Opinión
Bogotá tendrá metro, a pesar de Petro
El presidente Gustavo Petro ha demostrado estar dispuesto a sacrificar el progreso del país con tal de imponer su agenda política.
El aplazamiento de los recursos para el Metro de Bogotá y otros grandes proyectos de infraestructura en Colombia no es otra cosa que un revanchismo político del Gobierno nacional. Esta decisión, disfrazada de ‘aplazamiento presupuestal’, expone la falta de liderazgo de un presidente que no soporta que las ciudades y regiones lideren su propio desarrollo.
El presidente Gustavo Petro ha demostrado estar dispuesto a sacrificar el progreso del país con tal de imponer su agenda política. Los aportes de la Nación al Metro de Bogotá no son una concesión ni un favor; son el cumplimiento de un contrato firmado en 2017, donde la Nación se comprometió a financiar el 70 % de la Primera Línea del Metro, mientras que Bogotá asumiría el 30 % restante. Hoy, Bogotá ha aportado tres veces más recursos que la Nación. Este desequilibrio es un acto de irresponsabilidad.
Lo más vergonzoso es que esta decisión no solo afecta a los gobernantes, sino también a millones de ciudadanos que esperan soluciones reales a la crisis de movilidad. Aplazar los recursos para el Metro de Bogotá es incumplir un contrato y, aunque el alcalde Carlos Fernando Galán haya afirmado que la ciudad está dispuesta a asumir la carga, esto podría generar costos adicionales para los bogotanos. Estas consecuencias son producto de la negligencia y la indiferencia del presidente Petro hacia los habitantes de la capital.
El Metro de Bogotá tiene un avance de más del 46 %. Esta obra histórica, que ha sido esperada por décadas, no se va a detener por los caprichos de un gobierno incapaz de gobernar con altura. Galán ha sido claro: Bogotá va a tener Metro. Pero no debería ser responsabilidad exclusiva del Distrito salvar este proyecto. La Nación tiene una obligación contractual que debe honrar.
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Mientras tanto, el Gobierno nacional derrocha presupuesto en iniciativas vacías como el Ministerio de Igualdad, cuya ejecución presupuestal en 2024 no superó el 2,5 %. Sin embargo, para 2025, este ministerio cuenta con 700.000 millones de pesos, recursos que podrían destinarse al Metro de Bogotá, una obra que sí transforma la vida de millones de colombianos. Es inaceptable que se premie la ineficiencia mientras se castiga el progreso.
Esto no es un simple ‘aplazamiento’; es un sabotaje deliberado al progreso de Bogotá y el país que busca castigar a quienes no se someten al proyecto del presidente. Pero esta estrategia está condenada al fracaso. Los grandes proyectos de infraestructura, como el Metro, no se detienen por intereses mezquinos. Lloverán demandas por incumplimiento de la Nación que los colombianos tendremos que pagar, además de las sanciones fiscales y disciplinarias para quienes decidieron ‘aplazar’ la destinación de los recursos.
Los gobernantes territoriales, como Carlos Fernando Galán, merecen el respaldo y la solidaridad de todos. Su compromiso con el progreso y su valentía frente a las maniobras del Gobierno nacional son un ejemplo de resistencia. La ciudadanía también debe mantenerse vigilante y no permitir que esta persecución obstaculice el desarrollo del país. Bogotá y Colombia merecen algo mejor que este espectáculo lamentable.
Señor presidente, cumpla con los compromisos adquiridos por la Nación. Este no es un acto discrecional; es una obligación pactada desde antes de su gobierno. Recuerde que, como jefe de Estado, no representa a un sector del país, sino a todos los colombianos. El progreso de Bogotá no lo detiene nadie, y su falta de grandeza solo lo hace más evidente. Bogotá tendrá metro, pese a usted.