Sofy Casas

Opinión

Alcaldes defienden a Colombia, Petro se nutre del caos

Los alcaldes no viajan a Washington por protagonismo, sino porque comprenden que el futuro inmediato de Colombia está en riesgo.

Sofy Casas
7 de septiembre de 2025

El más reciente anuncio del viaje de dos alcaldes de las principales ciudades del país a Washington, previsto para este domingo 7 de septiembre, tiene un objetivo claro: evitar la descertificación de Colombia en la lucha antidrogas. Medellín y Cali llevan la voz de millones de ciudadanos a la capital estadounidense, porque entienden lo que está en juego. Una descertificación sería un golpe devastador, pérdida de inversión, debilitamiento de la seguridad, aislamiento internacional y la consolidación de una imagen de país fallido.

La Constitución no prohíbe que mandatarios locales viajen a gestionar cooperación internacional. Por el contrario, cuando el Estado central muestra debilidad o complicidad, es un deber de quienes gobiernan defender a sus ciudadanos en todos los escenarios posibles. Los alcaldes actúan porque saben que la descertificación se traduciría en menos apoyo, más inseguridad y un deterioro directo en la credibilidad internacional de Colombia.

Pero mientras ellos cumplen con su responsabilidad, el Gobierno central se refugia en la retórica. Gustavo Petro, en lugar de respaldar el esfuerzo de los mandatarios locales, se dedica a deslegitimarlos. Y la explicación es cruda, a Petro le conviene la descertificación. El caos que traería le sirve para victimizarse ante la administración Trump o ante Estados Unidos, en general, desempolvar la teoría del enemigo externo —ese libreto comunista que nunca falla— y, de paso, legitimar el debilitamiento de la Fuerza Pública. Es el escenario perfecto para estrechar aún más sus lazos con la narcodictadura venezolana y el bloque chavista que lo inspira.

La descertificación, paradójicamente, no lo debilita a él en su narrativa, lo fortalece. Le da excusas para culpar a otros de sus fracasos internos, lo acerca al modelo cubano y le abre espacio para un discurso en el que no es él quien falla, sino “el imperialismo” que castiga. Un libreto que conocemos demasiado bien en América Latina y que siempre termina costándole al pueblo, que paga los costos, mientras el caudillo se fortalece en el caos.

Los alcaldes no viajan a Washington por protagonismo, sino porque comprenden que el futuro inmediato de Colombia está en riesgo. Mientras ellos defienden al país, Petro se alimenta del caos, a ocho meses de las elecciones presidenciales. Esa es la verdad incómoda que muchos prefieren evadir.

No nos engañemos, la descertificación golpea de frente la seguridad, la inversión y las relaciones internacionales. Pero para Petro es combustible político. Y ahí radica la tragedia. Mientras los mandatarios locales buscan alianzas para salvar a Colombia, el tirano de la Casa de Nariño juega a la confrontación ideológica, acercándonos peligrosamente a los experimentos fallidos del socialismo del siglo XXI en la región.

Hoy, más que nunca, la pregunta no es si la descertificación debilita a Colombia —eso está más que claro—, sino a quién fortalece. Y la respuesta es dolorosa: fortalece a un sátrapa que necesita de la anarquía para sostenerse y de la confrontación externa para ocultar la crisis interna. La izquierda se mueve como pez en el agua en medio del caos, porque ahí fabrica su narrativa y perpetúa su poder.

Dato importante: Conviene recordar que Petro, cuando fue alcalde de Bogotá, también viajó al exterior con el mismo pretexto de “gestionar” y “representar” al país. Y no ha sido el único, otros líderes de la extrema izquierda también han usado esa estrategia. Lo hicieron no para fortalecer a Colombia, sino para hacerle daño a sus opositores, atacarlos en escenarios internacionales y alimentar su propia agenda política con el cuento de la victimización por amenazas contra su vida. Hoy, con cinismo, Petro descalifica a los mandatarios locales que buscan cooperación para evitar la descertificación, cuando él mismo utilizó esas giras como arma contra el Estado.