![Diana Saray Giraldo Columna Semana](https://www.semana.com/resizer/v2/JZ64PWTMWFDIVKI5GUSKGXWRSU.jpg?auth=a57b44f9a6c66717d7fd2d64c2009891df8a5010ecbc718f3d0df60ff6094eae&smart=true&quality=75&width=480)
Opinión
En manos del desgobierno de Aureliano
Mientras el presidente delira en las fiebres de su militancia rebelde, de su anhelo de lucha incomprendida y sus trinos ilegibles de madrugada, el país retrocede, la delincuencia avanza y todos los ciudadanos nos ahogamos en el peor de los desgobiernos.
“Dicen que yo he inventado el realismo mágico, pero solo soy el notario de la realidad. Incluso hay cosas reales que tengo que desechar porque sé que no se pueden creer”. Las palabras son de Gabriel García Márquez, en una entrevista dada a El País en diciembre de 1995, cuando se le preguntaba cómo era capaz de narraciones que superaban toda imaginación. “Lo mío no es realismo mágico, sino realismo simple. Es copiado de la calle”, decía García Márquez.
Lo que vimos este martes en la transmisión en directo por televisión del consejo de ministros del presidente Gustavo Petro es el más digno de los relatos de este realismo mágico. Con la excusa de mostrarle al país la transparencia de su Gobierno, el presidente decidió televisar su encuentro con los ministros, y lo que vimos superó cualquier ficción.
Un presidente perdido en sí mismo, que insiste en llamarse Aureliano y reclama para sí ser el último de la saga de los Buendía. Un mandatario al que era difícil seguirle el hilo de lo que decía, pues en un solo respiro pasó de hablar de Francisco de Paula Santander a Simón Bolívar, del ñame a la yuca, de las agendas privadas que, según él, tiene cada ministro, de Israel a Palestina, de los nazis, que nunca pueden faltar….“Ser amantes de lo que produce la vida. Y tú dirías sexo en primer lugar. Erotismo decían los griegos… El amor en el caso pareja... Porque no hay amor solitario o el amor solitario lo mata a uno. Pero ese amor, que es el motor de la vida humana y mamífera”. Este extracto incomprensible es solo uno de los apartes delirantes del interminable discurso del presidente.
Durante seis horas, dos de ellas en directo en televisión nacional y las demás por canales digitales, los colombianos vimos en vivo y en directo el más vergonzoso acto de desconexión, inmadurez, incompetencia y ausencia de capacidad ejecutiva.
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Desde el mismo presidente de la república, este espacio no fue más que un escenario de señalamientos, acusaciones de corrupción, denuncias de maltratos entre funcionarios (en las que Laura Sarabia fue la más mentada) sin ningún hilo conductor y en el que en ningún momento se pusieron sobre la mesa los temas claves y coyunturales del país, como la crisis del Catatumbo o el hueco fiscal. Todo, con un Armando Benedetti, investido ahora del poder que le da ser el jefe de gabinete, en un absoluto silencio, a pesar de ser el objeto de los mayores desencuentros de esa mesa.
Sin que hasta hoy el país entienda por qué el presidente Gustavo Petro insiste en tener a su lado a un personaje tan cuestionado como Armando Benedetti, el consejo de ministros se convirtió en una exposición de motivos por parte de Francia Márquez, Susana Muhamad, Alexánder López y Gustavo Bolívar de la incoherencia del presidente de tener a Benedetti como su más cercano colaborador y de argumentos contradictorios del presidente en su defensa.
Lo peor de este consejo de ministros no fue ver las ideas deshilvanadas del presidente, ni la incapacidad de los ministros de ejecutar, ni la aceptación de que no se ha cumplido casi ninguna de las promesas de gobierno, sino la confirmación de lo que como país intuíamos: sencillamente no hay gobierno.
Este consejo en vivo mostró lo que los colombianos leíamos entre líneas: el presidente está desconectado de sus ministros, los ministros manejan cada uno su cartera según su parecer y no hay política de gobierno en ningún campo.
Mientras que es imposible para los ministros sentarse con el presidente, este divaga en sus sueños, en los que unas veces es Aureliano Buendía, otras el Libertador Bolívar e incluso hasta el quinto Beatle, mientras el país sigue hundido en la inejecución y el gasto desbordado en burocracia inútil.
El desastroso consejo de ministros dejó como consecuencia la salida del director del Dapre, Jorge Rojas; la del ministro de Cultura, Juan David Correa, y la de la secretaria jurídica de Palacio, Paula Robledo. Al momento de escribir estas líneas, parecía inminente también la renuncia del ministro del Interior, Juan Fernando Cristo. Es que ningún ser sensato podría seguir adelante.
Llegamos ya a la mitad del gobierno de Gustavo Petro y con él la izquierda desperdició la oportunidad histórica de demostrar que el progresismo tenía alguna posibilidad de llevar al país a un mejor puerto.
El presidente se quedó enredado en su ideología, incapaz de aterrizar sus ideales a la vida real, a las normas, a las necesidades del país. Pero lejos de que el tiempo avance y se aprenda de la experiencia, cada vez se radicaliza más el discurso de humo del presidente, que quiere junto a sí a funcionarios serviles a su causa, dispuestos a seguirles el juego a sus disparates, sin ninguna capacidad de ejecución. El Emperador camina desnudo entre aplausos y no quiere que nadie le grite que está desnudo. El que le diga que no lleva nada encima tendrá que irse.
Sin duda, de este remezón ministerial saldrán las últimas voces de sensatez que le quedan al Gobierno y lo que vendrá serán más ministros como Daniel Rojas, el de Educación, que no tiene ni la más remota idea de lo que hace su cartera, pero que está dispuesto a inmolarse junto con su coronel Aureliano, o Gustavo Bolívar, que solo quiere que a su jefe le quede claro que lo ama por encima de cualquier cosa.
Mientras el presidente delira en las fiebres de su militancia rebelde, de su anhelo de lucha incomprendida y sus trinos ilegibles de madrugada, el país retrocede, la delincuencia avanza y todos los ciudadanos nos ahogamos en el peor de los desgobiernos. La realidad, sin duda, hoy de Colombia es peor de lo que pudimos imaginar.