
Opinión
Ahora el caos será en pasaporte
Mientras sabemos qué sigue, esperamos que el Gobierno sea capaz de superar esta crisis con los Estados Unidos y no nos hunda más por cuenta de su improvisación y retórica.
La semana que termina fue de convulsión. El llamado a consultas de los embajadores de Colombia, Daniel García-Peña, y de Estados Unidos, John McNamara, en medio de una gran tensión bilateral, tiene al país, como al inicio de este año, ante la incertidumbre de lo que vendrá en el futuro de la relación de los dos países.
La crisis estalló precisamente el mismo día en que la canciller, Laura Sarabia, presentó su carta de renuncia. “En los últimos días se han tomado decisiones que no comparto y que por coherencia personal y respeto institucional no puedo acompañar. No se trata de diferencias menores ni de quién tiene la razón. Se trata de un rumbo que, con todo el afecto y respeto que le tengo (al presidente) ya no me es posible ejecutar”.
La excanciller Sarabia se refería al contrato para la elaboración de pasaportes, que por decisión del Gobierno nacional ya no estará a cargo de la empresa Thomas Greg & Sons, que venía haciéndolo desde hace 18 años, sino que ahora será Portugal el país que asumirá esta responsabilidad y que, se supone, deberá hacer toda la transferencia de tecnología y conocimiento a la Imprenta Nacional de Colombia.
Desde el primer día de gobierno el presidente Petro le hizo la guerra a Thomas Greg para quitarle la elaboración de los pasaportes. El anterior canciller, Luis Gilberto Murillo, había adelantado las gestiones para lograr que Portugal asumiera la tarea, tal y como lo ha querido el presidente. Sin embargo, lo que sorprendió es que la saliente canciller Laura Sarabia fue clara en una rueda de prensa en que el país no estaba listo aún para iniciar este convenio con Portugal y entregarle a la Imprenta Nacional tamaña responsabilidad. Por eso, Sarabia había anunciado la prórroga por un año más del contrato con Thomas Greg, prórroga que se contaría a partir del próximo 1.° de septiembre.
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Pero el presidente Petro, en su terquedad habitual, desmintió a su canciller, en su consejo de ministros televisado, y dijo que tal prórroga no se haría.
Cuando todo era confusión, entró en escena el nuevo jefe de Gabinete, Alfredo Saade, conocido por sus posiciones irracionales, y aseguró que el país firmaría el próximo 1.° de septiembre el nuevo convenio con Portugal para que los pasaportes se impriman en la Imprenta Nacional.
Entonces Laura Sarabia renunció, el país quedó en la peor crisis con Estados Unidos sin un canciller para negociar, y en la Imprenta Nacional todos se preguntan qué harán, pues bien saben que no tienen la capacidad de hacer lo que quiere el presidente. La gran prueba de ello es el fracaso que ha sido hasta hoy la impresión de las cédulas de extranjería.
Según denunció el concejal de Bogotá Julián Rodríguez Sastoque, la Imprenta Nacional no ha sido capaz de ejecutar el contrato por 5.620 millones de pesos que firmó con Migración Colombia, el 1 de mayo de 2024, para la elaboración de las cédulas de extranjería. Solo mes y medio después de esta firma, se habían devuelto 581 documentos por no cumplir con las exigencias de seguridad y 1.077 no habían podido ser entregadas.
Entre las faltas cometidas en la elaboración de estas cédulas, están errores en las fotos, firmas mal impresas y huellas digitales borrosas. La imprenta tenía que entregar 5.000 cédulas de extranjería en promedio mensuales. Sencillamente, no pudo.
En Colombia, Thomas Greg imprime un promedio de 180.000 pasaportes mensuales, que requieren el cumplimiento de exigencias internacionales de seguridad y verificación de identidad. ¿Es posible que tres meses la Imprenta Nacional esté lista para asumir este reto? Por supuesto que no.
El pasado 9 de junio, el gobierno de Donald Trump determinó que los venezolanos no pueden obtener nuevas visas de turistas (B1/B2) para ingresar a Estados Unidos. ¿La razón? El Gobierno de ese país considera que Venezuela carece de una autoridad central competente para la emisión de pasaportes y documentos civiles y que no cuenta con medidas adecuadas de selección y verificación de solicitantes de visas. Pero a este punto no se llegó de un momento a otro.
El lío de los pasaportes de Venezuela comenzó cuando Hugo Chávez quiso cambiar el sistema de expedición del documento y creó una de sus misiones, la “misión identidad”, con la que, según él, mejoraría la producción de pasaportes y cédulas en el país. Para ello, llamó a “expertos cubanos”. Ahí vino el caos. El Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería lleva años tratando de expedir estos documentos sin contratiempos y hoy sigue enfrentando problemas de falta de insumos, denuncias de corrupción y la percepción de que la autoridad emisora no es una entidad transparente.
No se puede improvisar en algo tan delicado como la expedición de pasaportes. Lo que está en juego es la credibilidad de este documento frente al mundo.
Por eso, no se entiende por qué el presidente Gustavo Petro insiste en someter al país a este caos, que solo significará un daño a los ciudadanos.
No hay que olvidar que Thomas Greg & Sons suministra servicios logísticos y tecnológicos en el proceso electoral, aunque no dirige ni hace los escrutinios finales.
Esperemos que no nos sorprenda el Gobierno luego diciendo que también querrá la participación de la Imprenta Nacional en el proceso electoral.
O con un gran proyecto de identificación nacional, que abarque el registro de cédulas y pasaporte, como el país vecino.
Mientras sabemos qué sigue, esperamos que el Gobierno sea capaz de superar esta crisis con los Estados Unidos y no nos hunda más por cuenta de su improvisación y retórica.