Paula López

Opinión

Habrá paz en el mundo cuando haya paz en los corazones de los hombres

Algunos de nuestros líderes más poderosos, y sus aliados, se están enfrentando entre sí como legiones de seres heridos.

Paula López
3 de febrero de 2025

Analicemos por un instante la paz interior, el equilibrio mental y espiritual de nuestros líderes mundiales. Revisemos de igual modo sus acciones, sus decisiones y los frutos constructivos o destructivos que se derivan para la humanidad.

Visualiza por un minuto los rostros y las expresiones de los líderes mundiales más influyentes y de los presidentes de las naciones que se encuentran actualmente en conflicto y caos. ¿Nuestro futuro y nuestra estabilidad están en manos de seres que están gobernados por el odio, el ego, la sed de venganza y de división?

Algunos de nuestros líderes más poderosos, y sus aliados, se están enfrentando entre sí como legiones de seres heridos que se han convertido en máquinas de destrucción humana y van por el mundo pisando almas, aniquilando vidas y deshonrando la dignidad de las personas que, poco a poco, van muriendo en el valle de la desesperanza, la impotencia y la desolación.

Todos, o casi todos los habitantes del planeta, estamos viviendo con miedo e incertidumbre, sintiendo que estamos encadenados y secuestrados por la brutalidad de una minoría que nos gobierna y nos arrebata la libertad, el valor espiritual más alto y el más ultrajado en la actualidad. Sería interesante volver a revisar cómo fue la infancia y la adolescencia de estas personalidades que parece que quisieran inyectarle al mundo el mismo veneno que llevan dentro y que no se han atrevido a curar.

Vemos pasar delante de nuestros ojos miles de personas encadenadas a la pobreza, sin hogar, familias divididas y desgarradas, que no tienen nada que ver con estas guerras de egos y que pagan las consecuencias de la manera más injusta, sin poder hacer nada fuera de aguantar, llorar y callar.

¿A dónde vamos a parar? ¿Qué podemos hacer? ¿Qué estas haciendo tú para construir un mundo más humano desde tu lugar? Quizá lo único que está en tus manos es revisar cada día tus acciones, tus pensamientos, tus palabras, y de este modo podrás darte cuenta de si estas siendo constructor de paz y fraternidad en tu núcleo más cercano, o no.

No podemos cambiar la cruel realidad que nos abruma y toca a la puerta de nuestros hogares, lo que sí podemos hacer es: no dejar entrar estas manifestaciones de rencor que podrían convertirse poco a poco en corrientes subterráneas de hostilidad en nuestras relaciones mas cercanas, pues cuando vivimos agredidos, podemos caer en la tentación de agredir a quienes nos rodean.

Lo que está en nuestras manos es no dejar entrar en nuestro centro sagrado, y en el de nuestras familias, las manifestaciones de violencia que tratan de colarse hasta por las ventanas de nuestras casas.

¡Fíjate bien que, muchas veces, nosotros también hacemos el mal que no queremos hacer, en vez de hacer el bien que queremos!

”Yo soy yo y mi circunstancia”, decía el gran filósofo español José Ortega y Gasset. Con esta frase él nos a invita a la reflexión: se refiere a que las circunstancias que rodean a una persona influyen en su vida, pero que la persona también es responsable de su propio destino, con lo cual es capaz de elegir que parte de las circunstancias le afectan en su vida y la contaminan, o que parte —en cambio— puede purificar y resignificar…

Es decir que, en ese sentido, ”yo soy yo, mis circunstancias y, sobre todo, la actitud con la que afronto esas circunstancias que no me condicionan”.

Los sentimientos, las emociones y las acciones se contagian, por eso, debemos cuidar nuestra vida interior y tener prácticas espirituales para encontrar en ellas el equilibrio interior, tener espacios diarios de oración, reflexión, meditación, incluso —y fundamental— espacios terapéuticos de sanación y de perdón. Esta es la única manera de sostener nuestro equilibrio interior, en un mundo que nos agrede, nos violenta y nos trata de hundir en la desolación.

Es muy importante crear en nuestros hogares espacios de contención aun si estamos pasando por momentos de crisis. Escuchar música que nos evoque la paz y el amor, encender una vela y cambiar los temas de conversación, intentar hablar de temas que evoquen un mundo de posibilidades y no de amenazas. Podemos ser creadores de nuestros espacios íntimos evocando el equilibrio interior, trabajando con herramientas que ayuden a la restauración emocional, que sean creadoras de esperanza. Cuando observemos el caos mundial, cuando seamos testigos de las más horrendas manifestaciones del ego, podemos tomar distancia de todo eso para decirnos a nosotros mismos: “Eso no lo quiero en mi vida”, con lo cual debemos preguntarnos cada día: ¿qué puedo hacer yo para no ser una persona tóxica?

¿Cómo puedo crear en el interior de mi alma y en mis relaciones afectivas equilibrio y serenidad?

Recuerda que no puedes dar de lo que no tienes, para dar paz al mundo, debe haber paz en tu corazón. La paz y el amor se contagian, así como se contagian el odio y la hostilidad; abraza más, sonríe más, comparte más, reflexiona más.

No culpes al mundo ni al caos mundial de tus frustraciones, aunque muchas de ellas sean causadas por toda la basura que viene de afuera y te botan en la puerta de tu casa.

Sólo puede dañarte la basura que está en tu interior.

Todos tenemos un ancla en nuestro interior que nos ayudará a aquietarnos cuando estamos en medio del mar turbulento y agitado, esa ancla es nuestro espíritu.

No intentes aferrarte a un flotador que te arrastrará a la deriva, asegura tu barca, dejando caer tu ancla al fondo del mar para que se entierre profundamente en la arena; la arena es tu alma, el único lugar seguro en el que se aquietará tu mar. Y no olvides dejar que Dios sea tu capitán.

Mi píldora para el alma:

Habrá paz en tu mundo cuando haya paz en tu corazón.

Esa paz será real cuando nada ni nadie pueda arrebatártela y resista las agresiones del mundo.

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