Camilo Díaz

Opinión

La raspa está pegada

La raspa viene con fuerza y se vuelve famosa como el reguetón y la popular.

Camilo Díaz
23 de agosto de 2025

La economía de las industrias creativas (música, diseño, moda, cine y teatro) aporta cerca del 3 % del PIB; la denominada economía naranja logra diversos encadenamientos que van desde los servicios hasta los bienes, pasando por el registro de derechos de autor y el pago de regalías.

Por su parte, en el amplio universo de la música, que es uno de los subsectores más grandes de la economía naranja, hay un ritmo que viene ganando espacio, a pesar del boom del reguetón y de la denominada música popular. Ese ritmo es la música raspa, que debe su impulso a los departamentos del sur y la Amazonía colombiana.

La raspa permanece vibrando con fuerza desde ese corazón del sur, que aún es desconocido por algunos colombianos. Ese contagioso género bailable ha acompañado a generaciones enteras, marcando la identidad cultural de departamentos como Cauca, Putumayo, Nariño, Caquetá, Huila y Tolima, donde la raspa se vive y baila como un verdadero patrimonio musical.

De espíritu alegre, energía arrolladora y raíces que dialogan con el Caribe, la raspa es la protagonista que prende las ferias, los carnavales y las fiestas patronales de las ciudades y pueblos del sur desde hace más de treinta años. Las ferias de los agricultores, paneleros, ganaderos y comerciantes se prenden a punta de raspa.

En la actualidad, una de las máximas agrupaciones representantes de este género del sur del país es la orquesta La Bacanísima, dirigida por el caqueteño Jaime Gómez. Esta ha creado una propuesta que combina el respeto por la tradición con arreglos y puestas en escena modernas, llevando la raspa a nuevos escenarios y públicos, y convirtiéndola en un símbolo de orgullo de esa región del país.

Junto con otras orquestas locales, siguen demostrando que este ritmo no solo está vigente, sino que vive una etapa de renovación y proyección, y que en las industrias naranjas, como la música, hay constante evolución y existe espacio para que crezca y se diversifique más allá del reguetón y la llamada música popular.

En la última producción de La Bacanísima, su ‘Guaracha loca’, se integraron dos industrias naranja al sumar comedia de televisión, con Pato Velásquez y Rosendo Cuy Sabor, a un tema musical, dando luz a otros dos productos mientras se pone a bailar a miles de personas.

En la raspa, las orquestas no son solo música, son empresas familiares en las que hay que ir a vender, llevar presupuestos, invertir en equipos (activos), firmar contratos, analizar el mercado y la competencia, y cuyas ventas tienen su pico en junio y diciembre.

Por ejemplo, Jaime Gómez canta y gerencia, su hermano Dewis es productor y pianista, la hija Natalia Gómez baila, canta y, como abogada, redacta los contratos... En fin, en la raspa, al igual que en la industria musical y otras, desarrollar un producto y llevarlo a su fase comercial demanda inversión, planeación y no solo talento musical, sino la conjunción de varias profesiones y oficios.

Hay que decir que la raspa esta ‘pegada’. Es una celebración viva que suena a raíz, a herencia y a fiesta del sur de Colombia, y con orquestas como La Bacanísima (Caquetá) o Los Bacanes del Sur (Cauca), este ritmo tiene garantizado un lugar de honor en el presente y el futuro de la música colombiana, ganándole una parte de espacio al reguetón y a la popular. Si no lo creen, o no la conocen, báilenlo aquí. Y como dicen en las fiestas: báilesela y me deja.

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