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Opinión

La democracia vale más que un tamal

La libertad y el orden no tienen precio.

David René Moreno Moreno
7 de mayo de 2025

El pasado 1 de mayo fue un excelente termómetro para valorar el futuro político del país; fue una clara demostración de que el elector colombiano está hastiado de la corrupción, del engaño, de las falsas promesas, del lenguaje agresivo, de las permanentes amenazas del Ejecutivo si no se cumplen sus caprichos ideológicos, así como está cansado de observar las presiones sobre las cortes, los improperios contra el Legislativo y la falta de resultados frente a las investigaciones que involucran tanto al candidato a la Presidencia, como a varios de sus más allegados alfiles y familiares.

Se observa que en la capital salieron a marchar particularmente los integrantes de la minga indígena, que bloquearon vías, secuestraron empleados de la DNP y destruyeron las instalaciones de la Universidad Nacional; personajes traídos a la capital para amedrentar al Congreso y, tomando palabras del papa Francisco, “…es parte de la utilización de los pobres al servicio de intereses políticos y personales”. También estuvieron presentes miembros de algunos sindicatos de izquierda que no querían perder el puesto, al igual que seguidores del discurso populista que siembra odio de clases y rechaza la institucionalidad.

Aunque el alcalde de Bogotá dio un parte de tranquilidad, los destrozos reportados a seis estaciones de TransMilenio son una clara indicación de la violencia que transpiran algunos desadaptados sociales que disfrutan haciendo daño a la propiedad pública y privada, afectando inclusive a las personas de más escasos recursos.

Pero el presidente continúa amenazando con que utilizará las calles en caso de que el Legislativo no apruebe las propuestas de su proyecto político de izquierda. Se le olvida que el Congreso es elegido por el pueblo y, por tanto, lo representa; el Ejecutivo no puede suplantar al Legislativo, pues esto solo es posible ante una tiranía.

La campaña política para las elecciones de 2026 está en marcha y la izquierda está haciendo lo imposible para mantenerse en el poder empleando todas las artimañas; el presidente no quiere dejar el solio de Bolívar (me refiero al del Libertador, no a la silla del ‘bachiller’ Bolívar que apoya el caos y la destrucción que genera la primera línea y ahora está en la fila de los precandidatos).

La cabeza del Ejecutivo ya mencionó en una de sus amenazas que “Si el Senado de la República no le hace caso al pueblo, me voy a amarrar al sillón con unas sogas para ver qué pasa”. ¿Esto indica que tendremos que alistarnos para un golpe de Estado?

El Gobierno quiere aprobar a las buenas o a las malas la consulta popular, en que lo que buscan es congraciarse con el trabajador para obtener sus votos en temas que, en su mayoría, ya son de obligatorio cumplimiento. Pero lo preocupante son las amenazas del presidente, quien manifiesta: “Si en una sesión del Senado a medianoche votan para decir ‘no’ a la consulta, el pueblo de Colombia se levanta y los revoca”. Esto nos muestra el futuro que nos espera, pues de seguir este camino vamos a terminar como las dictaduras de Venezuela, Cuba o Nicaragua, teniendo confrontaciones caóticas que causen dolor y resentimientos en la sociedad.

No podemos olvidar para las próximas elecciones que, de manera irresponsable, el gobierno ‘progre’ ha multiplicado la pobreza, la inseguridad, la inestabilidad laboral, la dificultad de acceso a la salud; ha encarecido la comida, el combustible, los servicios públicos; ha generado polarización y ha enfrentado a los trabajadores con los empleadores.

El experimento de que un gobierno de izquierda estuviera en el poder les ha costado muy caro a los colombianos y nos ha colocado en bandeja para que se implante oficialmente una dictadura; esto no puede pasar nuevamente en las próximas elecciones.

Ojalá haya conciencia entre los políticos, los electores y en especial entre los indecisos e indiferentes, que nuestra democracia no puede depender de un billete, de un sancocho o de un tamal en los próximos comicios electorales. El aprendizaje acumulado por la izquierda con las pasadas elecciones y estos 33 meses de gobierno les han dado mucha experiencia y hay que ser concientes de que estamos frente a un posible desastre, en caso de que no valoremos las realidades.

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