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El actor detrás de ‘Poca luz’ reaparece en una nueva e impensada faceta tras 15 años de ‘Colores de la montaña’
Su nombre es Genaro Alfonso Aristizábal Echeverry y su historia, tal cual se mostró en la afamada cinta, sigue siendo cautivante.

Pocos personajes del cine colombiano han logrado atrapar tanto como Poca luz, ese niño de Los colores de la montaña que, por su inocencia, se ganó el corazón de todo el país.
Han pasado más de 15 años desde que se grabó la película y pocos saben qué pasó con algunos de los personajes de la cinta dirigida por Carlos César Arbeláez.
Pues, bien, el recordado Poca luz reapareció en redes sociales este 15 de septiembre, día en que celebró la obtención de un posgrado universitario: la especialización en Analítica y Ciencia de Datos, y decidió hablar con SEMANA sobre su vida.
Su nombre es Genaro, como el de su papá, pero un poco más largo: Genaro Alfonso Aristizábal Echeverry. Nació en Granada, Antioquia, y tuvo que huir a Medellín con su familia por la violencia generada por los grupos armados. Vive en una humilde casa de la comuna 3 - Manrique y trabaja para Sapiencia, una agencia de educación superior del distrito.
SEMANA: Cuéntenos sobre Granada.
G. A. A.: “Mi papá vivía en Quebradona abajo, y mi mamá en la vereda Las Palmas, según me han contado. Estuve viviendo allá como hasta el año y medio de haber nacido y mis papás fueron desplazados por los temas del conflicto armado.
Llegamos a Medellín en 2001 o 2002, mis papás se vinieron sin nada, para el barrio Caicedo, decían que ese barrio era muy peligroso, es cerquita de La Sierra, y mis papás decían que se fueron de un lugar peligroso, para uno también peligroso, pero ellos han mencionado que la violencia que se vive en el campo es más feroz que la de las ciudades.
SEMANA: ¿Cómo se compone su familia?
G. A. A.: Mi papá se llama igual que yo, Genaro, y mi mamá Berenice. Tengo una hermana de 24 años, se llama Elizabeth y también aparece en la película. Ella estudió pedagogía infantil y es profesora de italiano. Sigue Mateo que estudia una carrera relacionada con la actividad física, después Jerónimo, que también está en la universidad, y por último está el niño, Isaac, que está en preescolar.
Mi mamá también sale en una escena, que es cuando explota la marrana, que ella abraza a mi hermana para que no se vaya a mirar, solo sale en esa escena pero a ella le da pena porque está en una faceta de campesina y solo fue una toma.

