Julio Londoño Paredes Columna Semana

OPINIÓN

Fiscales electorales ante el Ecuador: “Estamos salvados”

El premonitorio resultado de las elecciones ecuatorianas habrá que analizarlo.

Julio Londoño Paredes
18 de abril de 2025

En medio de un ambiente de violencia inusitada y a pesar de que Daniel Noboa adolece de fallas importantes que no puede justificar, ha sido elegido como presidente del Ecuador por un amplio margen, en contra de lo que mostraban las encuestas, que vaticinaban un resultado incierto, ya que estaba empatado con su rival, Luisa González.

Todos los observadores internacionales coincidieron en que las elecciones habían sido limpias y transparentes. Sin embargo, a Nicolás Maduro, aunque no fue observador, como crisol de la democracia hemisférica, no le gustó que la pupila de Correa perdiera y descalificó el resultado.

México ha manifestado que no reconocerá a Noboa, lo que es explicable, ya que rompió relaciones con Ecuador por la absurda orden que este impartió cuando estaba de presidente, de allanar la embajada mexicana en Quito para sacar a un asilado.

Con oportunidad y buen juicio, la canciller Laura Sarabia, en un mensaje de X, felicitó a Noboa por el triunfo. No podía ser en otra forma de parte de un país amigo y limítrofe.

No obstante, como México tomó esa explicable actitud y Maduro fue crítico, Petro, como adalid de la seguridad y de la sensatez en el hemisferio no se quedó atrás y afirmó que tendría que ver las actas de todas las mesas para reconocer la victoria de Noboa. De pronto se está preparando para un eventual revés en las elecciones de 2026.

Desafortunadamente en el Ecuador gran parte de la población señala a Colombia como responsable de su caótica situación. No le falta razón. Basta decir que, en la campaña electoral anterior, un grupo de bandidos de nacionalidad colombiana fueron los autores del atroz asesinato de uno de los candidatos que más posibilidades tenía para ser presidente.

Igualmente, el Gobierno ecuatoriano detectó que, desde las cárceles, centenares de maleantes colombianos dirigían las mafias encargadas del tráfico, de la comercialización de drogas y del sicariato. Hasta el punto que amenazó con deportar a todos los colombianos que se encontraban en las cárceles.

La prevención ecuatoriana con Colombia viene de años atrás, cuando miles de colombianos agobiados por las Farc y ELN, así como por los paramilitares y otras cuadrillas, huyeron hacia el Ecuador. Aunque llegaron profesionales, comerciantes, industriales y mano de obra calificada, también ingresaron bandidos que alteraron la vida de los ecuatorianos.

El Ecuador desatendió las reiteradas advertencias de Colombia de que debía luchar contra el narcotráfico. Se creyó inmune ante esa lacra y afirmó que era tan solo un problema de nosotros.

Durante su gobierno, Correa se hizo el de la vista gorda con la región fronteriza con Colombia, colmada de corrupción y abandono. Hasta el punto que las Farc estaban entronizadas tranquilamente en su territorio. Ahora, con su agradecimiento a nuestro presidente, por la desautorización a la canciller, lo ha comprometido en su relación con el gobierno de Noboa.

Menos mal que contamos con dos nuevos fiscales electorales en el continente: Petro y Maduro. ¡Así estamos salvados!

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