
Opinión
La escasez y la abundancia son estados internos del alma
No necesitas poseer nada para vivir en estado de abundancia, porque la abundancia y la escasez son reflejos del alma.
Comprender este principio espiritual es el primer paso que debes dar para aprender a soltar todo el equipaje emocional y material que no necesitas.
Desapegarte de todas las obligaciones autoimpuestas es una práctica espiritual difícil de lograr, sin embargo, puedes aprender a discernir sobre lo que es verdaderamente importante para diferenciarlo de aquellas cargas y responsabilidades que te inventas, para llenar tu vida de más estrés y cansancio, en lugar de caminar en senderos de tranquilidad.
Aferrarnos a lo fútil, a lo material, a lo pasajero y a las preocupaciones, nos obliga a renunciar a aquello que verdaderamente vale en la vida, nuestro propósito interno, lo que dejará una huella cuando ya no estemos aquí.
La vida tiene sentido cuando encuentras tu propósito interno, y ese es el momento sagrado en el que pasas de la escasez a la abundancia.
Lo más leído
He tenido en consulta a personas que lo han tenido todo, una riqueza material desbordante y, sin embargo, viven en la escasez en el vacío y en la queja. También he conocido personas que lo han perdido todo, inclusive partes de su propio cuerpo, y aun así sus almas reflejan una abundancia de esperanza y de fuerza interior difícil de igualar.
Escuchamos en la mayoría de nuestras conversaciones a personas que se quejan todo el tiempo y que se han acostumbrado a poner sus ojos en aquello que les falta y que quisieran tener, estas son las almas que pasan por la vida viviendo en escasez, sin importar si tienen o no riqueza material.
A la vez, da gusto encontrarnos con aquellas personas que ponen sus ojos y su energía en todo lo que tienen y agradecen por eso, así sea un techo de paja y un plato de lentejas para comer.
El filósofo Meister Eckhart, exploró la relación entre abundancia y escasez como reflejos del alma, y sostuvo que la abundancia espiritual proviene del alma y su conexión con lo supremo y lo divino, mientras que la escasez es el resultado del apego al ego y al mundo material.
Para él, el alma debe vaciarse de sí misma para recibir la plenitud; para mí, debemos —a veces— perderlo todo para que quede un espacio interior dispuesto a llenarse con aquello que nadie puede arrebatarnos: el amor verdadero, la quietud interior, tu propósito de vida y las virtudes que viven en el fondo de tu alma, aquellas que ni se compran ni se venden y que pasan desapercibidas a todo lo que es importante para el ego y la vanidad.
No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita, y en este sentido es verdaderamente millonario quien se atreve a excavar en su interior para encontrar el diamante de su alma.
Al final todo pasa y tu vida también pasará. Todo aquello por lo que te has preocupado, todo lo material por lo que tanto has trabajado, todas las personas a quienes te has aferrado, toda la salud que has desgastado, todo pasará. Lo bueno y lo malo, los éxitos y las derrotas, todo pasará. Y si no lo tienes tan presente, ve y das un paseo por el cementerio y verás cómo está lleno de lápidas de personajes importantes, sabios y ricos que dieron hasta su vida misma y se aferraron a éxitos materiales y profesionales, que después de un tiempo también pasaron.
Aprende entonces a vivir en abundancia espiritual y afectiva, eso requiere que suspendas la queja de tu vida. Ponte la tarea cotidiana de dar gracias por todo aquello que tienes y que hasta hoy no has valorado.
¡A veces se te olvida ser feliz! Y crees que la felicidad está en tener una mejor casa, un mejor coche, un mejor trabajo, una mejor pareja que te llene tus expectativas frustradas y tus vacíos, que tus hijos fueran a tu imagen y semejanza y no como realmente son.
¿Qué pasaría si perdieras algo de esto? O ¿perdieras aquel afecto?
¿Estarías condenado a sufrir para siempre?
Ves el prado del vecino más verde que el tuyo propio, con lo cual en ocasiones te anestesias y te acostumbras a vivir en escasez espiritual, cuando estás sentado todos los días sobre un baúl lleno de riquezas que no ves y quizá no valoras.
La próxima vez que sientas que te falta algo o alguien para ser feliz, pregúntate si estás en medio de la guerra, si tus hijos tienen comida en el plato, si tienes piernas para caminar, si esta noche estás durmiendo en la banca de un parque..., pues aun estando cerca de enfermos e indigentes he podido abrazar almas que viven en abundancia interior, porque aprendieron que la paz es el reflejo del alma y que no viene empacada en papel de seda, y lo peor, no se gana en loterías, ni te la regalan, hay que hacer mucho trabajo interior para alcanzarla y atesorarla.
“La buena vida cansa y la mala amansa”, decía mi abuela, pues en épocas de guerras y conflictos, la mayoría de las familias pasaron y aún pasan épocas de escasez real. Había familias completas que vivían en una sola habitación y de este modo aprendieron que la generosidad y la fraternidad es una virtud que refleja la abundancia del alma.
Paradójicamente, hay mansiones de lujo vacías, en las que habitan personas en soledad y abandono, pues quizás están esperando cosechar frutos de árboles que nunca regaron y ahora viven en escasez emocional.
Mi píldora para el alma
La escasez y la abundancia son dos caras de la misma moneda, son vecinas que habitan en los aposentos sagrados del fondo de tu alma. Es tu libertad elegir cómo quieres vivir, con tus ojos puestos en tus tesoros espirituales o en los frutos venenosos de la cárcel de tu ego.