subsecretario de Salud Pública Julián Alfredo Fernández Niño

Opinión

Bogotá respira consciente

Hoy más que nunca, en el marco del debilitamiento de la salud global, la ciudad necesita que actuemos.

Julián Alfredo Fernández Niño
27 de abril de 2025

En Bogotá enfrentamos diariamente grandes desafíos para mejorar la calidad del aire. Medidas como el Día sin Carro y sin Moto, la implementación progresiva de una infraestructura sin precedentes para la movilidad sostenible, la creación de las Zonas Urbanas por un Mejor Aire (Zuma), y la exigencia de una cuota mínima del 10 % de buses eléctricos en TransMilenio, son pasos firmes hacia una ciudad más respirable. Sin embargo, frente a este gran reto ambiental y de salud pública, estos esfuerzos a veces parecen no ser suficientes, y lo cierto es que sus mayores impactos serán solamente observados a largo plazo. Hoy debemos redoblar los esfuerzos para gozar de un aire saludable en la ciudad.

En lo que va de 2025, hemos estado atravesando un pico respiratorio sin precedentes en los años recientes (con excepción del covid-19). El incremento de las infecciones respiratorias agudas ha marcado los primeros meses del año, siendo una de las principales causas de morbimortalidad en los extremos de edad. Enfermedades prevenibles como la tosferina, que no registraban muertes en la ciudad desde 2015, ya han cobrado una vida en la ciudad y los casos se han multiplicado: pasamos de 11 casos en 2024 a más de 100 en lo que va del año. Las causas de este incremento son múltiples, incluyendo la reducción en pandemia de las coberturas globales de vacunación, los cambios en la circulación viral, y la llegada tardía de la vacuna contra la influenza al país, pero sin duda, como telón de fondo, la contaminación del aire es uno de los determinantes que más contribuye a la susceptibilidad a diversas afecciones respiratorias, que pueden agravar las infecciones agudas, así como llevar directamente a exacerbaciones de patologías crónicas como el asma y la enfermedad respiratoria obstructiva crónica, explicando así gran parte del exceso de morbimortalidad sobre todo en niños, niñas y personas mayores.

Adicionalmente, más allá de las afecciones respiratorias, hoy es bien sabido que la contaminación del aire es una de las principales causas de morbimortalidad global, y que puede afectar prácticamente todos los sistemas del cuerpo humano, incrementando así el riesgo de cáncer, obesidad, hipertensión arterial, e incluso de daño neurológico, entre muchos más efectos en salud, que cada vez entendemos mejor.

Este panorama nos exige más que nunca una ciudadanía empoderada y participativa, que pueda ser consciente del real impacto de la calidad del aire en la salud, pero también parte de la respuesta organizada para que Bogotá sea más respirable. Necesitamos así de una ciudad donde cada persona sea parte activa de la construcción de entornos saludables, y que abogue a otros, incluyendo a los tomadores de decisión, a mantener y profundizar las políticas necesarias para mejorar la calidad del aire. Es aquí donde la información y el conocimiento se convierten en poder, y la tecnología en una aliada estratégica para la gobernanza intersectorial del aire, que no les pertenece sólo a las instituciones, sino a todos los y las ciudadanas.

El Índice Bogotano de Calidad del Aire y Riesgo en Salud (Iboca) es una herramienta vital para esta transformación necesaria, que se ha modernizado, pero cuyo uso sigue siendo limitado. Más que una aplicación y una página web, es un canal de empoderamiento para la ciudadanía. Iboca permite conocer en tiempo real la calidad del aire en distintos puntos de la ciudad, traduciendo datos técnicos a un lenguaje claro y útil para todos y todas, de una manera continua. Con Iboca cada persona puede tomar decisiones conscientes, desde evitar actividades al aire libre en momentos críticos de contaminación, hasta proteger y estar atentos a los signos de alarma, especialmente de los más vulnerables, como he mencionado anteriormente: niños y niñas, personas mayores y con enfermedades respiratorias o cardiovasculares.

Consultar el Iboca debería convertirse en un hábito cotidiano en Bogotá, como abrigarse ante el frío o protegerse del sol. Está disponible en línea y como aplicación móvil, y su uso constante nos ayuda a cuidar no solo nuestra salud, sino también la de nuestras familias, vecinos, entornos y de toda la ciudad, haciéndonos en primer lugar conscientes de que la calidad del aire es un bien común que debemos cuidar entre todos y todas, lo que requiere primero de un mayor entendimiento de su importancia y por reconocer a consciencia el estado actual de la contaminación del aire en la ciudad, donde es claro que esta expresa también grandes inequidades territoriales, que han persistido en el tiempo.