SEMANA: ¿Qué significó la película para usted?
G. A. A.: La película fue rodada en Jardín, Antioquia, es raro porque mi mamá me cuenta que prácticamente la historia de la película es lo que les pasó a ellos, pero el director ha argumentado que la historia está escrita, se basa, en lo que ha pasado en Colombia con el desplazamiento forzado, lo que le pasa a una familia que sufre el desplazamiento, es una historia muy buena porque se presta para que los colombianos nos identifiquemos con ella, porque prácticamente toda Colombia ha sufrido el tema este que todavía seguimos sufriendo, el del desplazamiento.
Cambió mi forma de ser, no sé si por lo que han vivido mis papás, por ser albino (como mi hermana), o por la personalidad que hemos tenido en mi familia, yo siempre he sido una persona muy discreta, muy tranquila, que no se relacionaba con otros niños.
La película la grabé de 9 años y se estrenó cuando tenía 11 y recuerdo que en toda mi niñez tuve uno o dos amigos.
Mi hermana y yo nos destacamos en clase, y yo era una persona que no socializaba, era una película que surgió por coincidencias de la vida, y por el boom de la película, que yo tuviera que viajar constantemente a Cartagena, Bogotá, a sesiones de fotos, entrevistas, cineforos, hizo que yo tuviera que soltarme, hablar, incluso sonreír para las fotos.
Al principio me pasaba que no sonreía, en mi familia cuando se toman fotos eran todos serios, pero cuando se me acercaba alguien me decía por qué no sonreía, pero cuando tuve que desarrollar esas habilidades sociales eso me impactó.
Lo que más me ha dado la película, además de conocer gente maravillosa, es habitar espacios, tener la posibilidad de viajar, conocer el mar, algo que impactó mucho mi personalidad.
SEMANA: ¿Por qué abandonar la actuación?
G. A. A.: No seguir en la actuación tiene que ver más con mi personalidad, con la de mi hermana, el tema de viajar siempre era acompañado de mis papás, sin embargo, como eramos actores naturales y mis papás tenían que trabajar para mantenernos, para llevar una vida estable, eso fue cambiando gradualmente y nos fuimos alejando de ese mundo.
En mi adolescencia naturalicé el estar viajando, lo del reconocimiento de la película, lo vi como una experiencia más, pero no lo visualizaba como que esto era lo que iba a hacer el resto de mi vida.
SEMANA: ¿Bueno, y por qué las matemáticas?
G. A. A.: Hice el pregrado en estadística porque, esencialmente, siempre me han gustado las matemáticas. Yo estudié el bachillerato en la Institución Educativa Juan de Dios Cock, en Manrique, siento que mi pasión por las matemáticas surgió por un tema familiar y porque mi papá me inscribió en semilleros de matemáticas y de ahí surgió ese interés.
Aunque escribo, me gusta escribir, leer mucho, es de los hábitos más constantes de mi vida, y mi pasión siempre ha estado entre esas dos: la lectura y las matemáticas.
SEMANA: ¿Qué está leyendo?
G. A. A.: Un libro que se llama Thinking, fast, and slow, habla esencialmente de que hay dos sistemas, el 1 y el 2, el primero es el que hemos desarrollado para sobrevivir, piensa rápido, intuitivamente, y que usualmente cuando ese no puede resolver el problema, acude al dos, que tiene un punto de vista más racional.
Pero me gustan mucho Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, José Saramago, Albert Camus, Oscar Wilde y Adolus Huxley. De Albert Camus leí el extranjero, cuando tenía 17 años, y eso influyó mucho en la forma en que veía mi vida.
De Borges me gustan sus poemas. Incluso tengo un gato que se llama Borges, me gusta la forma en la que ve el mundo, siento que era un erudito, que fue una persona muy adelantada para su época.
SEMANA: ¿Y la actuación?
G. A. A.: En esos tres primeros semestres de universidad, mi hermana y yo íbamos a clases de teatro y hoy en día no las he vuelto a retomar, me quedó gustado la actuación pero tengo otros gustos: me gusta tocar ukelele, guitarra, he sido una persona muy curiosa.
En 2018 me empezó a gustar el ajedrez, en pandemia también hubo un boom y volví a cogerle cariño y actualmente también le dedico mucho tiempo.
Los sábados estaba haciendo la especialización en Analítica y Ciencia de Datos, y conforme uno va avanzando en la vida, va creciendo, ve que el tiempo es cada vez más reducido.
Siempre había querido estudiar en la Universidad de Antioquia, inicialmente, para el pregrado, me presenté a matemáticas en la de Antioquia y en la Universidad Nacional como segunda opción, pasé a esa y me gustó muchísimo.
Cuando vi que había una especialización en ciencia de datos dije: esta es mi oportunidad para cumplir ese sueño de estudiar un grado superior en la Universidad de Antioquia.

SEMANA: ¿Qué hace Poca Luz hoy día?
Actualmente trabajo en Sapiencia, una entidad gubernamental que se encarga de ofrecer créditos condonables a personas del distrito que quieran acceder a la educación superior.
Llegué acá porque cuando terminé mis prácticas académicas en Isagén, mi mamá vio que apenas había terminado, no me había graduado, estaba organizando mi hoja de vida, creando un currículum, y empezó a contarle a todo el mundo que yo estaba buscando empleo y me llamaron.
SEMANA: ¿Quién es su inspiración?
G. A. A.: Mi familia, siempre ha sido el ejemplo de vida a seguir, más que todo mis papás, que han pasado por muchas adversidades y que siempre han sido valientes, trabajadores, constantes, y qué más motivación que esa como para uno hacer sentir orgullosos a sus papás, corresponderles con esa misma disciplina.
SEMANA: ¿Algo para decir sobre su albinismo?
G. A. A.: No tengo problema, no es un tabú. Cuando uno es niño, uno siente que lo miran diferente, es normal cuando son niños. En cualquier lugar levantamos miradas, más que nada, creo que por eso el director nos escogió, y le dio tanto papel a Poca Luz, porque inicialmente no iba a tener un rol tan relevante.
Siento que cuando era niño me intimidaba mucho, porque entrar a un lugar, querer pasar desapercibido, y ver que atrae miradas... La película ayudó a naturalizarlo más, porque era Poca luz, el de la película.
Ahora, me escribe gente albina en redes sociales, me dice que me admira, y siento que para mí no es algo que hoy me limite o me haga sentir mal.
Me pasó con compañeros de la universidad. Cuando íbamos a almorzar, cuando iba con amigos, había compañeras que nunca habían almorzado conmigo, y decían: ¿viste? Todo el mundo nos estaba mirando.
Pero es una condición genética que es muy común, en general, en el oriente antioqueño: Granada, Santuario, Marinilla, no solo somos mi hermana y yo, también teníamos un tío y tengo un primo que también es albino.