
Opinión
Dialogar, escuchar y enseñar con el ejemplo de vida
Por mi propia experiencia en los temas laborales, me atrevo a recomendarles muy fraternalmente al presidente Petro y a su ministro del Trabajo que retiren su iniciativa de consulta popular y procuren un diálogo directo con la mesa directiva del Senado.
Entre las múltiples cualidades de los seres humanos, considero que una de las más importantes es la de saber dialogar, escuchar y enseñar siempre con el ejemplo de vida. En lo personal, he tenido la posibilidad de conocer en Colombia, y en otros países, a personas que han ocupado u ocupan cargos políticos y sociales muy importantes, pero cuya característica fundamental es que lo que dicen no corresponde con lo que hacen en la vida real. En otras palabras, siempre se caracterizan por decirles a las personas, y de manera especial a las más humildes y necesitadas, lo que sus oídos desean escuchar, así de antemano sean conscientes de que lo que han dicho no lo pueden cumplir. Es decir, que su accionar en los cargos de Estado o privados los supeditan a hablar mucho y escuchar poco.
En democracia, a ese tipo de personajes, así sean de nuestra afinidad política o social, no los podemos permitir ni justificar por principios éticos en la vida de los seres humanos. Ese tipo de comportamientos, en mi opinión, son inaceptables en cualquier gobernante, dirigente político o social en particular.
Acorde con lo anterior, me preocupa lo que está pasando actualmente con los temas laborales en Colombia, donde lo que menos cuenta es la política constitucional del diálogo social y donde los empresarios, los sindicatos y el gobierno, hasta el momento, no muestran voluntad política para tratar de llegar a un acuerdo concertado que procure mejorar el bienestar de los trabajadores y de los estudiantes que están en el necesario e importante proceso de formación profesional para el trabajo y el empleo.
Desafortunadamente, en esta polarización laboral en que poco importa el concepto de que unas buenas relaciones laborales basadas en el respeto recíproco, diálogo y colaboración entre empleadores y trabajadores, es fundamental —para el futuro, no solamente de las empresas privadas, sino también de los servicios sociales y administrativos que presta el Estado como uno de los mayores empleadores que tiene nuestro país— que se retomen urgentemente los caminos del diálogo y la concertación laboral.
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De modo que, en las condiciones particulares de Colombia, y sin desconocer el derecho legítimo de los trabajadores a tener una mejor calidad de vida, me preocupa que el presidente de la República, frente a las dificultades políticas que se le han presentado en el Congreso de la República con su proyecto unilateral de reforma laboral, haya recurrido al derecho constitucional de la consulta popular, olvidándose de que la misma, de acuerdo con la Constitución Nacional, pasa por el estudio y aprobación previa del Senado de la República, tanto en su contenido, fecha y financiación.
En ese proceso no podemos olvidar que, en su derecho legítimo parlamentario, ya la bancada del Partido Liberal acaba de presentar un proyecto de ley con solo dos puntos, los cuales —en lo fundamental— están contenidos en las doce preguntas que presentó el Gobierno nacional en su iniciativa de consulta popular. Mientras tanto, los principales gremios empresariales han expuesto observaciones al proyecto de consulta popular y algunos medios de comunicación ya se están preguntando, en medio de tantas dificultades en las finanzas públicas, de dónde van a salir los recursos económicos para la financiación de la misma.
Reconozco que el camino a seguir no es nada fácil, ni para el Gobierno nacional ni para los propios trabajadores. Por ejemplo, ¿qué puede pasar con el futuro de la consulta popular si el Senado de la República decide ampliar el proyecto de ley del Partido Liberal con algunas preguntas del proyecto de consulta popular, y resuelve por mayoría parlamentaria aprobarlo como ley de la República y, de esa manera, quitarle la ‘carne’ al proyecto de consulta popular?
A partir de esas realidades, y por mi propia experiencia en los temas laborales, me atrevo a recomendarles muy fraternalmente al presidente Petro y a su ministro del Trabajo que retiren su iniciativa de consulta popular y procuren un diálogo directo con la mesa directiva del Senado, con los voceros del Partido Liberal, con la Comisión Séptima del Senado, lo mismo que con los voceros empresariales y sindicales sobre el tipo de reforma laboral que hoy necesitamos en Colombia para tener un país mejor y que contribuya a la lucha contra la corrupción, al logro de un mejor bienestar para los trabajadores y, ante todo, al crecimiento económico de las empresas, como bases fundamentales para la generación de empleos decentes, de empresas más productivas y de un Estado más eficiente y de paredes de cristal.