Nación
Tortuosa lucha de una mujer por encontrar justicia tras caer del piso 9 de un edificio; pide protección del Estado
La historia de Pamela Lorduy es considerada por muchos un milagro.

La vida de Pamela Lorduy Marín cambió para siempre el 9 de junio de 2019 a las 9 a. m. Tras una discusión con su pareja, la mujer cayó a través del balcón de un apartamento de un noveno piso de un edificio, en el sector de las Cometas en Envigado.
La mujer, que en ese entonces tenía 27 años, fue socorrida por un miembro del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Envigado que era su vecino y trasladada a un centro médico cercano.
Allí despertó horas después, intubada y con varias fracturas: la tibia estaba rota en tres partes, el peroné, el calcáneo, el tobillo, tres costillas, cuatro vértebras, la pelvis rota en seis partes, el hueso sacro se explotó, el húmero estaba roto y tenía los pulmones llenos de líquido.
Pero ella no entendía qué pasaba, había perdido la memoria y fue su mamá la que se encargó días después de contarle lo que había sucedido.
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Sus vecinos escucharon una fuerte discusión de pareja y, de un momento a otro, un estruendo; luego, el alboroto, las sirenas, en fin...
Andrés Restrepo Correa, quien compartió durante más de 12 años una relación con Pamela, fue detenido. Inicialmente, para las autoridades resultó sospechoso que el hombre no hubiera reportado la emergencia, además de los antecedentes de violencia que ella había manifestado.
Pamela había recibido amenazas, intimidaciones e, incluso, hubo un episodio de maltrato muy grave en su contra.
“Ocho días antes, él lanzó a mi gato Teo desde el apartamento, y en ambos casos dio la misma versión”, contó Pamela. “Que nos colgamos y nos tiramos mientras él tomaba agua en la cocina”, agregó.

Sin embargo, ella cree que miente porque, por sus 1,58 metros de altura le hubiera quedado imposible hacer una figura como una jinete a bordo de su caballo para arrojarse al vacío.
Ahora, tanto Pamela como Carolina Martínez, la abogada representante de la víctima, temen que el caso se dilate aún más.
“Debido a la pandemia hubo una cantidad de tropiezos mientras la Rama Judicial se adecuaba a la virtualidad. Lleva ya seis años, ha sido demasiado lento, ha habido demasiados tropiezos. El juicio oral comenzó en abril de 2022 y apenas en junio de 2025 la defensa empezó con el interrogatorio a sus testigos”, expuso la abogada.
Pero no es lo único. Andrés Restrepo Correa, la expareja de Pamela, fue imputado por el caso, ya tiene en su contra la formulación de acusación por el presunto delito de feminicidio agravado en modalidad de tentativa, pero está en libertad desde 2021 por vencimiento de términos.
Y aunque Pamela solicitó a la Fiscalía una medida de protección para que su expareja se mantenga a distancia, considera que no es suficiente, con un agravante: aseguró que él la contactó por redes sociales recientemente.
“Vamos a solicitar al juez otra medida de protección porque el mismo día que él declaró, contactó a la víctima. En cualquier momento se puede encontrar a Pamela en la calle y la puede atacar”, agregó la abogada.
Pamela, luego de luchar durante más de seis años por recuperar su movilidad, de padecer secuelas físicas de dolor intenso al sentarse, al acostarse, y de evitar a toda costa verse cara a cara en una audiencia con su expareja, ahora teme por su vida.
Por eso, exige una medida de protección más contundente para evitar el asedio de la persona que —ella cree— la arrojó desde ese noveno piso y celeridad en el proceso judicial.
De hecho, una carta enviada por su abogada al juez del caso, dice: “Solicito de manera respetuosa al despacho se sirva fijar las fechas faltantes para la práctica de pruebas por parte de la defensa, la presentación de alegatos de conclusión y emisión del sentido del fallo, en un término no superior a seis meses. Esto con el fin de poder dar culminación a esta etapa procesal antes de que culmine el año lectivo”.