
Opinión
Las despóticas “petrorreformas”
Las “petroformas”, despóticas e insolentes, no paran. Son la “retórica incendiaria” que el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, le exigió “moderar”.
Gustavo Petro sueña con trascender como el gran reformista. Quiere formar parte de una galería, creada por él, integrada por los que define como los grandes “transformadores” de nuestro país: Simón Bolívar, López Pumarejo, Gaitán. A veces incluye a Melo y a Lleras Restrepo. Esta apuesta “histórica”, llena de anacronismos animados por el romance que sostiene consigo mismo, se funda en una trilogía de “reformas sociales”: la pensional, la laboral y a la salud. Se ufana, además, por la tributaria de 2022 y la del alza de los combustibles, dictadas por el FMI, promovidas a nombre de la equidad, cuyas secuelas en el ahorro nacional aún se sienten. Y por la agraria, pese a las corruptelas en la ANT y a que las metas de distribución de tierras no llegan aún al 15 por ciento de las trazadas en el Plan de Desarrollo.
Son bien sabidos los orígenes de esas “petrorreformas”, cuyo sello inconfundible es que se ajustan con rigor a los mandatos del neoliberalismo. Como la de la salud, basada en un documento del BID titulado ¿En qué gastan los países sus recursos en salud?: el caso de Colombia (septiembre de 2023).
Por su parte, las fuentes de la laboral son los estudios de la Ocde sobre el mercado del trabajo en Colombia de 2016, 2019 y 2023 y el capítulo 17 del TLC con Estados Unidos. En cuanto a la pensional, el sistema de pilares tuvo la primera aplicación en Chile por los Chicago Boys, asesores de Pinochet, que luego el Banco Mundial volvió modelo global.
Cada “petrorreforma” causa resistencias naturales de partes interesadas que, con sus particulares debates, encontraron eco en bancadas políticas en el Congreso.
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La reforma a la salud enfrenta las controversias del gremio Acemi, que agrupa a las EPS; también de Pacientes Colombia, que son 198 organizaciones; de la Academia Nacional de Medicina, que lidera 12 asociaciones médicas unidas en acuerdos fundamentales, que no ven ninguna certeza financiera para cubrir los costos; también expresan reparos las clínicas y hospitales, algunas ONG y expertos en la materia.
La pensional fue confrontada por académicos, profesores universitarios, funcionarios y empleados de ingreso medio, por Asonal Judicial, y tiene 40 demandas en la Corte Constitucional. Esto, al advertir vicios de trámite en el Congreso y que confisca el ahorro de los millones que quedarán en el pilar semicontributivo, con lo que el Estado financiará un “bono miseria” a las personas mayores más pobres; proyecta una mesada de jubilación mínima a futuras generaciones y entrega nuevas prerrogativas a las administradoras privadas.
Asimismo, discrepó un grupo técnico del Banco de la República, que destaca los efectos negativos sobre el empleo y la creciente informalidad, y una parte del sindicalismo, que ha develado tramposos elementos negativos –incrustados en el texto– que envilecen el mercado del trabajo. Tanto es así que, como expresan reconocidos abogados laboralistas, al enlazar con el nuevo código procesal se fragua “la mayor traición a la clase obrera” (S. Galeano, Soberanía, 23/5/23).
La reacción de Petro a las objeciones y expresiones de oposición se deja ver con sus “petroformas”. Ellas develan rasgos autocráticos y totalitarios. Para antagonizar con quienes discrepan acude al “pueblo”; a facciones del Pacto Histórico; a comunidades indígenas y afrodescendientes; a las centrales obreras y a parte del movimiento social, cuyo respaldo se granjeó con la cooptación burocrática de los dirigentes, con canonjías presupuestales y prebendas contractuales. Con ellos decretó una fallida “huelga general”.
En paralelo, bodegas gubernamentales en redes sociales y el sistema de medios oficiales replican las “petroformas”, con insultos e improperios que ponen en la picota a cuanto contradictor exista y cuya más degradante muestra fueron las concentraciones del primero y el 20 de mayo en Bogotá y Barranquilla, en las que su petardista demagogia los acusó de tener las manos manchadas de sangre, de asesinos, nazis y neoesclavistas.
Viéndose débil, ideó, con el desacreditado ministro Benedetti, una mañosa consulta popular que el Senado no aprobó y que ahora decretó en evidente abuso de los límites legales. El enfurecido despliegue lo hace en medio del execrable intento de asesinato a Miguel Uribe Turbay y de 26 explosivos ataques, recrudecidos con nueve muertos y más de 80 heridos.
Las “petroformas”, despóticas e insolentes, no paran. Son la “retórica incendiaria” que el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, le exigió “moderar”. ¿Será que Petro, que cumple en todo al Tío Sam, a él sí le acatará?