
Opinión
‘Lava Jato’ colombiano y ¿matemos al mensajero?
Si se juntan el hambre con las ganas de comer, en términos de corrupción, no hay mejor lugar para ir que a la petrolera estatal.
Esa es la historia ya larga, todavía sin desenlace final después de diez años de investigaciones exhaustivas, del mayor escándalo de corrupción de la historia de Latinoamérica alrededor de la red de corrupción que los gobiernos socialistas de Lula da Silva y Dilma Rousseff construyeron, usando los ‘ilimitados’ recursos de Petrobras y todos sus extensos escenarios de corrupción. Escándalos que estaban también ligados a las llamadas “pedaladas fiscales” de Rousseff con las cuales creó un esquema para violar la regla fiscal y ocultar que los ingresos fiscales eran insuficientes para cubrir los aumentos en el gasto público enfocados a mantener en el poder al Partido de los Trabajadores.
No es coincidencia el parecido con nuestra actual realidad. El know how corrupto del Gobierno Petro no proviene solamente del modelo venezolano de saqueo de las arcas públicas y de la petrolera estatal.
La larga amistad y colegaje de Petro y algunos de sus más fuertes aliados políticos del establecimiento con los líderes del Foro de Sao Pablo, sin lugar a dudas ha permitido la transferencia de tecnología para lo que se anuncia como el grotesco saqueo de Ecopetrol desde la presidencia y la junta directiva de la misma.
Ecopetrol es el escenario claro y lógico de la corrupción de la administración Petro. Entidades como la UNGRD son tiendas de barrio para los corruptos, comparadas con la magnitud y alcance de los recursos y operaciones de la estatal petrolera.
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Desde julio de 2022, hablé en este espacio de cómo era indispensable para Petro darle un golpe de estado a la junta y los estatutos de Ecopetrol. Y lo dieron. No solo para nombrar calanchines en la junta y en todas las áreas de la empresa y sus filiales, e imponerle nuevas cargas tributarias sin oposición de la junta directiva, sino para poder asegurarse los recursos de contratación y caja para el saqueo corrupto y el soborno de una gran parte de la clase política y empresarial del país.
Era indispensable nombrar a Roa. Un hombre que en la alcaldía de Bogotá le había demostrado a Petro sus habilidades para ‘cargar la maleta’, como se denomina en el argot corrupto a los cómplices que ejecutan en la práctica las operaciones de corrupción y llenan las maletas de los sobornos recaudados a nombre del jefe nominador.
¡Y Roa ha cumplido! No solo enviando las señales tempranas y correctas al sector empresarial de que en esta administración existía la disposición para recibir dádivas, con el oscuro caso de la compra y remodelación de su apartamento en Bogotá, tan parecido en la forma, la ejecución y la impunidad al famoso apartamento de Lula, sino poblando las estructuras de poder de Ecopetrol de calanchines sin experiencia, pero con voracidad garantizada. Es periódico de ayer la constatación de que el capaz equipo directivo de la petrolera ha sido desbandado a las patadas y reemplazado por la prole corrupta, inepta y leal de Roa y su amante.
Y en el banquete de corrupción que ha venido sirviéndose en los últimos casi tres años en Ecopetrol, claro que el establecimiento político tradicional ha tenido asiento. Los políticos más avezados del régimen, los de siempre, han estado sentados a manteles desde la junta directiva para abajo. No solo comiendo, sino ayudando a robar y también controlando, con los mismos ingentes recursos económicos de la estatal petrolera, el daño reputacional en las cuerdas del periodismo amigo del poder, también los de siempre.
Falta mucho por saber del Lava Jato de Ecopetrol. Y mucho no se sabrá por cuanto, claramente, la fiscal general de bolsillo —como lo hace ya ostensiblemente con los demás casos de corrupción de la campaña y este Gobierno— pondrá el freno inquisitivo cuando no active de manera flagrante la destrucción de evidencia en este que será el papá de los escándalos de este Gobierno.
Por eso no deja de sorprender que aliados periodísticos de poderosos políticos, con cuota expresa en la junta de Ecopetrol, presenten la ampliación del contrato de ‘investigación’ con Covington & Burling como un hecho de corrupción y denuncien las ‘chuzadas’ de muchos calanchines como un oprobio, y a renglón seguido se sumen a los sopladores de escándalos en contra el director de cumplimiento de la empresa que, precisamente, pretendía usar a los abogados gringos para investigar la corrupción.
¿Es acaso una muestra del clásico manejo de crisis de los corruptos? Enlodar al investigador y distraer a la opinión con su linchamiento, mientras precisamente se frena al contratista investigador.
¿Se busca ahora, precisamente, eliminar la evidencia que se aspiraba a recaudar con el investigador externo?
Lo cierto es que, como en su momento en Lava Jato, Odebrecht y en el Fifa gate, entre otros, la entrada en escena de las agencias de investigación de Estados Unidos podría servir para levantar el manto que cubre la verdadera extensión del saqueo de Ecopetrol en este Gobierno. No hay garantías y el costo será alto, sobre todo para los accionistas privados de Ecopetrol, pero ojalá se realice pronto y sepamos la verdad a tiempo para que, como en Brasil, sirva de acicate para sacar la izquierda corrupta del poder a pesar de que allá, sobre las cenizas de la incompetencia del sucesor y del desastre que entregaron, hayan vuelto como siempre al poder para seguir robando.