Opinión
Hoy más que nunca: la importancia de una educación humanista
Las ciencias humanas son fundamentales para generar la reflexión e impulsar los compromisos que tenemos como instituciones educativas de fortalecer la diversidad, equidad e inclusión.
Parecería obvio brindar una respuesta de por qué las instituciones de educación superior deben apostar por una formación humanista; sin embargo, muchas veces suele subestimarse el verdadero protagonismo que las ciencias humanas tienen en las sociedades que se reconocen como democráticas. Me atrevería a decir que el principal valor de estos espacios es, sin duda, la valoración del ser humano en todas sus dimensiones.
La dignidad humana debe estar por encima de todo progreso que, como sociedad, vayamos construyendo. No obstante, en la práctica se da paso a un sinnúmero de vejaciones contra tal dignidad, lo cual imposibilita el deber mínimo de respeto a la diferencia.
Es ahí donde la formación en humanidades entra a cumplir un rol fundamental; desde allí se busca brindar a la sociedad personas comprometidas con la defensa de la vida, la dignidad y la apuesta por construir una sociedad que reconozca la riqueza de la diversidad.
El país que habitamos no debe minimizar por un minuto la tarea que los humanistas desarrollan, debido a los sufrimientos que históricamente hemos tenido que padecer como nación. Por lo mismo, las complejidades de Colombia requieren, ahora más que nunca, del aporte enriquecedor de sus historiadores, sociólogos, antropólogos, periodistas, filósofos, licenciados, en fin, de todas las personas que han decidido construir su proyecto profesional y personal desde estas ramas del conocimiento.
Me atrevería a decir que una de las funciones principales de un espacio centrado en la formación humanista es brindar a sus jóvenes la capacidad para pensar y aprehender nuestra sociedad siempre en beneficio del bien común.
El escenario actual nos invita a pensar en la salud mental de nuestros estudiantes, en una transformación pedagógica digital para favorecer que más jóvenes puedan acceder a una educación de calidad y se reduzcan las brechas de desigualdad en el acceso a la misma.
Tenemos también la tarea de promover una empleabilidad y trabajo dignos con el fin de transformar y adaptar la experiencia de enseñanza y aprendizaje a la trayectoria de vida de los miembros de la comunidad estudiantil.
En pocas palabras, propender por la centralidad del ser humano en los proyectos misionales de las instituciones de educación a través de un buen gobierno y una sostenibilidad que garantice su perdurabilidad.
Además, las ciencias humanas son fundamentales para generar la reflexión e impulsar los compromisos que tenemos como instituciones educativas de fortalecer la diversidad, equidad e inclusión y de acercarnos a las comunidades y percepciones de los jóvenes frente a los cambios políticos de Colombia, Latinoamérica y del mundo.
Estas apuestas deberán llevarse a cabo con un diálogo de saberes globalizados. Debe ser un diálogo que reconozca la riqueza de la diversidad humana, identifique las necesidades de las comunidades y, sobre todo, que ejecute acciones concretas en beneficio de lo anterior.
No podemos desconocer que el panorama global está acompañado de mucha incertidumbre en el ámbito económico, político y social. A ello se suman los desafíos que actualmente se posicionan en la educación superior, y los que vienen para nuestro país y el mundo.
Sin embargo, la superación de los tiempos difíciles depende de una articulación efectiva de todos los saberes que componen la universalidad del conocimiento. Tengo la certeza de que, en este trayecto, las ciencias humanas pueden guiarnos hacia el mejor de los caminos.