Salud Hernández

Opinión

La justa absolución de Luis Carlos Restrepo

Ahora, después de 13 años, por fin se hizo justicia y una jueza lo absolvió con argumentos tan contundentes que ni la Fiscalía ni la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado apelaron la sentencia.

Salud Hernández-Mora
31 de mayo de 2025

Ya quisieran tener un átomo de la estatura moral de Luis Carlos Restrepo. Si albergaran algún resquicio de arrepentimiento por los millones de colombianos que sufrieron su barbarie, los exjefes de las Farc permanecerían discretos, silenciosos, conscientes de los inmerecidos privilegios que disfrutan. No deberían olvidar que, gracias a la generosidad de sus compatriotas, gozan de una libertad que no concedieron a sus miles de secuestrados y a 18.766 niños reclutados.

Tener el descaro de protestar por la absolución de un colombiano que se dejó la piel y el prestigio por sacar adelante las complejas negociaciones con las entonces poderosas AUC (Autodefensas Unidas de Colombia) es otra muestra de la deshonestidad y el espíritu despiadado de los excomandantes guerrilleros. Exigen condenas cuando a ellos les regalaron total impunidad.

Deberían tener bien presente que, si disfrutan de curules, salarios millonarios y legión de escoltas, entre otras gabelas, solo obedece a que Juan Manuel Santos, con el beneplácito de la izquierda y el centro político, le mintió al país y pisoteó la voluntad popular que rechazó su proceso de paz.

Lo de Ralito, sin embargo, fue una auténtica negociación con un grupo armado en la cúspide de su poder. Dejaron de matar a cambio de pasar los mandos ocho años presos y cantar verdades. Y casi toda la cúpula fue extraditada por seguir en el negocio ilícito. Pero no escuchamos “¡entrampamiento!” ni “hacen trizas la paz”.

Desde USA siguieron declarando los comandantes comprometidos con cumplir lo acordado. Con la desaparición de dicha banda criminal también cesaron las terroríficas masacres de hasta 40 campesinos, muertes que parecen no importar a quienes siguen repudiando el mejor proceso de paz de Colombia. Una diferencia sustancial con los engaños y trampas de la firma con las Farc. Pero Santos se consiguió un innoble Nobel, y a Restrepo quisieron meterlo preso.

Reproduzco un párrafo del comunicado que vomitaron los ex-Farc sobre el fallo y el papel de Restrepo en la polémica desmovilización del frente Cacica La Gaitana: “Queremos elevar nuestra preocupación frente a la decisión adoptada el pasado 16 de mayo de 2025 por el juzgado 1.º penal del Circuito Especializado de Bogotá, donde absuelve a los responsables del montaje realizado en el año 2006 por la supuesta desmovilización de alrededor de 70 personas, que nunca integraron la organización insurgente”.

Estaban tan orgullosos de su organización criminal que no han superado aún que Olivo Saldaña, comandante de dicho frente, tomara la decisión motu proprio. Y aunque más tarde diría que metió colados para inflar la importancia del frente, no especificó el número ni nunca se probó el supuesto fraude.

Fue en 2012, cuando Santos le declaró la guerra a su mentor Uribe, que la Fiscalía acusó a Restrepo de una ristra de delitos peregrinos (los “colados” entre ellos), y el reputado psiquiatra optó por abandonar Colombia rumbo a USA. Y en 2022, con Barbosa de fiscal, emitieron dos circulares rojas de Interpol para capturarlo y Estados Unidos las ignoró.

Vendría a continuación la ignominiosa actuación de Salvatore Mancuso, necesitado de emitir falsas acusaciones contra uribistas para agradar al Gobierno petrista. Hacía méritos para que le dejaran en libertad, viajando por el país en calidad de “gestor de paz”, rodeado de escoltas, igual que los excomandantes farianos.

Nunca le interesó instalarse en Italia, anhelaba retornar a Colombia evitando que los “pazólogos” que abrazan a las Farc, mientras gritan ¡asesinos! a la derecha que nunca cogió un arma, presionaran a Petro para que le cortara las alas.

Un día amaneció señalando al ex comisionado para la paz de ser el cerebro del asesinato de Vicente Castaño, con un aluvión de inconsistencias y falsedades. Entre otras, que Restrepo utilizó a alias Danielito como sicario, olvidando que para la fecha del crimen llevaba meses asesinado.

Tampoco cuadraba con una carta que envió alias el Gordo Pepe a la viuda de Vicente Cataño para indicar que fueron Don Berna y alias Rogelio quienes ordenaron matar a su esposo. Versión similar a la de Don Mario en Justicia y Paz. Resultó tan absurda la fábula que hasta los enemigos de Restrepo descartaron utilizarla como arma arrojadiza.

Ahora, después de 13 años, por fin se hizo justicia y una jueza lo absolvió con argumentos tan contundentes que ni la Fiscalía ni la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado apelaron la sentencia.

“Quedó debidamente acreditado que intervino en el proceso de desmovilización (del Cacique La Gaitana) en ejercicio de sus funciones como alto comisionado para la paz, actuando dentro del marco de competencias propias del cargo”, reza un aparte del fallo.

Pero los cínicos excomandantes de las Farc remataron su escrito contra Restrepo con una frase que seguro redactaron pensando en su propio proceso de paz. Los traicionó el subconsciente: “Es una bofetada al país y a la comunidad internacional, quienes fueron engañadas en el marco de este montaje”.

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