Además, esta herramienta promueve la transparencia institucional, fomenta la corresponsabilidad colectiva y sirve de insumo clave para investigaciones científicas, estrategias de salud pública, políticas climáticas y acciones concretas frente a la contaminación del aire. La apropiación del Iboca puede servir —más ampliamente— para la veeduría ciudadana, el control político, y ser una herramienta para la abogacía, así como ser útil para demandar la formulación e implementación de nuevas políticas, para el seguimiento y evaluación de las que ya se han implementado y están vigentes, tanto a nivel distrital como local.

Las iniciativas ciudadanas informadas en evidencia, como la que provee el Iboca, no son opcionales: son fundamentales para la gobernanza del aire. Una ciudad saludable no se construye solamente desde las instituciones, sino desde cada acción individual y colectiva, siendo la calidad del aire un propósito común como sociedad que debe movilizarnos a todos y todas. Es claro que aún no hemos logrado una verdadera apropiación del Iboca, y nos corresponde como Distrito promover su uso, y facilitar el desarrollo de capacidades necesarias para que otras instituciones, pero sobre todas las personas y las organizaciones de la sociedad civil, puedan usarlo.

En coordinación con la Secretaría Distrital de Ambiente, en Bogotá hemos articulado nuestros equipos para fortalecer las estrategias frente a la contaminación atmosférica, con el objetivo de mitigar sus efectos sobre el planeta y la salud de las personas. Hemos sido enfáticos en la necesidad de intensificar las medidas de prevención sin esperar a que se presenten alertas o momentos críticos, y sin afectar abruptamente las actividades cotidianas, promoviendo estrategias de transformación de largo plazo. Por eso, es fundamental actuar con anticipación, y entender que los esfuerzos que requieren son de largo aliento, y requieren volverse políticas de Estado.

Como contingencia, sabemos que si el Iboca indica niveles regulares o malos de calidad del aire —es decir, colores naranja o rojo—, recomendamos adoptar las siguientes medidas:

  • Evitar la realización de actividad física intensa al aire libre en zonas con altos niveles de contaminación, mientras esta se mantenga, y optar mejor en lo posible por actividades físicas menos intensas si tiene que ser al aire libre o por hacerlo dentro de una edificación.
  • Usar tapabocas en zonas con mala calidad del aire o si se presentan síntomas respiratorios.
  • Evitar espacios cerrados y con poca ventilación.
  • Mantener un lavado de manos frecuente.
  • Evitar el contacto cercano con personas que presenten síntomas respiratorios.
  • Y, muy importante, mantener actualizados los esquemas de vacunación, especialmente contra la influenza y la tosferina.

Es importante recordar que, aunque estas medidas son especialmente importantes en medio de una alerta explícita, la prevención de las afectaciones respiratorias, a través de la vacunación y las medidas no farmacológicas de protección personal a las infecciones respiratorias deben hacer parte de nuestra vida cotidiana. Asimismo, el no fumar, tener una buena dieta, hacer actividad física, y mantener controlada nuestras afectaciones crónicas, nos hacen menos susceptibles a los efectos en salud de la contaminación del aire.

De la misma manera, debemos contribuir activamente al mejoramiento de la calidad del aire en Bogotá. Hay acciones de doble vía que protegen su salud y, al mismo tiempo, favorecen el entorno. Así es como, evitar el uso de vapeadores y el consumo de tabaco, dar un adecuado mantenimiento a los vehículos particulares, compartir el vehículo, optar cuando sea posible por el transporte público o por usar bicicleta, no realizar quemas al aire libre y participar en jornadas de siembra de árboles son acciones que suman. La ciudad debe facilitar entornos y políticas que hagan más fácil a las personas adoptar esta práctica en todas las localidades, siendo un imperativo la justicia ambiental.

El cambio climático y la contaminación del aire requieren del compromiso colectivo. Desde la salud pública, seguimos trabajando para garantizar que la ciudadanía cuente con más herramientas de participación, información, conocimiento y servicios abiertos que le permitan tomar decisiones conscientes para una Bogotá con MÁS Bienestar, y abogar por un mejor aire.

Hoy más que nunca, en el marco del debilitamiento de la salud global, la ciudad necesita que actuemos. Cada consulta al Iboca, cada decisión informada, cada vacuna aplicada, cada comportamiento saludable, es un paso hacia la construcción de la calidad de vida que todos y todas merecemos, para que Bogotá respire mejor, debemos respirar con consciencia.

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