OpiNión
Autopsia a un médico de mala fe
¿Cómo puede ser profesor de la Universidad de São Paulo si quedó debiendo hasta el juramento de Hipócrates?
En una lista de artículos sobre el dengue que llevan su firma, el médico Fredi Alexánder Díaz Quijano colocó en primer lugar una publicación de 2012 en el prestigioso The New England Journal of Medicine. Es comprensible, pues los otros medios en los que publicó no tienen la misma reputación de este semanario que se publica en Boston desde hace más de 200 años y que es considerado el órgano científico más importante del mundo en medicina. Pero no era una investigación científica, sino una carta al director, de apenas 195 palabras, en que Díaz Quijano recomendaba el acetaminofén para el malestar del dengue.
Díaz Quijano es médico egresado de la Universidad Industrial de Santander en 2003 e hijo de un exalcalde de Zapatoca. Envió la carta a nombre de la Organización Latinoamericana para el Fomento de la Investigación en Salud (Olfis), Bucaramanga, Colombia. En papeles firmados por él, aparece esta dirección de la organización: avenida Los Búcaros n.° 2-108, casa 60, conjunto Los Laureles, en Bucaramanga. Es la vivienda de su mamá, en el sector de la Ciudadela Real de Minas.
Más grave aún es el acta 002 de 2013 de Olfis. Díaz Quijano se reunió con la junta directiva, es decir, su hermano Ronald, su papá, un tío y tres personas más. Como Olfis solo tenía 34 millones de pesos en activos, de los cuales 30 millones de pesos eran cuentas por cobrar, es decir, apenas 4 millones de pesos reales, la junta capitalizó las investigaciones de Díaz Quijano a manera de activos intangibles y concluyó que las publicaciones valían 438 millones de pesos. ¡La carta a The New England Journal of Medicine fue avaluada en 79 millones de pesos o 20.000 dólares! Esa maniobra se justificó con este galimatías: “Se refiere al capital del know-how estimado como una función del retorno que se obtendría como ganancia neta si se reproducen las investigaciones”. Pura palabrería. El año siguiente, Olfis firmó con el gobernador de La Guajira José María Ballesteros un convenio para investigar el dengue en ese departamento por casi 18.000 millones de pesos. Díaz Quijano, que recibió dos anticipos por más de 4.000 millones de pesos, incumplió el acuerdo. El exgobernador fue condenado a 177 meses de prisión.
Díaz Quijano está acusado por falsedad, peculado y contrato sin cumplimiento de requisitos legales, pero el juicio no ha empezado. Increíblemente, es profesor de epidemiología en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de São Paulo. Los detalles de este desfalco se conocieron gracias a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, que realizó la interventoría. La UN denunció que los equipos del proyecto, que debía ejecutarse en La Guajira y que costaron 1.290 millones de pesos, fueron trasladados a Bucaramanga. La UN informó que el contrato con una empresa de vigilancia no indicaba en qué dirección de Riohacha se prestaría el servicio. La UN alertó que Díaz Quijano no capacitó al personal que debía entrenar en La Guajira. La UN urgió que se hiciera efectivo el seguro con Liberty Seguros, pero La Guajira dejó vencer la póliza. La UN avisó que Díaz Quijano no cumplió con la toma de muestras de sangre, ni con el seguimiento de 1.200 pacientes con síntomas de dengue, ni con la identificación de criaderos del mosquito Aedes, transmisor del dengue.
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Faltando cinco meses para terminar el proyecto, Díaz Quijano no había iniciado diferentes actividades, algunas con duración de 28 a 30 meses, según la UN. Hace dos años, el médico dio poder desde Brasil para reclamar a la UN y a La Guajira una indemnización de perjuicios y para cobrar 430 millones de pesos que supuestamente desembolsaron él, su hermano Ronald y Ruth Aralí Martínez Vega para financiar el proyecto. Los pájaros disparándoles a las escopetas. En el documento en que reclamaban la indemnización, dijo Díaz Quijano que los investigadores de Olfis “realizaron publicaciones en revistas de reconocimiento internacional como The New England Journal of Medicine”. La misma carta de hace diez años. Fredi Díaz Quijano es un mentiroso consuetudinario y un médico de mala fe. ¿Cómo puede ser profesor de la Universidad de São Paulo si quedó debiendo hasta el juramento de Hipócrates? La ley sobre ética médica señala: “El médico, por la función social que implica el ejercicio de su profesión, está obligado a sujetar su conducta pública y privada a los más elevados preceptos de la moral universal”.
Fredi Díaz Quijano, premeditadamente, planificó y organizó el proyecto “con el único fin de llevarse el dinero”. Lo afirma una persona que lo conoció. Según la Corte Suprema de Justicia: “Olfis, dolosamente, nunca fue sometida por la Gobernación de La Guajira a una evaluación rigurosa de sus reales capacidades, razón por la cual la administración departamental, a sabiendas, hizo caso omiso de su falta de idoneidad y experiencia”.