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Opinión

Los principios éticos y morales en la política

Cuando la política carece de ética se genera la corrupción, el engaño, el abuso de poder, la impunidad y llegan el caos y la anarquía.

David René Moreno Moreno
23 de julio de 2025

Hay políticos de ingrata recordación que, de acuerdo con sus propios intereses y para tratar de justificar sus desafueros, acomodan una frase muy trillada del lenguaje popular diciendo que: ‘en la política, en la guerra y en el amor todo es válido’. Esta premisa no puede ser aceptada por cuanto la política debe estar fundamentada en la ética, en la moral, en los principios y en los valores; aspectos que muchas veces son olvidados o expresamente desdeñados por ciertos personajes que se deleitan en las redes de la corrupción y otros que hasta promueven correr la línea ética en su cotidianeidad.

Las próximas elecciones ofrecen nuevamente el terreno fértil para conquistar la mente y el corazón de los electores, pero ojalá las amargas experiencias vividas durante estos últimos años le hayan servido a quienes cayeron en las redes de la mentira y el engaño para no dejarse seducir nuevamente por las falsas promesas de ‘castillos en el aire’, así como tampoco por el discurso de odio y la lucha de clases impulsada por la izquierda recalcitrante que tanto daño le ha causado al país.

La política es una actividad inherente al hombre y a su convivencia dentro de una sociedad, la cual se orienta a la toma de decisiones que deben buscar el bien común, y está conformada por actividades y procesos cuyo origen se remonta a más de 25 siglos. La historia de los pueblos muestra que no siempre el ejercicio de la política ha seguido la senda marcada por los principios y valores fundamentales, como lo atestiguan los escándalos que actualmente rondan al poder Ejecutivo y no tienen aún decisiones jurídicas; lo cual genera desconfianza hacia los gobernantes.

La ética debe estar presente en todas las actividades del hombre y es por ello por lo que cuando se refiere a la política, esta cubre un conjunto de normas que deben guiar el comportamiento particularmente de quienes ocupan cargos públicos y de quienes son elegidos por el voto popular. Incluye principios como la justicia, la honestidad, la transparencia, la responsabilidad y el respeto a los derechos humanos. La moral, por su parte, es la aplicación personal e interiorizada de esos principios; lo que significa que un político honesto debe actuar por convicción, sirviendo como ejemplo a la sociedad.

Cuando la política carece de ética se genera la corrupción, el engaño, el abuso de poder, la impunidad y llegan el caos y la anarquía, mientras que cuando los políticos actúan dentro de las leyes y las normas, además de inspirar confianza, fortalecen las instituciones democráticas, promueven el progreso y buscan mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Las decisiones políticas deben impulsar la equidad, acabar con la marginalidad de los sectores más vulnerables, neutralizar y prevenir la corrupción, así como exaltar la justicia.

Las amargas experiencias vividas por millones de honestos venezolanos bajo el régimen del socialismo del siglo XXI motivó su migración hacia otros países donde compartieron su adversidad. Es triste recordar como muchos colombianos hicieron oídos sordos frente a los tragos amargos de nuestros bravos vecinos que buscaban prevenirlos sobre negros futuros y se dejaron seducir por las promesas de un cambio que no llegó. Con mentiras y engaños les arrebataron el futuro, pues la ideología del progresismo es la misma del proyecto político de la izquierda mundial que busca dominar al proletariado, no su progreso.

Ojalá los políticos sean conscientes de la necesidad de cambiar la imagen desafortunada que se ha generado alrededor de su actividad, pues la corrupción en sus diferentes facetas ha tocado directamente a algunos de sus integrantes y se requiere que las elecciones del 2026 sean totalmente transparentes, libres de vicios, engaños y presiones. Pensar en Colombia y en su futuro es definitivo para recuperar el país.