Daniel Niño Columna Semana

Opinión

La estrategia en nuestros tiempos

La historia rima, pero no se repite y es factible que, al ser menos predecible y poco común en nuestros tiempos, no todo sea como en el pasado.

Daniel Niño Tarazona
16 de agosto de 2025

Se reconoce que hoy hay fuertes fuerzas que están generando una transformación rápida, pero en la forma en que se toman decisiones hay expectativas de que el statu quo se mantenga inalterado y subyace la convicción de que es poco probable que el mundo pueda dar giros muy acelerados desprendiéndose de los elementos del auge del último siglo.

Muchos líderes reconocen y señalan que nadie niega que sean disruptivos e inciertos los efectos de la inteligencia artificial, que la elevadísima deuda pública y el sostenido deterioro fiscal en tiempos de paz sean territorio inhóspito y desconocido, o que, en un entorno de altas tasas de interés y debilidad del dólar, los mercados de capitales puedan verse más vulnerables y desconcertados.

Pero más allá de sentimientos de angustia o de intranquilidad por entornos económicos o políticos inciertos, reposa en muchos líderes la seguridad de que el mundo no puede salirse de sus patrones o tendencias de largo plazo.

Por tanto, sería menester acotar, en esta forma de leer ellos nuestros tiempos, que hay cambio tecnológico como ha sido la constante en el último siglo y que ha regresado el proteccionismo como ha ocurrido también en el pasado. La historia es un péndulo, toda desviación regresa a su media y si bien también hay tiempos de turbulencia económica e inestabilidad, ello es como en el pasado.

El duelo se transforma con voces artificiales que evocan a los fallecidos.
La interacción entre humanos y máquinas plantea nuevos retos en medio de la transformación tecnológica y la expansión de la inteligencia artificial | Foto: Getty Images

Pero también es cierto que la historia rima, pero no se repite y es factible que, al ser menos predecible y poco común en nuestros tiempos, no todo sea como en el pasado.

Por eso mismo, proyectar el futuro y hacerlo con simulaciones para encontrar certezas reconociendo solo fuertes riesgos de cola o en los extremos, no parece razonable en medio de la transformación acelerada y caótica de nuestros tiempos. Esto es muy incómodo para los bancos centrales y sus equipos técnicos.

Cada vez es más común y recurrente –o menos transitorio– que la visión de mediano plazo con que toman decisiones de política monetaria es mayoritariamente dependiente de la información nueva que se va conociendo. Lo cual es en sí un cambio profundo, pues les resulta dificilísimo hablar de la senda de crecimiento y/o la senda de inflación.

Cuanto mayor sea la dispersión de probabilidades de posibles resultados, más complejo es tener algún nivel de certezas y proyectar sendas. Esa complejidad se traslada a varias facetas de nuestras vidas.

Billetes colombianos
La política monetaria y las decisiones sobre tasas de interés impactan directamente el poder adquisitivo y la estabilidad de la moneda. | Foto: Getty Images

Igual de complejos son nuestros tiempos para hablar de la política pública en un sentido más amplio y diverso, lo que conlleva no solo problemas para que haya políticos que logran recrear y planear una visión de proyecto país a sus ciudadanos, sino para que un gobierno pueda sentar sus ideas y visiones en un plan de gobierno o plan de desarrollo.

Esa incapacidad de encontrar sendas y establecer con algún nivel de confianza cuáles pueden ser en el futuro certezas del entorno, los mercados o las caracterizaciones en que se desarrolla la actividad empresarial y económica, hace mucho más difícil que las empresas y sus directivos puedan navegar episodios de inestabilidad o de turbulencia bajo rumbos y definiciones estratégicas inamovibles o incuestionables.

Sería necio desconocer que los potenciales resultados pueden ser tan sustancialmente diferentes que deben utilizarse supuestos menos convencionales o abandonar el uso solo de aquellos basados en réplicas del pasado en el futuro.

Cuando empezaba a estar en boga la palabra “disruptivo” dentro de la acepción de la “nueva economía”, se alertaba que lo que en pasado había hecho exitoso a un país, a una empresa o una persona, en el futuro podía ser su fracaso. El otro lado de esa paradoja es que no todo lo que en el pasado era un fracaso o una adversidad, en el futuro iba a seguir siéndolo.

Inteligencia artificial en la educación superior.
La formación en inteligencia artificial y nuevas tecnologías es clave para enfrentar los retos de un mundo en constante transformación | Foto: Getty Images

Ejemplo de lo anterior es que en nuestros tiempos el conocimiento tiene fecha de vencimiento y no toda educación formal certificada con títulos da necesariamente lugar a aumentar las probabilidades de prosperidad, éxito o empleabilidad.

A pesar de lo anterior, es de resaltar que, si bien la demanda de nuevas carreras para satisfacer nuevos oficios es incuestionable y muchas de las nuevas profesiones se centran en el desarrollo de destrezas y habilidades para las nuevas tecnologías y la nueva economía, la demanda por profesiones más convencionales y tradicionales como el derecho, la contaduría, la medicina, por mencionar algunas, sigue siendo alta.

En un plano más económico y empresarial, tras cinco años de iniciar la pandemia, es necesario entrever que donde hubo consensos basados en el pasado, nos equivocamos pensando el futuro inmediato.

En 2020 la idea de que la pandemia reforzaría el estancamiento secular que generó la crisis financiera de 2008 y por tanto viviríamos varios años de bajo crecimiento, deflación y bajas tasas de interés resultó errada.

En 2022 la idea que el brote de inflación y las elevadas tasas de interés, de persistir, generarían algún muy próximo episodio de recesión económica, también resultó errada.

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