Medellín
Esta es la polémica carta de Laura Gallego, quien tuvo que renunciar a ser señorita Antioquia por polémico video en el que ofrecía bala a políticos
Incluso el Concurso Nacional de la Belleza, al que la abogada aspiraba, rechazó su comportamiento.
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No aguantó. Renunció a su cetro la señorita Antioquia Laura Gallego, envuelta en medio de una polémica por un video en el que se le ve ofreciendo bala a políticos como el exalcalde de Medellín, Daniel Quintero, y cacha al mismo presidente, Gustavo Petro.
Su comportamiento no solo había sido cuestionado en redes sociales, incluso el presidente Petro se pronunció.
“Era bella, pero por fuera solamente; hay que tener cerebro y cultivarlo mucho al igual que el cuerpo. Por decir esto más francamente, un juez pidió retractarme. Pero es una verdad científica. La belleza no es solo del cuerpo sino del alma, o del espíritu, o de la inteligencia del cerebro, que es pura energía, y debe ser limpia”, dijo el mandatario.
También se refirió el Reinado Nacional de la Belleza, que rechazó las palabras de la candidata.
“El Concurso Nacional de la Belleza no participa, ni en su nombre ni en el de las aspirantes a señorita de Colombia, en política y defiende la institucionalidad de Colombia. Por lo tanto, rechaza cualquier pronunciamiento de las participantes en torno a la actividad política”, dijeron.

Seguido, se conoció una carta en la que la abogada paisa dio a conocer las razones por las que deja el codiciado cetro, mientras algunos de sus críticos mantienen que debe ser investigada.
Este es su polémico comunicado:
Hoy hablo desde la verdad, sin libretos y sin coronas.
Hace unos días fui elegida Señorita Antioquia, un honor que recibí con profunda gratitud y con la ilusión genuina de representar a la tierra que amo. Sin embargo, también soy una mujer con criterio, con una trayectoria de activismo cívico y con una voz política que jamás he ocultado ni ocultaré.
Siempre he creído que las mujeres somos mucho más que una cara bonita o un vestido elegante. Las mujeres somos inteligencia, carácter, autenticidad y determinación. Una sociedad que pretende reducirnos al silencio por pensar diferente perpetúa la misma estructura de sometimiento que por décadas hemos combatido.
En los últimos días, mi nombre se ha convertido en un tema de debate nacional. Se han señalado mis posturas políticas como si pensar, opinar y defender principios fuera incompatible con ser reina. Incluso se han emitido ataques públicos provenientes de figuras como Daniel Quintero y Gustavo Petro, a quienes he cuestionado abiertamente desde la ciudadanía por sus actuaciones y discursos que considero dañinos para Colombia.
La incoherencia es evidente. Quienes se autoproclaman defensores de la libertad se escandalizan cuando una mujer la ejerce. Pretenden que la participación de una Señorita Antioquia en la vida pública sea un adorno pasivo, un cuerpo silencioso destinado a complacer el espectáculo. La libertad de expresión no puede ser privilegio de unos pocos, ni mucho menos un instrumento para callar a quienes piensan distinto.
Ante esta realidad, me niego a permanecer callada. Me niego a ser parte de un sistema que exige obediencia en lugar de pensamiento propio. Me niego a que una corona se convierta en mordaza.
Por lo anterior, presento de manera irrevocable mi renuncia como Señorita Antioquia 2025.
Lo hago con la frente en alto y con la paz de haber aportado, aunque sea un poco, a desmontar la narrativa de que la mujer debe limitar su existencia a ser bella, sonreír, obedecer y agradar. Lo hago porque mis convicciones se encuentran por encima de cualquier título. Lo hago porque la dignidad no se negocia, ni por fama ni por aplausos.
Colombia atraviesa un momento decisivo. Está en juego la democracia, la libertad y el futuro de un país que no puede seguir siendo manipulado por discursos que promueven el odio y la división. Mi propósito permanece intacto. Mi compromiso sigue siendo Colombia. Y la voy a defender desde donde esté, con o sin banda, con o sin reconocimiento público.
Ser reina nunca fue, ni será, usar una corona para posar en silencio. Ser reina implica tener el valor de decir la verdad, aunque duela, y de no vender el alma para encajar.
No renuncio a mis sueños. Renuncio a lo que pretende silenciar mi voz.
Con determinación y absoluta coherencia”.

