Medellín
Así actuaba la banda que aterrorizaba a damas de compañía y masajistas en Medellín
Una banda secuestró, torturó y robó a damas de compañía y masajistas en Medellín. Los relatos de este flagelo son escabrosos y los montos hurtados, escandalosos.

Karen tiene 25 años y ya ha tenido que ser sometida a cinco intervenciones quirúrgicas para tratar de aliviar el daño que una banda de ladrones le causó al destrozarle el rostro y parte de su vida.
Sucedió el lunes 1 de abril de 2024. Ese día, asistió a una cita en un edificio de la calle 6 n.° 43E-40, en una exclusiva zona del barrio El Poblado, en Medellín.

Eran las 4:06 p. m. En el lugar la esperaba un hombre que la había citado a través de una aplicación de una empresa de masajes, para la que Karen trabajaba. Pero lo que ocurrió en ese lugar, para ella, sigue siendo aterrador.
Un hombre le abrió la puerta, la saludó en un tono cordial y, una vez en la habitación del apartamento, cuando Karen dio la espalda, la tomó con fuerza y le tapó la boca. Luego, del clóset salió una mujer que, con ayuda del delincuente, le ató las manos con unas esposas, la obligaron a desnudarse, le amarraron los pies con una sábana y la amordazaron.
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Pero ese era solo el inicio de la tortura a la que iba a ser sometida Karen por la banda. Posteriormente, comenzaron a golpearle la cara e intentaron asfixiarla bajo una amenaza: que entregara la clave de su iPhone.
Aterrorizada, Karen cedió, pero el número que ella había indicado no desbloqueaba el móvil, por lo que los delincuentes le golpearon las costillas y la cara hasta que, quien parecía el jefe de la banda, dio una orden a la mujer que lo acompañaba, lo que era una sentencia. “¡Pásame la plancha!”.
Con el objeto hirviendo, atacó a Karen en repetidas ocasiones: primero la quemó en la mano derecha, luego en el ojo derecho, siguió con el izquierdo y terminó hiriéndole con el artefacto eléctrico las partes íntimas.
Como si fuera poco, el delincuente buscó un tarro de alcohol, se lo vació en el cuerpo y amenazó con prenderle fuego. Las torturas físicas cesaron porque los dos ladrones lograron ingresar al teléfono de Karen.
Satisfechos con su cometido, le quitaron las esposas y la ingresaron al baño, se cambiaron de ropa y escaparon con un botín que incluía un anillo de oro, una licencia de conducción, tarjetas de crédito y el iPhone.
Como pudo, Karen logró zafarse y comenzó a gritar. No podía ver, pero fue auxiliada y remitida a un centro médico.

Desde el 1 de abril, durante un año, ella ha tenido que ser sometida a cinco intervenciones quirúrgicas de colgajo local de piel y resección de cicatriz queloide para tratar de aliviar el daño irreparable que los delincuentes provocaron en su rostro.
Tras el daño hecho, los presuntos delincuentes fueron identificados por medio de cámaras de seguridad y reconocimientos faciales de parte de la víctima.
Las autoridades determinaron que son Miguel Ángel Botero Mosquera, de 24 años, y su pareja, María Paula Sierra Alba, de 20 años.
Ambos fueron puestos tras las rejas e imputados por concierto para delinquir agravado, secuestro extorsivo agravado, tortura y hurto agravado y calificado.
Sin embargo, en las audiencias preliminares en contra se conoció algo aún más grave: ni Karen era la única víctima, ni Miguel Ángel ni María Paula eran los únicos victimarios.
Una red de maldad
Se conoció que la minuciosa investigación logró desnudar el actuar de otros integrantes de la banda, en la que por lo menos otras siete mujeres –damas de compañía y empleadas de exclusivos centros de masajes– sufrieron hechos similares solo por despojarles de sus pertenencias.
En los escritos de acusación contra la banda, conocidos por SEMANA, se enumeran uno a uno los vejámenes a los que fueron sometidas las víctimas.
A Lorena la golpearon, la intimidaron con un arma blanca, amenazaron con dañarle el rostro y cortarle el cabello, poniéndola boca abajo en una cama y desnudándola.
Con un cuchillo, a Manuela le cortaron parte del cabello y la amenazaron con cercenarle sus partes íntimas, luego le vaciaron esperma caliente de una vela en el cuerpo, asegurándole que era ácido que la iba a destrozar.

Aunque los investigadores hallaron en los hechos un hilo conductor, Miguel Ángel Monsalve, como presunto líder de la banda, también identificaron a otros tres integrantes, los cuales ya fueron detenidos: William Samuel Suárez Rubiano, de 22 años; David Alonso García Restrepo, de 31, y Santiago Úsuga Montoya, de la misma edad.
Las pruebas reveladas en las audiencias fueron tan contundentes que David Alonso terminó aceptando cargos y acabó siendo condenado a 31 años y 10 meses de prisión.
William Samuel también aceptó cargos y está en espera de una condena, y Santiago y María Paula pidieron pista para obtener una rebaja, que de cualquier manera les significaría una condena superior a los 30 años de cárcel.
Miguel Ángel, sin embargo, se niega a aceptar su responsabilidad, a pesar de que la fiscal del caso, Lina María Gallo Balbin, le dijo en audiencia que pediría una condena de 60 años de prisión.
Aunque el caso no termina ahí. Entre los investigadores judiciales hay certeza de que la banda tiene más integrantes y posiblemente más víctimas, no solo en Medellín, también en Bogotá y en otras ciudades de Colombia, por lo que hacen un llamado a viva voz para que se acerquen y denuncien sus casos.
Un infierno
A pesar de que ha pasado más de un año, Karen sigue viviendo un infierno. Son cinco cirugías a las que se ha tenido que someter para tratar de aliviar el daño que, según los dictámenes médicos forenses, son irreparables.
Su rostro fue desfigurado y su familia lucha no solo para que las entidades de salud, a través de tutelas, le garanticen la atención, también lo hacen para que ella logre mejores oportunidades.
“Ella no ha podido volver a trabajar. No puede darle la cara al sol. Sus papás dependían económicamente de ella. Les pido a las autoridades en Medellín que le brinden el acompañamiento para tratar de hacer menos difícil la situación que ella vive”, le dijo a SEMANA Paula López, tía de Karen.
Además, Karen tiene un sobrino de apenas siete años, y el impacto de lo sucedido es solo el reflejo de las afectaciones psicológicas que ha sufrido su familia.
De hecho, SEMANA conoció que la Fiscalía, preocupada no solo por el daño económico sino también por el psicológico, ordenó que a Karen se le practicara una prueba de Estambul (también conocida como el Manual de las Naciones Unidas para la Investigación y Documentación Eficaces de la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes) para medir las afectaciones físicas y psicológicas que sufrió.
Mientras eso sucede, la Fiscalía espera, el 23 de mayo, que comienza el juicio oral, para saber si las pruebas testimoniales que presentará en las audiencias convencen a Miguel Ángel de seguir el camino de sus cómplices y acepta los cargos.