Sofy Casas

Opinión

Consejo de ministros: un circo en cadena nacional

Lo que vimos fue un despliegue de incompetencia, desacuerdos internos y una desconexión con las necesidades y realidades del país.

Sofy Casas
6 de febrero de 2025

El escándalo protagonizado por el presidente Gustavo Petro en su último consejo de ministros, transmitido en vivo y por cadena nacional, no es solo un bochorno público, es una muestra brutal de la desesperación y el vacío absoluto de liderazgo que reina en su gobierno. Lo que el Petro intentó disfrazar como un ejercicio de “transparencia” terminó siendo una exposición vergonzosa de la incapacidad y desorganización que caracteriza a su gabinete.

En lugar de demostrar que su gobierno tiene la capacidad de tomar las riendas de la nación, lo que vimos fue un despliegue de incompetencia, desacuerdos internos y, lo más grave de todo, una desconexión total con las necesidades y realidades del país.

La transmisión en vivo del consejo de ministros fue una jugada calculada de Petro para distraer la atención pública. ¿De qué? De la tragedia que azota al Catatumbo, de la crisis humanitaria que sigue afectando a miles de colombianos atrapados en medio del conflicto armado, y de la creciente alianza con la narcodictadura venezolana, que amenaza con desintegrar lo poco que queda de la soberanía colombiana. Mientras el país arde en llamas, el presidente se empeña en hacernos creer que su administración está en control, pero lo que vimos fue un circo político que no puede ocultar el desastre.

La disputa pública que se dio entre sus propios ministros durante el consejo, en el que los desacuerdos sobre los nombramientos de Laura Sarabia, como canciller, y Armando Benedetti, como jefe de gabinete, salieron a la luz, es una evidencia palpable de la debilidad interna del gobierno. La falta de consenso en temas clave demuestra que Petro no tiene ningún poder real sobre su propio equipo, lo que deja al país en un estado de ingobernabilidad absoluta. A los ministros ni siquiera les informaron que su reunión sería transmitida, y la reacción en vivo fue un reflejo de la incomodidad y la falta de respeto mutuo que existe dentro del gabinete. Mientras tanto, Petro se deshace en discursos vacíos, tratando de justificar lo injustificable.

Pero esto no es solo una lucha interna del gobierno. Lo que Petro está haciendo es mucho más peligroso. Su inestabilidad no es solo una amenaza para su propio gabinete, sino para toda la nación. La cortina de humo de este “espectáculo mediático” es una maniobra para desviar la atención de la alianza con la narcodictadura venezolana, un acuerdo clandestino y oscuro que le permite a Petro y a su círculo cercano mantener el control sobre los cultivos ilícitos y el narcotráfico. Venezuela, bajo el narcorégimen de Maduro y el Pablo Escobar venezolano, Diosdado Cabello, ha sido históricamente el epicentro de una red criminal que afecta a Colombia de manera directa, y Petro, en su afán de mantener el poder, no tiene ningún problema en pactar con estos criminales para asegurarse de que el cartel de los Soles y los narcoterroristas del ELN sigan dominando el negocio del narcotráfico.

La situación empeora cuando analizamos la postura de Petro frente a Estados Unidos. No es un secreto que el presidente busca constantemente confrontar a Washington, en un intento por forjar un conflicto diplomático que justifique las futuras elecciones fraudulentas. Su postura anti-Trump no solo es irresponsable, sino que está encaminada a desestabilizar aún más la democracia colombiana. Petro sabe que, si logra que Estados Unidos sancione a Colombia, podrá montar la narrativa de que las elecciones de 2026 no serán libres, pues el “imperialismo” estaría interviniendo en los asuntos internos del país. Esta es una jugada maestra de manipulación política para perpetuarse en el poder y ahogar cualquier posibilidad de la oposición.

Además, el Gobierno de Petro se enfrenta a la inminente descertificación de Colombia en la lucha contra el narcotráfico. Un golpe letal para la imagen internacional del país, que pondría en peligro nuestra economía, nuestra seguridad y lograría un aislamiento diplomático, lo cual sería un hecho catastrófico para la imagen de Colombia y la confianza inversionista. En lugar de tomar medidas contundentes contra el narcotráfico, el presidente opta por hacerse el desentendido y alimentar el caos con su circo mediático. El mensaje es claro: Petro prefiere mantener su juego de poder a costa del futuro de los colombianos. Mientras él se enfoca en su espectáculo político, el narcotráfico sigue siendo el verdadero dueño de muchas zonas del país, y la violencia y la pobreza se expanden sin control.

Este consejo de ministros no fue más que un espectáculo patético, una representación pública de la ineptitud, la desesperación y la traición de un gobierno que se ha desconectado completamente de la realidad. Un gobierno que no solo está destruyendo las bases de la democracia, sino que está poniendo en peligro la soberanía nacional al aliarse con los peores enemigos de Colombia. El circo de Petro no solo es una farsa, es una tragedia en curso, y cada día que pasa, el país paga el precio de su ambición y su incompetencia. Incluso el inquilino de la Casa de Nariño, sin sonrojarse, se enorgullecía de decir en vivo y en directo que a él lo llamaban Aureliano en las filas guerrilleras del grupo terrorista M-19, al que él perteneció.

Por otra parte, el acto bochornoso de decir que la “cocaína no es más mala que el whiskey y que es ilegal porque la hacen en América Latina” es una muestra y advertencia de que, usando esta excusa, podría no fumigar ni erradicar los cultivos ilícitos para seguir ayudando a sus amigotes, los narcos de Miraflores. El otro hecho vergonzoso fue que Benedetti haya permitido que lo compararan con el guerrillero asesino y criminal Jaime Bateman, al decir que tiene una especie de virtud, que es ser loco, y que la locura puede “hacer revoluciones”. Esto es una muestra más de lo mucho que sabe su nuevo jefe de gabinete sobre Petro y su campaña. Aunque Petro sepa que es insostenible, sabe que cada vez que Benedetti abra la boca, se le cae la estantería.

Colombia merece algo mejor que este desastre político. Merece un gobierno que enfrente sus problemas, que luche contra el narcotráfico, que garantice la seguridad, la economía, las elecciones libres y, sobre todo, respete al pueblo. Pero lo que Petro nos ofrece es un circo, una cortina de humo que solo encubre la verdad: el país se desangra y empobrece más, mientras él juega con su poder y su imagen. Y lo peor de todo es que, a este paso, no hay nadie que lo frene.

Ñapa: el exdirector del Dapre, Víctor Muñoz, en un post en su cuenta de X, confirmó que el bochornoso consejo de ministros violó la Ley 63 de 1923 en su artículo 9, en el que se establece que las sesiones del consejo de ministros con cuerpo consultivo son absolutamente reservadas, y no podrá revelarse ni el nombre del ministro a cuyo estudio haya pasado cada asunto en materia de consulta. Prácticamente, es la confirmación de que Petro violó nuevamente la ley y nadie toma acciones en su contra.

Cierro, no sin antes reírme de este circo romano en el que Gustavo Bolívar dio mucho de qué hablar: “Yo a usted lo amo, presidente”. Así le declaró su amor a Petro, a pesar de que se nota que es más el amor que le tiene Bolívar a Petro que el que Petro le tiene a Bolívar. Señor Bolívar, le toca seguir esforzándose más para lograr el puesto de primera dama.

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