Julio Londoño Paredes Columna Semana

Opinión

El largo brazo de la represión de Daniel Ortega

El mandatario de Nicaragua ataca a sus opositores incluso fuera del país.

Julio Londoño Paredes
18 de julio de 2025

En medio de las ‘intervenciones piñata’ de Petro dentro y fuera de los consejos de ministros, en las que cualquier cosa puede salir; de los paros y bloqueos; de la incineración de tractomulas; y de las masacres en todo el país, ha pasado desapercibido algo importante en la región.

En América Latina hay un Estado que rivaliza con el ayatola Khomeini, que condenó a muerte al escritor Salman Rushdie por haber escrito Los versos satánicos; con el gran líder de Corea del Norte Kim Jong-un, que mandó a matar a su hermano en el aeropuerto de Kuala Lumpur por considerarlo como una amenaza contra el régimen; con Putin, que envenena en un avión al opositor ruso Alekséi Nalvani o que ordena secuestrar a un rival político en Londres e incendiar un famoso restaurante de su propiedad.

Resulta que Daniel Ortega y su vicepresidenta, así como la camarilla que lo rodea, después de cuarenta y seis años de controlar el país no se contentan con establecer una dictadura hegemónica como la de su predecesor el general Anastasio Somoza, sino que está actuando contra sus opositores fuera de Nicaragua.

El mayor retirado del Ejército nicaragüense Roberto Samcam fue misteriosamente asesinado el 19 de junio de 2025 en San José, Costa Rica, donde vivía en el exilio. Era un fuerte crítico del régimen.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos al denunciar recientemente el hecho, afirmó que igualmente ha identificado mecanismos de represión transnacional por parte del régimen, utilizando alertas rojas de Interpol para localizar y detener con fines de extradición a enemigos del régimen que se encuentran en el exilio.

Pocos días antes, la Comisión había expresado su rechazo a las medidas adoptadas por el régimen, de despojar de la nacionalidad a sus opositores. Algo parecido a las tomadas por el Tercer Reich, que quitó la nacionalidad alemana a los que consideraba enemigos del régimen o ‘indeseables’. Entre ellos judíos y disidentes políticos. Ya el exvicepresidente nicaragüense, Sergio Ramírez, había sido víctima de esa política.

No hay que olvidar que Petro ha dicho en repetidas oportunidades que le debe su presidencia a una decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Ambos organismos son parte del sistema.

Sin embargo, en sus reacciones nocturnas por X o en las peroratas públicas, en la que se ataca “a don Raimundo y todo el mundo”, este tema no figura.

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