
Opinión
Los dos nuevos payasos de Palacio
Saade es un impostor sin neuronas, pero Montealegre posee una mente brillante, que escogió destinar su incuestionable sabiduría a trazar y ejecutar maldades.
Por si alguien albergaba algún asomo de duda, el nombramiento del esperpéntico payaso petrista en una oficina de Palacio se lo despejó. Gustavo Petro se enroca en la etapa final de su aciago Gobierno. Solo admite focas que aplaudan sin rubor cualquiera de sus delirios y maniobreros sin escrúpulos, un indigesto coctel aderezado con un tirapiedras y un rencoroso comunista que perteneció a la Juco, capaz de armar cualquier tramoya jurídica que sirva a sus intereses espurios, como destapó Gaona. Es el otro nuevo payaso del gabinete, pero inteligente y peligroso.
Porque Saade es un impostor sin neuronas, un gallito sin plumas, pero Montealegre posee una mente brillante, dilatada experiencia y una magnífica formación. Da pesar que escogiera destinar su incuestionable sabiduría a trazar y ejecutar maldades para castigar a los que declara enemigos, empezando por Álvaro Uribe, por quien siente un odio patológico.
Lo siento por el ministro de Defensa, que es como mosca en leche en ese singular cuadro. Difícil para el general retirado desmarcarse de un Ejecutivo liderado por un dirigente autoritario que no acepta nada distinto al alabo. Y que pretende imponer la mediocridad como novedosa fórmula de designar diplomáticos. Tampoco debería sorprendernos la decisión sobre el servicio exterior ni su acostumbrada incoherencia, si tiene de canciller a una joven sin mundo ni idiomas. Aun así, es tan desolador el panorama que observamos en los consejos de ministros y tan exiguas las expectativas, que Sarabia destaca por su habilidad y sentido común.
Admito que tuve que hacer un esfuerzo para escribir unas líneas sobre el jefe de gabinete. Supone conceder importancia a un ser grotesco. De ahí que nunca contestara los improperios y calumnias que me dedicó. Me parecía una mente tan famélica, que me resbalaban.
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Distinto fue cuando Petro le regaló un alto cargo en La Guajira (director del Instituto de Aguas), como demostración de que los sedientos niños que el presidente decía ayudar, en realidad le valían cero. Nadie en su sano juicio que busque armar un grupo profesional y efectivo para solucionar problemas agudos, pensaría en semejante mercachifle.
Saade recibió un buen salario en pago a sus insultos a los críticos del petrismo. Para fortuna de los guajiros fue un fugaz despropósito. Debió largarse al declarar inconstitucional el decreto de emergencia que creaba la mencionada entidad.
Dado su vacío intelectual, cabría reconocer que, salvo el despilfarro de pagar con dinero público la boca de un esbirro que solo sabe de vomitar infamias, su capacidad de causar desastres en Palacio se antoja limitada. Los perjudicados con su designación son el propio Petro y la maltrecha imagen del Pacto Histórico. Escoger a un sujeto que se pasea por el país disfrazado de pastor cristiano, sin asomo de pudor, cuando las iglesias han insistido en repudiar su falsa investidura, deja entrever la calamitosa deriva del presidente. Además de que entre sus máximos logros profesionales figura abrogarse el papel de testigo de cargo de un rocambolesco plan para matar a Petro, en una amañada entrevista con Hollman Morris. O el de insultador compulsivo; o el proponente de medidas chavistas contra los medios que le disgustan, o el de profeta que predica haber encontrado al nuevo Mesías. En suma, un insignificante bufón de palacio, lo opuesto por completo al otro payaso.
Si uno analiza el gabinete y la tropa que rodea al presidente, ninguno es equiparable a Eduardo Montealegre.
El exmagistrado despreció a su nuevo jefe decepcionado, dijo, por la corrupción y determinadas designaciones del primer presidente de extrema izquierda. No olviden que el nuevo ministro de Justicia sigue fiel a su ideología ultrazurda. Pero ahora necesita a Petro para poner en marcha sus maniobras perversas.
Si logró que los jueces aceptaran su descabellado papel de víctima de Álvaro Uribe, lo imagino convencido de que puede conseguir cualquier insensatez que se proponga. Acariciaba la consulta y la asamblea popular constituyente, y ahora que Petro anunció la constituyente en forma de papeleta en las urnas de 2026, tendrá que buscar otras pérfidas misiones. Nada bueno puede salir de una mente abyecta cegada por el odio. Ojalá los Gaona estén atentos.
Además de que se ha rodeado de un equipo de primera categoría (un pesar la incorporación de Bernate). A su lado, los demás ministros y sus asesores parecerán pigmeos.
En suma, habrá que agradecer a la Iglesia católica sus buenas y frustradas intenciones. Petro les escupió en la mano tendida con semejantes nombramientos. También, insultando esta semana a un medio por informar, de manera veraz, sobre un hecho que desmentía las falacias del presidente.
Los obispos cometieron el error de creer en su propósito de la enmienda y en equiparar las injurias y calumnias del jefe de Estado, que abusa de los resortes del poder, con las opiniones de críticos y opositores.