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Opinión

¿Giro o estrategia coyuntural?

Petro, en los últimos días, ha hecho un giro respecto a sus posiciones sobre ciertos asuntos en política exterior.

Julio Londoño Paredes
12 de septiembre de 2025

Cuando Colombia está pendiente de la decisión de Trump sobre la certificación respecto a la erradicación de los cultivos de coca y la lucha contra el narcotráfico, por arte de magia, el presidente Petro ha hecho manifestaciones que, durante tres años de su gobierno, no se le conocieron.

Ha expresado que va a consultar al Consejo de Estado sobre la posibilidad de disponer aspersiones aéreas en los lugares en que no es posible realizar erradicación manual, dada la oposición de algunas comunidades a aceptarla. Ese organismo, sin embargo, ya se pronunció sobre el particular.

La decisión la adopta en momentos en que se ha generalizado la costumbre de grupos armados de presionar a las comunidades, para que eviten mediante el secuestro colectivo, las acciones del Ejército en la lucha contra el narcotráfico y la erradicación de cultivos. No hay que olvidar que a algunas comunidades no hay que presionarlas demasiado para que se opongan a la erradicación de cultivos.

Es evidente que Petro, que es el comandante supremo, más supremo que el general Rojas Pinilla, conoce que no solamente los militares, sino la gran mayoría del país, se sienten humillados, arrinconados y desprotegidos por esa práctica. Precisamente cuando se inicia la campaña electoral y en vísperas de una decisión sobre la certificación por Estados Unidos.

Entre tanto, Maduro repite todos los días que el “narcoestado” es Colombia y no Venezuela, que toda la coca procede de nuestro país y que la mayoría sale por el Pacífico. Reitera que no existe el Cartel de los Soles, en lo que coincide Petro, y que allá todo es felicidad. Es decir, que es el país de las maravillas que Alicia encontró en el famoso cuento del escritor inglés Lewis Carroll.

Igualmente, Petro —modificando su incondicional apoyo al régimen de Maduro— le ha pedido que libere a los ciudadanos colombianos que se encuentran, desde hace mucho tiempo, en las mazmorras venezolanas, agregando que “no se podrá defender Venezuela de la injusticia, si la injusticia se ejerce desde el poder”.

De pronto los norteamericanos resuelven esperar hasta marzo para tomar una decisión sobre la certificación. Así podrían verificar si nuestro supremo está haciendo un giro real o si se trata tan solo de una actitud coyuntural cuando se inicia la campaña electoral, ante la impotencia frente al poderío de los grupos armados y la actitud de Estados Unidos respecto al narcotráfico.

Trump, sin embargo, tiene entre manos complejos líos, como el ataque de Israel a los negociadores de Hamás en Catar; el ingreso de drones rusos a Polonia, miembro de la OTAN; la significativa renovación de la tripleta de China, Corea del Norte y Rusia, y ahora el asesinato de Charlie Kirk.

Colombia, entre tanto, sigue erizada por el lenguaje ofensivo que se sigue utilizando, incluso desde altas esfera del Gobierno, mientras que grupos de delincuentes de diferente denominación y vinculados al narcotráfico quieren negociar antes de que, de pronto, las cosas puedan cambiar.

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