su maestría en Harvard. Al final de la campaña pude conocer a algunos de sus compañeros de maestría, y pude saber que su paso por una de las mejores universidades del mundo también había sido brillante.
Miguel parecía vivir con la prisa de quien presiente que el tiempo le será escaso. Por eso, el mismo día en que terminó la campaña al Senado, Miguel invitó a todo su equipo a sumarse a la campaña de Federico Gutiérrez a la Presidencia en todo el país, y especialmente en Bogotá. Allí volvimos a trabajar de la mano del alcalde Peñalosa y cientos de líderes bogotanos, senadores, representantes, concejales, ediles, líderes comunales.
Recuerdo mucho que escribimos con Miguel las propuestas de campaña de FICO para Bogotá, especialmente una propuesta de seguridad en la que trabajamos hasta altas horas de la noche para un evento en plaza pública, que organizó para FICO, de la mano de todo el equipo de campaña. El evento se realizó en la Plaza de los Mártires, a una cuadra del Bronx, el antiguo epicentro del crimen de Bogotá, que gracias a la intervención que hicimos en la administración, pudo ser erradicado.
Este era a todas luces un lugar que cualquiera hubiera considerado peligroso para un evento de campaña, pero contamos con todo el acompañamiento de la fuerza pública para que se desarrollara sin problema. Es triste que Miguel no hubiera contado con un apoyo similar en este año, haciendo campaña para buscar, esta vez en nombre propio, la Presidencia de Colombia.
Ya en el Congreso, pude acompañar a Miguel algunos meses en el inicio de su ejercicio parlamentario. Nuevamente, antes de su primer día de trabajo, ya habíamos elaborado, de la mano de expertos y en diálogo con empresarios y ciudadanos, los proyectos de ley y acto legislativo que radicaríamos el 20 de julio.
Presentamos un proyecto de ley que buscaba institucionalizar el día sin IVA, como una medida para estimular el comercio a nivel nacional. Este proyecto no contó con el respaldo del Ministerio de Hacienda del nuevo gobierno, a pesar de que estaba comprobado que la medida funcionaba.
Miguel presentó también una reforma constitucional que buscaba que los alcaldes y gobernadores que hubieran incumplido su programa de gobierno o su Plan de Desarrollo quedaran inhabilitados para ejercer cargos públicos, y un proyecto, que el año pasado se convirtió en Ley de la República, que obliga a las rutas escolares a contar con cinturón de tres puntos en todos sus puestos, para garantizar la seguridad de los niños y niñas.
No es tan común que un actor político pueda desempeñarse con destreza en la rama ejecutiva y en la legislativa. Miguel lo hizo sin problema. En su rol en la administración distrital fue un excelente gerente, muy riguroso en la administración de los recursos, en la toma de decisiones, y en la materialización y ejecución de proyectos e inversiones.
En su ejercicio legislativo, fue igualmente brillante, en la formulación de propuestas innovadoras para el país en materia legal, y especialmente en su ejercicio de control político. Miguel aprovechó su curul en el Senado para denunciar lo que estaba pasando en el país, especialmente en materia de seguridad y en la inversión de los recursos públicos.
Para mí fue sorprendente ver cómo el joven político que había conocido años atrás se había convertido ya en una figura nacional. Lo constataba cuando me subía a los taxis y lo escuchaba a través de la radio, y les preguntaba a los conductores, sin decirles que era mi amigo, qué tal les parecía. No recuerdo haber encontrado un comentario negativo.
Como Colombia ya sabe, tras una maratónica carrera como senador, Miguel emprendió nuevamente un reto mayor: la lucha por la Presidencia de la República. Ya contaba con un programa claro sobre lo que quería para el país, y venía recorriendo nuevamente cada uno de los rincones de Colombia para que los ciudadanos de todas las regiones conocieran sus propuestas.
Los amigos de Miguel hemos tenido unos días duros desde el 7 de junio de este año. Debo decir que la gran mayoría conservamos hasta último minuto la esperanza de que se salvaría tras el atentado, especialmente porque pudimos ver una serie de hechos prodigiosos en medio de su crítica situación, que le permitieron recibir atención oportuna y el mejor tratamiento médico que se puede recibir en Colombia.
Hoy tras despedirlo, solo me queda para con él y su familia un profundo agradecimiento, y el deseo absoluto de que este crimen no quede impune. Me queda también la absoluta convicción de que el efecto que ha generado en la opinión pública este crimen nos llevará con seguridad a una reflexión nacional, una nueva conciencia sobre la necesidad de que no permitamos que el país vuelva a los días oscuros de violencia política, que nos han visitado cíclicamente durante casi dos siglos.
Esta nueva conciencia generará, sin duda, como hubiera querido Miguel, una unidad nacional y de los partidos políticos de distintas vertientes ideológicas que creen en la democracia, la seguridad y la paz. Una unidad que le permitirá a Colombia pasar esta página de horror y volver a escribir, para Alejandro Uribe Tarazona, y para todos los niños de Colombia, la historia de un país en donde todos los ciudadanos puedan expresar sus opiniones, participar en política, debatir y disentir, sin el temor a que el ejercicio de estos derechos les pueda costar la vida.