
Opinión
El racionamiento finaliza, pero la crisis continúa
La Personería de Bogotá seguirá igual de comprometida en la promoción de estrategias para modernizar la infraestructura hídrica.
Es claro que el fin del racionamiento no es sinónimo del fin de la crisis del agua. Incluso, podríamos estar ante una medida transitoria con beneficios limitados.
En el corto plazo siguen siendo preocupantes las latentes incertidumbres técnicas, ambientales, especialmente en lo relacionado con la sostenibilidad del abastecimiento y la eficiencia en el uso del recurso. Desde la Personería de Bogotá es imprescindible plantear estas incertidumbres y resaltar logros operativos durante el racionamiento.
La primera incertidumbre es que la infraestructura existente y su flexibilidad operativa seguirán siendo insuficientes para manejar una sequía severa, sin recurrir a un nuevo racionamiento. Es decir que, en el contexto actual de cambio climático y de presencia de eventos climáticos extremos, seguiremos vulnerables a que la crisis se mantenga o agudice.
La segunda es que son evidentes los problemas sistémicos en la gestión del agua de Bogotá, especialmente los concentrados en retrasos de implementación, planificación a largo plazo insuficiente, fricciones interinstitucionales y dificultades para generar cambios de comportamiento sostenidos.
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La tercera es la dificultad del gobierno distrital para sostener cambios profundos en los hábitos de consumo de agua por parte de los usuarios. En este aspecto, es claro que urge implementar y asumir políticas permanentes de educación, técnicas, tecnológicas y socioculturales que permitan aumentar la eficiencia de uso del agua por parte de todos los tipos de usuarios.
Por último, la efectividad de los Planes de Reducción de Pérdidas de Agua que está implementando la EAAB, ya que la atención se centró en el abastecimiento y gestión de embalses, dejando de lado los avances en la reducción de agua no contabilizada. Ojalá las sinergias técnicocientíficas anunciadas con entidades internacionales y universidades nacionales pronto muestren resultados técnicos importantes.
A pesar de lo mencionado, también es importante reconocer varios logros operativos del racionamiento, entre los que se destacan la reducción de dependencia del Sistema Chingaza por la mayor producción de Tibitoc, y evitar el Día Cero gracias a la gestión de embalses. Además, son bienvenidos los impulsos que se lograron para buscar cambios necesarios en políticas e infraestructuras, que no se discutían hace mucho tiempo.
La Personería de Bogotá seguirá igual de comprometida en la promoción de estrategias para modernizar la infraestructura hídrica, diversificar las fuentes de suministro de agua, gestionar eficientemente la demanda de agua, transformar las lecciones de la crisis en acciones que garanticen la seguridad hídrica, y actuar como veedor y aliado para un modelo de gestión hídrica resiliente y sostenible.