
OpiNión
Abogado de Álex Saab me pide rectificar
Repudio al sátrapa y su gobierno mafioso, tiránico, cleptómano, criminal, que solo merece pudrirse en una mazmorra. Desprecio y rechazo a cualquier cómplice de esos capos. Y Álex Saab ha sido una ficha clave de Maduro.
Hace unos días recibí el escrito para que rectificara las referencias que hice sobre su defendido en columna anterior. Alega que Saab es un ser honorable y merece respeto. Que yo daño su buen nombre. No creo que haya leído el informe que el asesinado Fernando Vallejo elaboró ni el libro de Gerardo Reyes “sobre el empresario que se hizo multimillonario a la sombra de Nicolás Maduro”. Ni otras investigaciones de reputados periodistas venezolanos, perseguidos por el régimen que su cliente ayudó a sostener y enriquecer.
“Usted, de manera abusiva, hace referencia al señor Álex Saab como el ‘megaladrón chavista’ sin tener tan solo una prueba que permita expresarse en esos términos, desconociendo los amplios pronunciamientos judiciales que demuestran todo lo contrario, es decir, que el señor Álex Saab ha cumplido a cabalidad con todas y cada una de las responsabilidades de tipo comercial que le han sido asignadas”, reza uno de los apartes de la carta que me dirige el defensor.
“Estigmatizar el buen nombre de una persona por tener vínculos con un Gobierno que no es de su aprobación, nunca será motivo suficiente para vincularlo con actividades o sentimientos que son totalmente contrarios a la realidad”, agrega en otro párrafo.
Empiezo por solicitar al abogado que sea riguroso la próxima vez que me remita una demanda de cualquier tipo.
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Nunca he escrito ni dicho que “no apruebo” el gobierno de Maduro. Detesto los eufemismos y no llamar a las cosas por su nombre. Yo repudio al sátrapa y su gobierno mafioso, tiránico, cleptómano, criminal, que solo merece pudrirse en una mazmorra. Ojalá bajo un régimen penitenciario como el que aplica Bukele a los mareros.
Por tanto, desprecio y rechazo a cualquier cómplice de esos capos. Y Álex Saab ha sido una ficha clave de Maduro y sus secuaces. Es la razón por la que ahora viste un overol naranja y cada vez que abandona su celda gringa, va esposado de pies y manos. Sin olvidar que, debido a la avalancha de pruebas en su contra, el garantista tribunal supremo de Cabo Verde, después de estudiar a conciencia y durante un año su voluminoso expediente, permitió que lo extraditaran a Estados Unidos.
Recomiendo al letrado leer sobre el pequeño país y su sistema político actual, para que comprenda que no se trata de una república bananera sino de una democracia que hace alarde de respetar la división de poderes. Fue muy afortunado Saab de que uno de los aparatos de su costosa flota de aviones, comprada con dineros saqueados a los venezolanos, aterrizara allá. Los desafortunados fuimos quienes consideramos que dispusieron de doce meses para ocultar y manipular pruebas (en el “tuvieron” no incluyo al abogado que firma la carta).
En la larga misiva, acompaña los argumentos con una ristra de artículos de ley para demostrar que la ley protege a Saab y yo violo el derecho al buen nombre de todo ciudadano, incluidos los delincuentes de cuello blanco.
En esta ocasión y por primera vez, voy a emplear la palabra “criminal” para referirme a Álex Saab. Antes de preparar otra nueva exigencia de rectificación o una demanda penal por injuria y calumnia, pido al abogado que acuda al diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
“Crimen: delito grave”, señala el oráculo de la lengua que hablamos. “Criminal: que ha cometido o procurado cometer un crimen”. Y he de decir que esta última acepción encaja perfectamente con su defendido. El éxodo forzado de 8 millones de venezolanos y las penurias que padecen los que se quedaron es el resultado de una dictadura criminal que pisotea todos los derechos humanos.
Apropiarse de decenas de millones de dólares –de ahí la inmensa fortuna de Álex Saab– y ayudar a presuntamente lavar cientos o miles más de los dineros robados al erario, son delitos de extrema gravedad. Y no tanto por ser un ladrón de altos vuelos, sino porque contribuyó a despeñar a Venezuela por el abismo de la miseria y la tiranía.
Tampoco le parece apropiado al abogado que en mi columna afirmara que dicho detenido “detestaba” a Fernando Villavicencio, el candidato presidencial asesinado. De pronto Saab se sintió feliz cuando el fallecido aseguró en Caracol: “Las amenazas no me dan miedo, pues yo he sido víctima por diez años de Rafael Correa. Así que lo que intente hacer Álex Saab a través de su estructura internacional me tiene sin cuidado”.
O con sus advertencias de que presentaría a la justicia estadounidense el material probatorio de los delitos que cometió su empresa Fondo Global de Construcción en Ecuador y otros países, y por los cuales un fiscal general de bolsillo de Rafael Correa –Galo Chiriboga– los absolvió.
“Quiero decirle a los colombianos y latinoamericanos que no vamos a prestarnos para que la defensa de Saab utilice ningún argumento de la presunta politización o interferencia de otros Estados para el proceso penal estadounidense de Saab y Pulido”, afirmó el valiente Villavicencio.
En Colombia el caso, en manos de la fiscal delegada para las Finanzas Criminales, está en etapa de indagación. Muerto el impulsor, ¿lo engavetarán?